Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Domingo 23 de febrero de 2003
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Política

Guillermo Almeyra

Los campesinos y la política

El frente campesino que se ha formado en torno de El campo no aguanta más no puede ser subestimado, ni mucho menos ignorado, porque no tiene precedente en la historia nacional y, además, podría tener efectos fundamentales para la democratización de la vida del país.

Nunca, en efecto, se habían unido tantas organizaciones de diferentes regiones y con diferentes intereses particulares (que van desde las tradicionales burocracias corporativas hasta organizaciones militantes como MAIZ o la UCIZONI) en torno de un proyecto de interés nacional (renegociar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, aunque sea sólo su rubro rural) y de un programa que esboza otro proyecto de país (las Seis propuestas de los campesinos). Jamás había sido tan grande y tan unitaria su movilización y jamás habían planteado los campesinos un germen de unidad con sectores obreros sindicalizados y sectores de la intelectualidad (por ejemplo, pidiendo asesores en medios académicos). Jamás se había presenciado tampoco una ruptura con el gobierno y un intento de autorganización de esta magnitud. Los campesinos, muchos de ellos desafiando órdenes de aprehensión, hacen política pública negociando contra el gobierno.

Por consiguiente, el hecho de que en este frente militen también charros sindicales y que algunos de sus iniciadores hayan firmado la contrarreforma salinista al artículo 27 constitucional, o busquen llevar agua a su molino electoral, es real, pero secundario. Nunca un movimiento se analiza o se explica a partir de su dirección transitoria. Al revés, el movimiento -o sea, la maduración de los campesinos, su hartazgo ante una situación insostenible- explica la adhesión de los charros de la CNC y los cambios políticos en los dirigentes que creían en las promesas salinistas.

Es real, igualmente, que el movimiento todavía no ha sido capaz de incorporar a varios sectores locales del campo, que están en lucha contra la política estatal, pero que desconfían de las organizaciones y de los partidos, y en particular a los campesinos indígenas (salvo los cafetaleros). Pero eso no se debe sólo a que los integrantes del movimiento sean sobre todo campesinos ligados al mercado (o sea, a que representen la mayoría de la población rural pero no toda ella) sino también al sectarismo y la falta de suficiente conciencia nacional de quienes, dirigiendo movimientos indígenas y campesinos, son incapaces de ver el interés general por sobre sus propios intereses locales y de tejer alianzas (o sea, de trabajar con los que piensan diferente).

Por otra parte, la única garantía contra el oportunismo político es la ampliación y profundización del frente, para establecer también un control de las bases sobre sus dirigentes y obtener una victoria para todos. Porque ningún sector aislado, por radical que sea, como Atenco u otros, puede encontrar una solución aislada a sus problemas, pues éstos son políticos y requieren un cambio profundo en el país.

Resulta también lamentable el temor a la política: el campo necesita hacer política (plantear e imponer sus propias reivindicaciones, unir a la lucha a otros sectores incorporando las reivindicaciones de los mismos, como una nueva ley que reconozca los acuerdos de San Andrés). Los métodos políticos van desde los decisivos (mantener y ampliar las movilizaciones y acciones directas) hasta los secundarios pero importantes (apoyo cultural, académico, jurídico, en la prensa, propaganda, cabildeo en el Congreso). Hay espacio para la combinación entre la política institucional y la política directa de los movimientos. Los indios ecuatorianos tienen su propio partido, el Pachakutik, y sus diputados; los bolivianos, el Movimiento al Socialismo, con su bloque de diputados. Los Sin Tierra brasileños que votaron por el PT y Lula: Ƒson acaso oportunistas y abandonaron las movilizaciones? ƑLos acuerdos de San Andrés no fueron fruto de esa combinación entre las dos políticas? ƑNo buscaban su aprobación por los diputados? ƑLa marcha zapatista para hacerlos aprobar no llegó a la Cámara de Diputados para cambiar la Constitución? ƑSi la mayoría de los legisladores fuesen dirigentes campesinos cuya carrera depende de sus bases, no sería acaso mejor?

Por supuesto que el objetivo no es tener decenas de diputados provenientes de la movilización campesina: ese es un subproducto, secundario pero importante, de la lucha por cambiar con la movilización la relación de fuerzas y la conciencia de las mayorías, y también de intervenir contra la guerra y de sacar al movimiento indígena del aislamiento en que está desde el fracaso de su acción para hacer aprobar los acuerdos de San Andrés.

Ningún movimiento social nace puro y con dirigentes nuevos, sin lazos con el pasado. Ningún movimiento de masas deja de hacer compromisos. El problema es que los mismos deben ser compatibles con los objetivos de la lucha y transparentes. El temor a ser utilizado o la competencia entre organizaciones lleva en cambio a la inmovilidad política, cuando lo que hay que hacer es apoyar, con todas las fuerzas, el reforzamiento del actual germen campesino de un frente social alternativo.

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