Celebraron vida y obra del Nobel, en Coyoacán
Gabo, ''ejemplar aventurero del inconsciente
colectivo''
CARLOS PAUL
Inteligencia, sensibilidad y calidad humana es lo que
distingue a Gabriel García Márquez, coincidieron en señalar
varios escritores latinoamericanos en la mesa de homenaje al autor colombiano,
que se realizó el pasado jueves en Coyoacán, en la que celebraron
la aparición, hace 37 años, de su novela Cien años
de soledad, las dos décadas de haber recibido el Nobel de Literatura,
la edición en 2002 del primer tomo de sus memorias, Vivir para
contarla, y su cumpleaños 75.
Entre
recuerdos familiares y anécdotas desconocidas de su vida, acompañados
en la mesa por un retrato de cuerpo entero y de tamaño natural de
García Márquez, el embajador de Cuba, Jorge Bolaños,
los escritores Eliseo Alberto (Cuba), Rafael Humberto Moreno Durán
(Colombia), Ignacio Solares, Hernán Lara Zavala, Pedro Angel Palou,
y Gerardo Estrada, director de Asuntos Culturales de la cancillería,
como moderador, expresaron su admiración y amistad por Gabo.
García Márquez tiene muchos atributos, ''su
enorme lealtad y discreción, su espontaneidad y amistad, su memoria
e imaginación, su ternura y optimismo, su capacidad para poner en
la balanza su necesaria influencia en favor de la paz y su carácter
ético que precede todos sus actos, sean sencillos o trascendentales".
Es un hombre constituido por ''tres mitades", por extraño
que parezca, explicó el embajador Bolaños, ''mitad escritor,
mitad bondad, mitad Mercedes, su esposa; y posee un sano orgullo ajeno
al nacionalismo estrecho y una fe inquebrantable en la unidad de América
Latina".
Eliseo Alberto, por su parte, recordó diversas
reuniones familiares con el escritor, como cuando leyó el discurso
que había escrito para la ceremonia de recepción del Nobel;
y recreó una anécdota en la que Gabo sirvió
de Cupido, cuando ante el llamado de auxilio de una mujer en Cartagena
de Indias, tuvo que interceder para que el novio enfurecido y desconcertado
se convenciera de que ella lo amaba: ''Gabriel sonrió y clavó
el estilete de su mirada en las enrojecidas pupilas del joven y dijo: 'Muere
de amor por ti, qué duda cabe'", comentó Eliseo, y agregó
que tras las palabras mágicas del escritor "los enamorados se enroscaron
en un beso hambriento".
Solares profundizó, a partir de las teorías
de Jung, en la calidad de García Márquez como poeta, como
''ejemplar aventurero del inconsciente colectivo, que lo ha vuelto imprescindible
para conocernos a nosotros mismos y a nuestro prójimo''. Gabo,
explicó, ''lleva una vida de mago y de poeta, la de revelador de
sueños colectivos, en cierto sentido, del más profundo sueño
de nuestra mágica realidad latinoamericana".
Creatividad, humor y libertad extrema
Infancia, imaginación y memoria fueron evocadas
por Lara Zavala, quien relató cómo las mentiras del
niño Gabriel, entre otras cosas, le hicieron adquirir ''buena reputación
de caso perdido". Sin embargo, ''fueron esas condiciones aparentemente
adversas las que le otorgaron el hálito sagrado de la creatividad,
del humor y la libertad extrema".
Moreno Durán destacó que con Cien años
de soledad, ''los latinoamericanos por fin fuimos contemporáneos
de todos los hombres", y recordó, entre otras cosas, cómo
en Colombia, en la Facultad de Derecho se conocieron, García Márquez
y Camilo Torres Restrepo, que a la postre uno sería escritor y el
otro guerrillero.
Palou, luego de presentar una bio-bibliografía
de García Márquez, afirmó que Cien años...
es ''la obra más influyente del castellano, después de
El Quijote".