De John Lennon, Jimi Hendrix y Eric Clapton
a adolescentes pop semidesnudas
La piedra ha dejado de rodar: Rolling Stone
cumple 35 años
Para el crítico Sean Elder, de Salon,
la revista ''es una sombra de lo que fue''
Durante los recientes 12 meses sus ventas cayeron
entre 10 y 15 por ciento
JIM CASON Y DAVID BROOKS CORRESPONSALES
Washington/Nueva York. Rolling Stone, la
revista de la generación del rock&roll, cumple 35 años
este mes, pero este icono cultural estadunidense es ahora una piedra que
tal vez ha dejado de rodar.
Más bien, según afirma un amplio coro de
críticos, Rolling Stone se ha convertido en una aventura
comercial más, que trata de ocultar su falta de vitalidad con páginas
plenas de color, celebridad, y apuntes supuestamente excitantes, disfrazados
de contenido.
John
Lennon, quien fue la primera portada de la revista, lanzada en San Francisco
en 1967, ha sido sustituido por estrellas adolescentes comerciales semiencueradas
que invitan al lector a un poco de todo, pero, según una amplia
gama de críticos, más bien mucho de nada.
Esta fue la revista que manifestó, interpretó
y tradujo el nacimiento y evolución de la "contracultura" que nació
en los años 60. Fue uno de los vehículos más poderosos
en la creación del llamado "nuevo periodismo" a través de
las plumas de Hunter S. Thompson, Tom Wolfe, Cameron Crowe y las fotos
de Annie Liebovitz.
Esta tradición periodística convirtió
a la revista en el punto de referencia para entender no sólo las
fronteras culturales de este país, sino también los grandes
debates sociales y políticos, de la guerra de Vietnam a Watergate,
la energía nuclear y su amenaza, hasta la crisis del sida.
Entre sus grandes reporteros, como William Greider (ahora
corresponsal nacional de The Nation) y P.J. O'Rourke (ahora con
Atlantic Monthly), la revista publicaba comentarios sobre la coyuntura
política y social junto con largas investigaciones que eran consideradas
entre el mejor periodismo de este país. Sus famosas portadas siguen
como cuadros de toda una nueva cultura: Lennon y Yoko desnudos en la portada
del primer aniversario, Grateful Dead, Hendrix, Janis Joplin, Bob Dylan,
Bruce Springsteen.
La revista captó la evolución de la contracultura,
provocando controversias, criticando a la industria comercial de la música,
descubriendo nuevos artistas y rompiendo las reglas del establishment
de mil maneras.
Ecos distantes
Hoy la revista es parte de ese establishment y
sólo hay ecos muy distantes de lo que era esa contracultura, esa
rebelión cultural contra todo lo convencional de la vida estadunidense.
Existe un debate sobre si esto es culpa de los tiempos o de la revista.
Los críticos culturales preguntan si, 35 años después,
los tiempos han cambiado o la revista no ha logrado cambiar; si esos "tiempos"
se han acabado, o si la revista ha perdido su interlocución cultural;
si esa generación de hippies que le dio vida se ha convertido
en una de yuppies que leen Rolling Stone para sentirse en
"la onda", o si esa rebelión cultural resumida como "los sesenta"
ya es pura nostalgia, y que esta revista que nació de un vínculo
esencial entre sus periodistas y el momento contemporáneo en que
vivían, del cual no sólo eran observadores, sino participantes.
Rolling Stone no sólo ya no es un vehículo
único, sino que los críticos señalan que cada día
es menos distintiva entre un universo de publicaciones. También
indican que aunque sigue como proyecto "exitoso" -su circulación
se mantiene en 1.25 millones-, durante el último año sus
ventas en puestos se han desplomado entre 10 y 15 por ciento, síntoma
de que está perdiendo más terreno.
Hay por lo menos otras cuatro o cinco publicaciones ahora
consideradas más importantes para entender el mundo musical y cultural
contemporáneo (entre ellas Blender, Spin, las inglesas Mojo
y Q), y desde hace tiempo los críticos se han preguntado
si Rolling Stone aun llena una necesidad o aporta algo nuevo.
No son pocos los que dicen que Rolling Stone está
entre las últimas en captar "lo nuevo", no sólo por lenta,
sino porque el lector joven ya no comparte que es hip con lo que
declara la revista. Críticos desde la revista cibernética
Salon hasta los más establishment del New York
Times, el Observer de Londres y hasta los de publicaciones especializadas
en mercadotecnia cuestionan si Rolling Stone podrá rescatar
su papel en el mundo cultural contemporáneo.
En
una columna aparecida en Salon, el critico cultural Sean Elder señala
que la revista "ha sido una sombra de lo que fue durante tanto tiempo que
la mayoría de nosotros ya nos olvidamos de cómo era". Para
él, al transformarse Rolling Stone en una revista como "decenas
de otras, ha perdido su razón de ser. Nunca fue su intención
ser la revista primaria del negocio de la música (Billboard
aún hace eso muy bien, gracias); si algo, su intención era
mentarle la madre a ese negocio, así como a las publicaciones de
revista en general, a la televisión, a Madison Avenue (la industria
de publicidad), al Pentágono, etc. Sin esa actitud contraria...
Rolling Stone parece como un anacronismo...."
Sean O'Hagan, de The Observer, comenta que Rolling
Stone enfrenta un dilema editorial: "cómo reinventarse en estos
tiempos mientras se mantiene fiel a sus valores tradicionales". Añade:
"de muchas maneras, su crisis de identidad actual, aunque grave, no es
nueva o sorprendente, y tiene sus raíces en.... (la idea de su director)
de que su revista anteriormente radical sólo puede sobrevivir y
prosperar intentando ser todo para todos sus lectores", y esa confusión
es lo que está llevando esa publicación a la deriva.
