George Yúdice
Identidad y museos comunitarios
En contraste con los negros estadunidenses antes de la era de los derechos civiles, los pueblos indígenas de México han sido representados por la ideología indigenista como una parte integral de la nación. Pero la integración mediante el Instituto Nacional Indigenista (INI) a menudo operó, sin embargo, como un asilo y no como un hogar. Mientras los indígenas entendían su identidad en términos comunitarios, el Estado rearticulaba esa identidad según su propio proyecto nacionalista, con la reificación de las costumbres como objetos, las creencias como mitos, e institucionalizándolos en espacios neutros como el Museo Nacional de Antropología. El concepto mismo de ''patrimonio" -Ƒde quién?, Ƒpara qué propósitos?, Ƒpara la observación de qué individuos?- ha pasado a ser una categoría cuestionable cuando diversos grupos luchan por arrebatar el control de los medios de simbolización a las instituciones estatales que afirman sus derechos de propiedad en lo referente a los usos, costumbres, objetos rituales, etcétera. Los críticos se refirieron a los aparatos culturales piramidales del Estado mexicano, y no hay una institución más emblemática de este totalitarismo cultural que el Museo Nacional de Antropología. Será interesante, pues, considerar brevemente los términos del nuevo movimiento museológico generado entre las comunidades indígenas.
El movimiento de los museos comunitarios que comenzó en 1986, si bien asistido por instituciones museológicas profesionales nacionales e internacionales, ha buscado su raison d'etre en las prácticas locales y logrado así una relativa autonomía frente al ethos conservacionista de la ideología del patrimonio nacional. Un informe preparado recientemente por investigadores y curadores explica que los pueblos indígenas establecieron los mu-seos comunitarios para valorizar los objetos y las prácticas que se exhibirían en concordancia con las necesidades y la reproducción de la comunidad. En la medida en que ello es así, ''la valorización puede contener elementos que trascienden los principios científicos y estéticos y (pueden legitimarse) por lo sagrado" (Barrera Bassols et al., 1995).
El primer museo comunitario se estableció en Tlalocula, Oaxaca, por decisión de las comunidad. Luego de un descubrimiento arqueológico en su pueblo, los residentes de Shan Dany decidieron demarcar un espacio donde podrían registrar y concentrar sus actividades, incluso la exposición de la obra de los artesanos o los procesos curativos de los chamanes. Hasta el establecimiento del museo, la comunidad no había revelado estas actividades al público, que ahora se muestran o representan como parte de aquél. Cabe señalar que el museo no está identificado por un edificio, una colección o un público particular. Lo que se exhibe es la interacción de la comunidad consigo misma o con otras comunidades semejantes. Las exposiciones no se planifican por escrito sino que son el resultado de la actividad organizacional y cultural de la comunidad, que coincide con sus ritmos sociopolíticos, míticos y religiosos. En muchos casos, la práctica museológica está tan entrelazada con la reproducción de la comunidad que la ''exposición" puede consistir en prácticas que contribuyen a la economía local, por ejemplo, la sistematización del conocimiento usado en el cultivo del café o en la apertura de la comunidad al turismo. La exposición La vida en un sorbo. El café en México, organizada por el Comité Coordinador Nacional de Organizaciones Cultivadoras de Café (CNOC), está compuesta principalmente por productores indígenas. El museo logró no sólo la reproducción ritual de las prácticas del cultivo del café sino que también demarcó un espacio donde los cultivadores podían vender su café sin la intervención de intermediarios, tales como distribuidores importadores-exportadores, etcétera.
El movimiento de museos comunitarios es interesante en sí mismo y sirve para ilustrar hasta qué punto los grupos indígenas más pequeños pueden insertarse en las redes internacionales que influyen en cuestiones de identidad y representación. La comunidad a la que acabo de referirme fue invitada por el Museo Nacional del Indio Americano de la Smithsonian Institution (NMAI, por sus siglas en inglés) a participar, junto con otros 25 grupos indígenas latinoamericanos, en un debate sobre ''Identidad étnica, museos comunitarios y programas de desarrollo", en septiembre de 1995. La iniciativa tenía por finalidad expandir el concepto de ''indio americano" más allá de las fronteras de Estados Unidos. El encuentro resultó interesante, pues planteó muchos problemas acerca de la conceptualización de la identidad, la etnicidad y la nomenclatura, problemas que tal vez no habrían salido a la luz si no se hubieran puesto en contacto dos o más sistemas de pensamiento sobre esas cuestiones.