Se enfrentó a dos juicios: el rarámuri
y el consuetudinario
La tragedia de una mujer india, en un documental
Mercedes Moncada y Javier Morón, los autores
ANGEL VARGAS
María Elena es una indígena rarámuri
que, tras la muerte de su hijo mayor, atropellado por una mujer blanca,
no tiene cabida en su comunidad en la Sierra Tarahumara ni en la sociedad
mestiza de la capital chihuahuense.
No obstante que el pequeño se le ha aparecido en
sueños para perdonarle su descuido, la exclusión de ambos
mundos la tiene en el umbral de la locura, desesperada por no encontrar
comprensión ni justicia de un lado ni del otro.
Una
casualidad, sin embargo, le habrá de cambiar tal panorama e incluso
la ayudará a sanar su dolor y reintegrarse con los suyos.
Esa circunstancia fortuita es la llegada a su vida de
Mercedes Moncada y Javier Morón, un par de jóvenes progresistas
-socióloga ella, cineasta él- que viajaron a Chihuahua para
realizar un documental.
El azar es un factor determinante en esta historia, pues
Mercedes y Javier se toparon con María Elena de manera accidental.
Inicialmente la pareja aprovecharía la marcha zapatista de 2001
para filmar el factor común en las exigencias que hermanan a las
comunidades chiapanecas con las de otros estados del país.
"Pero como la presencia de la marcha era demasiado fuerte
para hablar de otra cosa -platican-, decidimos enfocarnos mejor a un tema
que tuviera que ver directamente con leyes indígenas y nos pusimos
a buscar personajes.''
Así fue que luego de algunos meses dieron con el
caso de la indígena rarámuri, quien estaba siendo sujeta
a un doble juicio: el de su comunidad, bajo los preceptos de los usos y
costumbres, y el legal de las autoridades de Chihuahua.
De esa manera nació el documental La pasión
de María Elena, escrito y dirigido por Mercedes Moncada, que
se encuentra ya prácticamente listo para su exhibición, después
de una serie de eventualidades: desde la difícil tarea de convencer
a la protagonista que contara su historia frente a la cámara cinematográfica
hasta ser sometidos a un juicio rarámuri para permitirles la entrada
a la comunidad indígena.
De 74 minutos de duración, el documental centra
su discurso narrativo en símbolos e imágenes oníricas.
Es una forma de "suavizar" las trágicas situaciones experimentadas
por la mujer indígena y, al mismo tiempo, realzar el papel protagónico
de lo sueños y su interpretación en el acontecer diario de
los rarámuris.
"Lo que me interesa con esta historia es contar la forma
en que un incidente puede cambiar de manera abrupta la vida de cualquier
persona. En el caso específico de María Elena, la manera
en que la muerte de su hijo dejó al descubierto algo que en México
se maneja sólo a nivel discursivo: la falta de respeto a los derechos
humanos, en particular de los indígenas", indica Mercedes.
"Mi intención no es hacer política, sin
embargo es una situación que se encuentra implícita en el
desarrollo de la película, con las circunstancias que vive María
Elena y cómo es tratada en su comunidad y en la ciudad de Chihuahua."
La socióloga, al igual que Javier Morón,
acepta que a raíz del alzamiento zapatista el indígena ha
sido un tema que se ha puesto de moda en diversos sectores, entre ellos
el artístico, con lo cual muchas veces se le ha trivializado.
Subrayan que no es el caso de su obra: "Nuestro trabajo
es una historia de personajes, no un retrato de cómo es la vida
en la comunidad rarámuri. Nuestro tratamiento del tema no incurre
en ninguna moda. La manera en que se retrata al personaje y sus circunstancias
lo hacen universal; María Elena puede ser de cualquier parte del
mundo".
La pasión de María Elena es un "trabajo
romántico", pues fue hecho de manera independiente, con recursos
que los realizadores recibieron de amigos cineastas. Ya terminado el rodaje,
se recibió el apoyo del Sundance Institute y la Universidad Autónoma
de Guadalajara. Actualmente los autores se encuentran en negociación
para estrenarlo en diversos festivales, tanto nacionales como del extranjero.