Crisis de identidad
Reconociendo la necesidad de cambiar a los 35 años
-tanto por la intensa competencia como por una creciente percepción
por nuevos lectores jóvenes de que es de otra generación,
que es la revista más bien de "tus padres" y que los intentos de
remodelarla no han logrado que recupere su posición antes privilegiada
de vanguardia cultural-, el fundador y dueño, y aun director general,
Jann Wenner, decidió apostar a un cambio mayor.
En
septiembre, Wenner instaló a un nuevo director -el inglés
Ed Needham-, quien fue director de FHM, revista ultra comercial
muy exitosa dedicada a los antojos de hombres jóvenes con poca atención
-notas breves, poca profundidad, fotos con mucha piel sin ropa- primero
en Inglaterra y después en Estados Unidos, para revitalizar Rolling
Stone.
Con esta decisión, Wenner logró provocar
algo que no había hecho Rolling Stone en largo tiempo: controversia.
En los últimos dos meses, los medios, críticos, lectores
y ex colaboradores se dedicaron a expresar sus opiniones, a preguntarse
si esto marcaba el fin del gran templo de la contracultura y la música
contemporánea, si Rolling Stone ya había cedido ante
las convenciones comerciales y culturales contra las cuales antes se había
proclamado en rebelión. Para algunos marcaba el resultado lógico
de una larga transformación definida más por ambiciones comerciales
de Wenner, para otros era el rescate de un icono y un cambio necesario,
natural y realista para un proyecto cultural que cumplía 35 años.
Wenner comentó, en una entrevista con AdAge.com
(publicación especializada del mundo de la publicidad), sobre la
necesidad de un drástico cambio de su revista: "tal vez hay un cambio
generacional. Tal vez hay un mayor significado. Pero Rolling Stone
tiene que ser tan relevante hoy como lo fue hace 25 o 30 años. Y
el hecho de que la cultura pop sea diferente y más comercial de
que haya más medios hoy... no es mi chingada culpa".
Con Needham, cuyo primer número salió el
19 de septiembre, el nuevo diseño reduce el espacio para los clásicos
reportajes amplios de investigación, incluye más gráficas,
recuadros, y algunas páginas se parecen más a un sitio de
Internet muy ocupado. El número que circula en los puestos contiene
notas políticas, incluso una mesa redonda sobre petróleo,
la guerra contra Irak y la energía alternativa en la que participan,
entre otros, un ejecutivo de la British Petroleum y el analista Michael
Klare (colaborador de La Jornada). O sea, no se ha borrado por completo
el concepto original, y Needham ha dicho que mantendrá aspectos
tradicionales de esta revista mientras intenta actualizar otros.
Algunos críticos dan la bienvenida a un mayor espacio
para reseñas y entrevistas de músicos, pero otros se quejan
de que lo anunciado como "nuevo" ya ha sido descubierto por otros medios
semanas y hasta meses antes -incluso por revistas mucho más "serias",
como The New Yorker.
Para Jim Harris, estratega de mercadotecnia, este es un
punto critico para cualquier revista: "o vas para la juventud, o envejeces
con gracia. Rolling Stone ha decidido que no va a envejecer con
gracia. La pregunta es ¿cómo va a resultar la cirugía
plástica?", dijo a AdAge.com.
Sean Elder, de Salon, señaló que
la intención de Wenner de captar tanto a su viejo público
como al nuevo era la raíz del problema para la revista, y opinó:
"es demográficamente imposible complacer tanto a fanáticos
del rock de 49 años de edad como a los que se les para caminando,
que son los que compran la revista FHM. Entonces ¿por qué
intentarlo?"
No es la primera vez que Rolling Stone sufre una
crisis de identidad. La sede de la revista cambió de San Francisco
a Nueva York en 1977, en un esfuerzo por mantenerse a la vanguardia del
mundo cultural. En 1985 la revista reveló su esquizofrenia a través
de una famosa campaña para atraer más publicidad empresarial
en sus páginas. Según recuerda el crítico de medios
Danny Schechter, de MediaChannel.org, la revista buscaba publicidad
"respetable" y lanzó una campaña con el tema "percepción/realidad"
que ofrecía imágenes de hippies con símbolos
de paz frente a un vocho bajo el lema "percepción" (o sea,
la imagen que los empresarios podrían tener del lector de Rolling
Stone) y del otro lado había unos yuppies frente a un BMW,
bajo el lema "realidad" (o sea, éstos eran los lectores reales de
la revista).
Según
Schechter, la campaña fue efectiva para reposicionar a la revista
en una "dirección corporativa". Tal vez la crítica reciente
más severa a Rolling Stone fue publicada en una columna editorial
de ese bastión del conservadurismo que es el Wall Street Journal,
la cual acusó a Wenner de guiar a una revista "sin vida" y afirmó
que "el hecho de que Rolling Stone sea una 'institucion' revela
que no es más contracultural que el Caballero Mick Jagger". Con
el cambio de director, señaló, Wenner ha confesado que su
revista "ya no es iconoclasta o hip, ni una guía de las tendencias
culturales".
Sin embargo, esa "institución" permanece como la
revista más exitosa de la cultura popular, y aun cuenta con un peso
enorme en el mapa cultural contemporáneo del país. A pesar
de lo que digan todos los críticos, el hecho es que más de
un millón de lectores siguen manteniendo a Rolling Stone
como la revista de mayor presencia en su rubro.
Así, aún está por verse si esa piedra
ha dejado de rodar o si es hora de recordar el famoso dicho de uno de los
líderes de los 60, Jerry Rubin: "no confíes en nadie mayor
de 30 años".