Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Martes 24 de diciembre de 2002
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Editorial
WASHINGTON-PYONGYANG: DUELO DE AMENAZAS

Las amenazas formuladas ayer contra Corea del Norte por Donald Rumsfeld, se- cretario de Defensa estadunidense, en el sentido de que su país está "en capacidad de librar dos grandes conflictos regionales a la vez" constituyen una confirmación más de la determinación de Washington de someter, por los medios que sean, a cualquier nación, régimen o grupo que se oponga a sus intereses y que implique, incluso de forma mínima, un reto a la hegemonía mundial de Estados Unidos.

Rumsfeld respondió así a la reactivación del programa nuclear norcoreano -el gobierno de Pyongyang habría retirado este fin de semana el equipo de videocámaras de vigilancia instalado por la ONU en un reactor que, según denuncias, podría fabricar material para armas nucleares- y, con ello, salta un nuevo foco de tensión internacional. Ya en 1994, las actividades en esa misma central nuclear y sus presuntas capacidades militares estuvieron a punto de desatar una ofensiva estadunidense contra Corea del Norte, pero el conflicto pudo, en esa ocasión, ser desactivado mediante un acuerdo negociado entre ambas partes. Ahora, cuando Estados Unidos se apresta a la invasión de Irak y al derrocamiento del régimen de Saddam Hussein (ayer un avión espía estadunidense no tripulado fue abatido por baterías iraquíes), el gobierno de Bush muestra nuevamente los dientes y, aunque se dice dispuesto a encontrar una solución pacífica que evite una escalada militar en la península coreana, afirma con intransigencia que sólo dialogará si Pyongyang suspende definitivamente su programa de armas nucleares, algo que Corea del Norte no parece, por el momento, dispuesta a aceptar de forma unilateral. La polarización de ambas posiciones es un mal augurio para la estabilidad y la paz en el mundo.

Con todo, la arriesgada decisión del régimen norcoreano de lanzarse a la producción de armamento atómico es en sí misma un acontecimiento preocupante y negativo, pues implica no sólo la agudización de las tensiones a escala mundial y la vulneración de los acuerdos de no proliferación nuclear sino, también, el agravamiento de la terrible situación en la que se encuentra el pueblo de ese país, azotado duramente por el hambre y la pobreza. La construcción de un arsenal nuclear desviará a fines bélicos los escasos recursos del gobierno de Pyongyang, implica la suspensión de la asistencia internacional a Corea del Norte y enciende la posibilidad de una guerra que sólo traerá desgracia y desasosiego. Por ello, la moderación política y diplomática de ambas partes, pero sobre todo de Estados Unidos, resulta indispensable para evitar la guerra y prevenir nuevos desastres humanitarios en esa región de Asia.


 

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