José Antonio Rojas Nieto
Intensidad de la energía y urgencias
La retracción económica experimentada por nuestro país estos dos primeros años del sexenio también se manifiesta en la caída o en el menor crecimiento del volumen de energía requerido. Una primera estimación del volumen de petróleo consumido en 2002 permitiría señalar un millón 757 mil barriles al día. Este es menor al consumido en 2001 y en 2000: un millón 813 mil y un millón 835 mil barriles de crudo al día. Este petróleo se consume como gas licuado (20 por ciento); gasolinas (34 por ciento), diesel (16 por ciento), combustóleo (25 por ciento) y otros productos (5 por ciento).
Según los datos más recientes, producir mil pesos de 1993 de producto interno bruto (PIB) requiere cerca de 400 barriles de petróleo bajo la forma de esos petrolíferos. En términos de dólares corrientes, esto significa que producir mil dólares exige cerca de mil barriles de petróleo.
Lo interesante en este caso es que nuestra economía tiende a utilizar cada vez menos crudo o petrolíferos por unidad de producto, lo que significa que desciende su intensidad energética petrolera. Pero, a cambio de este descenso se registran ascensos, inclusive importantes, en la intensidad energética del gas natural y la intensidad energética eléctrica.
La evolución reciente del consumo del gas natural poco se relaciona con la baja de nuestra economía. Nuestro consumo diario de gas natural ha crecido de manera muy importante los años recientes. Además de 400 barriles de petróleo para producir esos mismos mil pesos de 1993 de PIB, se necesitan cerca de 900 millones de pies cúbicos de gas natural.
Por eso, para producir los mil dólares, además de los mil barriles de petróleo, se necesitan más de 2 mil millones de pies cúbicos de gas natural. Pero además esta intensidad energética del gas natural tiende a ser mayor. Hoy día su consumo ya supera los 4 mil millones de pies cúbicos diarios, mil 900 a cuenta del uso propio de Petróleos Mexicanos (Pemex) y 2 mil 434 a cuenta del sector industrial, las distribuidoras domésticas y el sector eléctrico, que cada día requiere más.
Por ello, el año pasado las importaciones se dispararon más del doble: de 292 a 592 millones de pies cúbicos al día. Y la factura por ese gas, de 424 a 725 millones de dólares. Lo cierto es que actualmente no disponemos de gas natural suficiente. De aquí las advertencias recientes del director de Pemex en torno al gran riesgo que corre la generación eléctrica a gas natural, en los siguientes meses y años, si no se resuelve el tremendo problema de la disponibilidad de este importante combustible.
Claro que muchos altos funcionarios de Pemex y del gobierno actual subrayan este delicado problema para abonar en favor de los contratos de servicios múltiples en torno a los cuales, sin lugar a dudas, en unos días más nuevamente se abrirá -de manera más intensa y ríspida- el debate. Ya lo veremos. Para bien o para mal la economía se gasifica. También el sector residencial consume cada día más gas natural. En muchísimas viviendas del país ya se aprende a cocinar con el metano que sustituye la mezcla típica de propano y butano de nuestro tradicional gas licuado del petróleo.
El consumo nacional de electricidad también crece y avanza en el balance nacional de energía. Nuevamente la cuenta. Además de los petrolíferos y del gas natural, la producción con un valor de mil pesos también exige 130 kilovatios-hora. Y los mil dólares de producto, poco más de 300. Poco más de 15 por ciento de las necesidades actuales de energía de México se satisfacen con electricidad. Su participación en el total es la que más ha crecido los pasados 40 años. Sin duda que es el energético de mayor dinamismo.
Poco a poco ha sustituido a los petrolíferos en algunos de sus usos. Pero también el sector eléctrico ha resentido la caída económica reciente. Luego de varios años de tasas superiores a 5 por ciento, en los dos anteriores se han reportado crecimientos bajos, con tasas cercanas a 2 por ciento.
Datos históricos recientes vinculados a crecimientos económicos altos arrojaban tasas de 4, 5 y hasta 6 por ciento. Y datos oficiales de los próximos años fundamentados en crecimientos del PIB cercanos a 5 por ciento en promedio, estimaban tasas un poco mayores para la electricidad para los 10 próximos años.
Ahora bien, las caídas de la economía de estos dos pasados años tienen efectos muy importantes en el futuro próximo de estos combustibles y de la electricidad. Su consumo se vincula al volumen de productos identificados en el PIB. Sólo de manera muy lenta y gradual cambian los requerimientos de energía por unidad de producto, dependiendo de la evolución tecnológica, los hábitos de consumo y los precios, entre otras cosas.
Por eso el volumen de energía, que hace tres años se había estimado como necesario para el PIB del año 2010, muy probablemente será consumido en los años 2011 o 2012. Incluso en 2013 o 2014 si -como parece prudente hacerlo- se revisan las altas tasas estimadas para el futuro próximo.
Esto significa que la urgencia planteada hace dos o tres años para modificar rápidamente las leyes y la Constitución hoy no es tan válida. Sí es necesario hacer cambios. En mi opinión sólo a las leyes, no a la Constitución. Pero -por curioso que parezca- dos años de crisis y este tercero de crecimiento modesto, nos dan más tiempo para una discusión y una decisión mejores. šSin duda!
NB. šQué bonita marcha por la paz la del sábado pasado! šFelicidades! Por cierto, suscribo la idea de Marco Rascón de portar el nombre. Con el Alzheimer sólo pudimos decir: ƑQué pasó carnalito, cómo estás?
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