Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Lunes 23 de diciembre de 2002
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Cultura

Hermann Bellinghausen

Aceite de zorrillo

Las estacas de la fallida cerca transcurren en fila como patas de flamingo sin flamingo. Los maizales ya fueron "doblados" por los campesinos y la maleza verde trepa las cañas ocre de la milpa seca.

Emigdo bordea la cerca por el terregal rumbo al pueblo. Lleva agarrado entre el pulgar y los otros dedos, con cierta delicadeza, el pescuezo de un zorrillo. El animal, negro y hermoso, exánime, es de suponer que muerto.

ƑOlor? Vagamente; sólo un dejo. Pero penetrante. Aún a microdosis, cuando huele a zorrillo, huele a zorrillo.

Junto a la cerca pelona sobresalen del paisaje marrón y pardo del invierno las figuras endomingadas de los hermanos Cabacho. Llevan los tres blusa roja, pantalón y sombrero negros. Hildo, el menor, viste además chaleco de cuero negro. Esperan las corrida de las cuatro, con todo y bicicletas.

En cuanto ven venir a Emigdo, se interesan, y empiezan a murmurar. Ese Emigdo tan raro, ha de hacer brujerías, dice uno. Yo siempre he dicho, secunda el otro.

-Oh, ya déjenlo -protesta Hildo-, cada quien su cacería.

Emigdo pasa frente a ellos y no deaprovecha para soltarles:

-Y ora qué, Ƒtocan en la misma orquesta? Chulas las blusas.

-šLa concha te ponga! -lo increpa Albino, el bigotón de las Cabacho.

-Albino, bájale -suplica y ordena Hildo.

Albino es bravero, todos saben. Y Emigdo, raro y todo, no es uno que se deje. A Hildo le desagrada la violencia. Bueno, en realidad a todos, con excepción de Albino y sus cuates.

De la arboleda sale una columna de tierra que anuncia la corrida. Albino anda picando pleito. Su hermano Secundino, como su nombre lo indica, siempre lo secunda. Hildo de eso siempre se encabrona. Dice Secundino:

-ƑSe imaginan tener al brujo éste a la altura de unos buenos chingadazos?

-Y más si a uno le gusta quemar pólvora -contribuye Albino al "te imaginas" de Secundino, y silba mofletudamente "chuzuy, chuzuy" mientras con las dos manos dispara una ametralladora como en las películas de guerra.

Emigdo queda al otro lado del camión que se detiene trabajosamente donde los Cabacho le hacen parada. Baja el cobrador, que es un encleque, para ayudarlos a trepar las bicis en la canastilla. Albino desde el techo del camión, por no quitar el dedo del renglón, le alza el puño a Emigdo, que ya no lo mira y prosigue rumbo al pueblo con su fiambre. A prudente distancia lo siguen Burbuja y otros dos perros desconocidos.

El camión ruge entre polvo y humo negro y se pierde a la vuelta de la cerca de estacas tristes, sin flamingo que las adorne, ni ramas.

Emigdo cruza la barrera de luz que separa el patio y la sombreada cocina donde su mujer ejerce de madre y abuela, cocinera y bordadora, comadre y comadrona. Antes de verlo, Camila ya sabe, y dice, ni siquiera volteando:

-Ya traes otro zorrillo, viejo. Vaya pues.

Emigdo ríe guturalmente. No pretende justificarse cuando dice:

-Se me vino a cruzar en el potero, andaba yo acarriando la manija del trapiche, lo miro al condenado y que le sueno.

-ƑCon la manija? Ay Emigdo. ƑY qué le vamos a hacer? -se desconsuela Camila, conociendo la respuesta.

-Lo de siempre, vieja.

El dichoso aceite deja apestando la casa una semana. Y sí, se vende bien en La Comarca los días de plaza. La gente lo lleva mucho. Pero no paga la asquerosidad. Todo esto implica la expresión telegráfica de Camila:

-Asquerosidad.

-Ni modo de dejarlo ir, si Diosito mismo me lo están mandando a mi camino -siempre sí se justifica Emigdo.

-Vaya y sea -admite Camila, que va por los trastos y las muchachas, para no retardar el procedimiento. Cuanto antes mejor.

-Estaban esos Cabacho en la cerca.

-ƑY luego? -dice Camila.

-Lo mismo de siempre. Ya ves los dos mayores. Pura bronca de boca.

-Bien que te gusta picarlos, viejo.

-No es eso.

Burbuja ladra dos veces para ahuyentar a los intrusos, y se relame los bigotes. Tarde o temprano, esa carne la habrá de tocar. La gente puede que no, pero los perros sí comemos zorrrillo, piensa Burbuja. No se va a poner sus moños.

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