Desde las cinco de la mañana lo esperaba
el subsecretario Encinas para dialogar
Cumple amenaza Aus den Ruthen; su caceroleada termina
en trifulca
Pretendió ingresar por la fuerza a las
oficinas del jefe de Gobierno Una valla de vecinos y trabajadores de
la delegación le impidieron el paso Salieron a relucir
gases, palos e insultos
BERTHA TERESA RAMIREZ
La marcha de las cacerolas convocada y encabezada en la
madrugada de ayer por el jefe delegacional en Miguel Hidalgo, el panista
Arne aus den Ruthen Haag, terminó en trifulca con perredistas y
vecinos de esa demarcación que se oponían a la protesta,
en la cual hubo golpes, palazos, gas irritante y varias personas lesionadas,
pese a que el subsecretario de Gobierno, Alejandro Encinas Rodríguez,
lo esperaba desde las cinco de la mañana para dialogar.
Desde días antes, el delegado amenazó con
realizar una protesta afuera de la sede del gobierno capitalino para reclamarle
al Ejecutivo local, Andrés Manuel López Obrador, por "el
recorte de 107 millones de pesos de presupuesto" a su jurisdicción.
El requisito que impuso fue que llevaran cacerolas, ollas, sartenes y cucharas.
A
la arenga del funcionario respondió un nutrido grupo de panistas,
entre ellos amas de casa, jóvenes y empleados de la delegación,
quienes fueron trasladados desde las 5:30 de la mañana hasta la
plancha del Zócalo en camionetas de la delegación tipo pick
up y de redilas, automóviles y hasta en una grúa. Procedían
de las colonias Pensil, Anáhuac, Escandón, Lomas de Chapultepec
y San Miguel Chapultepec, entre otras, e iban ataviados con playeras en
las que se leía: "AMLO no te lleves la lana".
El grueso contingente se plantó a las puertas del
antiguo Palacio del Ayuntamiento, donde despacha el mandatario capitalino,
Andrés Manuel López Obrador. A una señal del jefe
delegacional hicieron sonar sus cacerolas y lanzaron consignas: "rateros...
rateros..." y "robador... robador..."
En las puertas de las oficinas de López Obrador
se había colocado ya un escudo humano integrado por perredistas
y vecinos de la delegación Miguel Hidalgo con un solo objetivo:
impedir el paso a los panistas.
La tensión aumentó cuando Aus den Ruthen
y sus seguidores avanzaron hacia la valla con la intención de romper
el cerco para entrar y hablar con el mandatario local, pero ahí
empezaron el desconcierto, los empujones, las patadas, los golpes y las
agresiones verbales.
Entonces los simpatizantes del delegado gritaron "¡cobardes!,
¡golpeadores!, ¡nos impiden la libertad de expresión!"
Los empleados que conformaban el escudo humano respondieron: "¡hijos
de Fox!" y "¡esos son, esos son, los que quieren chingar a la nación!"
Y no pararon de insultarse: "¡rateros!, ¡rateros!",
se escuchó del lado de los panistas, mientras que del otro un hombre
gritó: "¡que les diga su jefe delegacional adónde fue
a parar el millón de pesos que se llevó!" y "Andrés
Manuel le ha demostrado que aquí ya sabe gobernar y va a gobernar
el país!"
Desde atrás se oían otros insultos como
"¡pinches panistas refugiados!"
De pronto, de entre la multitud alguien lanzó gas
irritante y ambas partes, que siempre se mantuvieron muy cerca, se dispersaron,
pero sólo unos minutos, ya que enseguida volvieron a los insultos:
"¡hijos de la Coca-Cola!", les gritaban a los panistas. Ambas partes
se atribuyeron haber lanzado el gas, que a todos hizo toser.
Cerca de la zona de hostilidades, el subsecretario de
Gobierno, Alejandro Encinas, dijo que desde las cinco de la mañana
estuvo esperando al jefe delegacional para dialogar. Interrogado sobre
el hecho de que sea un funcionario público quien encabezara el mitin,
respondió que cualquiera se puede manifestar, "pero a lo que no
tiene derecho es a agredir a la gente", e indicó que Aus den Ruthen
"debería actuar conforme a la responsabilidad de su cargo".
Por su parte, el jefe delegacional dijo que la protesta
pretendía ser tranquila, "lamentablemente, cuando llegamos había
una valla de golpeadores, incluso el propio jefe de la policía metropolitana,
Marco Antonio Prado, mandó cerrar todos los accesos al centro para
impedir la libertad de expresión".
En medio del zafarrancho, el funcionario aseguró
que ojalá no se caldearan los ánimos y no se desbordara la
situación, "porque sería responsabilidad directa del jefe
de la policía metropolitana y del subsecretario de Gobierno, Alejandro
Encinas".
Sobre el uso de las cacerolas dijo que es una forma de
protesta ante el abuso de gobierno. Al mencionarle que éstas tienen
un significado, por lo menos en América Latina, respondió:
"bueno, aquí lo estamos importando, si lo quieren ver así,
para protestar por el robo que nos ha hecho del dinero que le está
quitando a los contribuyentes el jefe de Gobierno".
En otra entrevista dijo que "en la medida en que no haga
caso López Obrador, las movilizaciones van a ir subiendo de tono".
El alboroto terminó alrededor de las siete de la
mañana, cuando el contingente movilizado por el jefe delegacional
comenzó a abordar los vehículos oficiales para salir de la
plancha del Zócalo. Todavía en la retirada ambos grupos se
lanzaban consignas y algunos perredistas patearon los vehículos
que transportaban a los panistas. Así, sin acuerdo alguno, terminó
la marcha de las cacerolas.