VIENTOS DE GUERRA
Expertos estadunidenses reconocen que la posición mexicana es vulnerable a la presión
Descartan analistas amenazas tangibles de EU si México vota contra el ataque
El gobierno foxista, responsable de fortalecer el derecho internacional, según John Coatsworth
Arturo Valenzuela considera que es difícil imaginar que la relación se modifique radicalmente
JIM CASON Y DAVID BROOKS mCORRESPONSALES
Washington y Nueva York, 10 de marzo. El gobierno de Vicente Fox será obligado esta semana a decidir si apoya la acción militar contra Saddam Hussein, o vota en contra de la resolución promovida por Estados Unidos en el Consejo de Seguridad de la ONU y con ello se arriesga a la ira de su principal socio comercial y aliado más poderoso.
El presidente George W. Bush, según algunas versiones, advirtió a Fox en una reciente llamada telefónica que una abstención de México en esta votación crítica en el Consejo de Seguridad sería interpretada como el equivalente a un voto en contra. "Una abstención sería como rehuir la bola a la hora de batear", comentó un funcionario estadunidense a la revista The Economist, al caracterizar la conversación entre los dos mandatarios.
Estas conversaciones de alto nivel continuaron con el secretario de Estado Colin Powell y el canciller mexicano Luis Ernesto Derbez, quienes intercambiaron llamadas el domingo y este lunes.
México, dicen todos aquí, representa un voto clave en el Consejo de Seguridad. El Washington Post describe hoy a México como uno de los miembros del Consejo "más vulnerables a la presión", pero funcionarios estadunidenses no han ofrecido públicamente detalles sobre las conversaciones bilaterales sobre Irak.
No obstante, varios expertos entrevistados hoy señalan que es poco probable que estos intercambios diplomáticos hayan incluido amenazas directas; otros respondieron al argumento de los costos políticos de un voto contrario a Estados Unidos.
La realidad, afirman algunos analistas, es que no hay graves consecuencias que Washington pueda imponer a México si vota en contra en la ONU. El historiador John Coatsworth dice que en cierta manera México "ya ha pagado el precio si decide votar por el no", al indicar que el flujo de inversiones y la demanda de sus productos ya están castigados por la recesión económica estadunidense y que el ofrecimiento de un acuerdo migratorio está descartado por ahora.
En cierta forma, agregó, esta coyuntura "es como la de la época de Cárdenas, cuando México fue privado de su principal fuente de capital y tecnología en Estados Unidos a causa de la Gran Depresión y pagó así por adelantado el precio de las políticas radicales como la nacionalización del petróleo y la reforma agraria".
Coatsworth, director del Centro de Estudios Latinoamericanos David Rockefeller de la Universidad Harvard, afirmó en entrevista con La Jornada que tal vez la pregunta en el debate sobre el voto de México es: "Ƒcuál sería la recompensa? Estados Unidos no ha encontrado ninguna para convencer a cualquier país serio de votar en su favor".
Señaló que es difícil identificar las consecuencias reales y que a mediano plazo las circunstancias y personalidades políticas cambiarán, y por eso lo más indicado es que México "no debería votar de una forma que no refleje el interés real de México".
Arturo Valenzuela, ex subsecretario de Estado y actualmente profesor en la Universidad de Georgetown, declaró a este diario que "es difícil argumentar que existe un costo real para México" si no vota según el gusto de Washington. La relación bilateral es tan compleja e interrelacionada, con tantos intereses mutuos, que sería difícil imaginar que este asunto cambie radicalmente la relación, destacó.
México y Chile, añadió Valenzuela, no caben en la categoría de estados clientelares de América Latina y el Caribe, que son muy vulnerables a cambios en la política estadunidense en programas de asistencia o votos en instituciones multilaterales. Por lo tanto, añadió, Washington no cuenta con "amenazas tangibles" contra estos dos países.
"Francamente creo que tiene que ver más con el ambiente que con amenazas directas", sostuvo Peter Hakim, presidente de Diálogo Interamericano, en entrevista con La Jornada. El economista y experto en la relación bilateral Sidney Weintraub, del Centro para Estudios Estratégicos e Internacionales, expuso por separado que Estados Unidos tiene pocas amenazas formales o sustantivas que pudiera usar contra el gobierno mexicano.
Ambos analistas advirtieron que no cuentan con información interna sobre esta negociación bilateral, pero Weintraub advirtió que la presión es probablemente más implícita que directa. "Implícita en el sentido de que si México vota con Estados Unidos, entonces el presidente Bush probablemente estaría más dispuesto hacia México en el futuro sobre otros temas. Si no lo hacen tal vez será menos ameno".
Weintraub señaló que no existe un programa significativo de asistencia exterior a México que pudiera ser suspendido si votara contra Estados Unidos, y que tampoco es probable que se modifique el Tratado de Libre Comercio en el supuesto de un no mexicano. Destacó que Bush tampoco puede ofrecer avances significativos en las negociaciones de un acuerdo migratorio, ya que gran parte de estos asuntos requiere de la aprobación del Congreso y no de un acto presidencial.
Con todo, Weintraub, quien ha trabajado en puestos del gobierno en el pasado, agregó que un cambio de tono sí podría afectar la forma en que el gobierno de Bush promoverá reformas en el ámbito migratorio y en otros asuntos bilaterales. "Tendrá un efecto en el tono en qué tanto promueve Bush los temas mexicanos o qué tanto decide no hacerlo", indicó.
Peter Hakim señaló que un cambio en el "ambiente" de la relación bilateral sí podría dificultar la actividad de funcionarios en varios niveles del gobierno estadunidense sobre la relación con Mé-xico. En algunas partes de la burocracia oficial estadunidense, indicó, cundió cierta decepción cuando el gobierno de Fox no fue más ágil en mostrar su apoyo a Estados Unidos después de los atentados del 11 de septiembre. "Si México vota contra Estados Unidos, esto nutrirá la corriente de que desde el 11 de septiembre México no ha sido del todo cooperativo."
Weintraub y Hakim comparten que el voto en el Consejo de Seguridad será más difícil para México que para cualquier otro miembro de esa instancia. "México está demasiado cerca de Estados Unidos. Es un vecino y, por tanto, es el caso más difícil entre (los países del Consejo"). Esta posición también fue expresada esta semana por la revista The Economist, la cual señaló que Fox apostó gran parte de su política exterior a las relaciones más cercanas con Estados Unidos, y ahora un voto contra Washington marcaría el fin de esta tendencia.
Para Valenzuela, "las consecuencias (de un voto no deseado por Estados Unidos) ya están ahí. El ámbito oficial de Estados Unidos ya ha perdido gran parte de su credibilidad, popularidad y respeto entre los sectores de la opinión pública y hasta en los circuitos oficiales" en otros países, incluyendo los latinoamericanos.
Para Coatsworth, los argumentos de que México tiene que cumplir con "sus responsabilidades y sus intereses" al tomar su decisión de cómo responder a Estados Unidos en la ONU tienen un respuesta muy simple. "México tiene la responsabilidad de fortalecer el derecho internacional y las instituciones internacionales, y un voto en favor de Estados Unidos para una guerra, ahora contra Irak, no sería cumplir con esa responsabilidad... Ese es el interés de México a largo plazo, y no buscar hacer favores", concluyó.