Montaje preliminar
Salón México, en el Metropólitan
En enero se presentará la obra completa, afirma
Arturo Peniche
JAIME WHALEY
Un espléndido ejercicio estético resultó
el montaje preliminar de la obra Salón México, el
pasado jueves, en el teatro Metropólitan.
La obra, que se pretende dar a conocer completa en los
primeros meses de 2003, recrea una noche de aniversario del popular centro
de esparcimiento, ya desaparecido, al que se conocía como La
catedral del danzón, ritmo que, dicen los que saben, es la realización
vertical de un deseo horizontal. La escena representada, concretamente,
se ubica el 20 de abril de 1934, cuando se monta en el escenario un concurso
de baile.
La
función del jueves, una de dos que inicialmente se tenían
programadas -la segunda, proyectada para el viernes, tuvo que cancelarse
debido a compromisos del elenco-, fue propiamente el prolegómeno
de lo que la empresa intenta montar.
Libro sobre la historia del salón
"Creemos que para enero ya debe de estar lista la obra
en su totalidad", señaló Arturo Peniche, de la empresa Promatco,
que a la par del montaje de la obra presentó un libro sobre la historia
del México.
La obra, melodrama que tiene como parte fundamental un
concurso de danzón en el que se siguen las reglas de que la pareja
debe bailar en un espacio de 70x70 centímetros con cinco dedos de
separación entre sus cuerpos y pasos de punta y tacón, sin
levantarlos más de tres centímetros, fue preparada por la
coreógrafa Beatriz Cecilia, quien también toma parte en el
personaje de Amira, la dama rica que asiste al México por un romance
que sostiene con el Dandy, uno de los tantos gigolós que
frecuentaban el sitio y cuyos amores se disputa con Celesta, la fámula
de barrio y excelente bailadora.
La función del jueves se vio distinguida con la
presencia de luminarias como Tongolele y María Rojo, entre
otras, quienes al concluir la trama aceptaron la invitación para
subir al escenario y reventarse un clásico danzón, interpretado
por Dimas, que tiene a su cargo el respaldo musical en la obra.
Al final, la durable Tongolele aceptó que
el danzón "es sabroso", aunque se disculpó y dijo no recordar
si alguna vez había asistido al Marro, como también
se conocía al México. "De veras yo no salía ni a la
calle, era exclusiva del (teatro) Follies", aseveró.
Buen montaje; hay detalles de la época
La obra está bien montada, con sus coloridos vestidos
de época, buenos bailarines -consiguieron parejas que bailan semanalmente
en distintos salones-, y hasta se presentan detalles como un vehículo
de esos años, un flamante Packard que es propiedad del Museo del
Automóvil.
El libro, que recoge testimonios de gente como José
Luis Cuevas, -quien confesó que era asiduo visitante al salón
y dijo que del danzón debería exponerse más entre
los jóvenes que ahora escuchan una "música horrible"-, se
pondrá a la venta en los próximos días.