Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Domingo 15 de diciembre de 2002
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Cultura

Bárbara Jacobs

Doctor Johnson, detective

En una biblioteca de unos 300 volúmenes, dedicada en gran parte a temas de historia y a novelas clásicas de misterio, no resultaba extraordinario que destacara un libro cuyos título y subtítulo -Dr. Sam: Johnson, Detector, Narrated as from the Pen of James Boswell (Dr. Sam: Johnson, Detective, Narrado a la manera de James Boswell)- aludieran no sólo a la literatura, sino también a uno de los momentos más sofisticados de la misma. El nombre del autor no me dijo nada, Lillian de la Torre; pero es que, al lado del de Johnson y Boswell, qué me iba a poder decir.

La heredera me invitó a llevarme el libro que me gustara, más el instinto de conservación me guió a sugerirle que, antes de dar marcha a la dispersión de sus libros, me permitiera hacer un inventario de ellos; el temor a no volver a verlos reunidos, así como a desconocer el destino que les esperaba, me impedía llevarme el que había llamado mi atención; pero, a pesar del trabajo de bibliotecario fallido que mi oficiosidad me echaba encima, me alentaba la perspectiva de conocer de cerca al dueño, que acababa de morir, mediante los títulos de los libros que no perdió, y que amó, a lo largo de unos 90 años.

Una vez de acuerdo en que la biblioteca permanecería intacta mientras no la inventariara yo, acepté tomar prestado el de Johnson y Boswell, para examinarlo fuera del contexto en el que lo encontré.

Como objeto, es bello y valioso. Se trata de un libro escrito en inglés, cuya primera edición fue publicada en Nueva York por Alfred A. Knopf en 1946. Tapa dura; ilustrado; con una nota sobre el tipo empleado, y varias sustanciosas sobre el origen histórico del contenido del libro. Papel mate; con camisa. En una de las solapas, datos acerca del autor y una fotografía. Al verla, pensé en lo que pienso al oír viejas grabaciones de canción popular, que hay tonos o usos que ya no se estilan. Lo mismo me ocurrió al observar la fotografía de Lillian de la Torre. Aunque el peinado tampoco está ya de moda, ni el collar ni lo que se alcanza a ver del escote sean de los que hoy se usan, es la expresión de la autora lo que me lleva a pensar que ya no es de las que se dan ahora.

Al parecer, Lillian de la Torre nació en Nueva York en 1902. Estudió y se doctoró en universidades de prestigio de Estados Unidos, como son Columbia y Radcliff. Se casó con un profesor de literatura inglesa, especialista en el siglo XVIII, época ésta de dichas letras en la que ella asimismo se especializó. Pero lo que la diferenció de su marido fue que ella era, además, lectora aficionada de novelas de misterio, y ya autora de Elizabeth is missing (o, Elzabeth, desaparecida).

En el prólogo a Dr. Sam: Johnson, Detector, Lillian de la Torre me revela qué estaba haciendo su libro entre los de historia y misterio que constituían el grueso de la biblioteca que salvé de ser saqueada, privándome de ser su primera, salivante, saqueadora. Resulta que Dr. Sam: Johnson, Detector es un volumen de cuentos de misterio. Por más que la información me explicara el misterio que representó ese libro en sí entre los otros que he mencionado de aquella biblioteca, me decepcionó que fuera coherente con ellos y que, en cambio, por serlo, no me acercara más a quien había sido su dueño, ya que no se refería a Johnson y Boswell según sus identidades literales, que habría sido lo que me hubiera acercado más a quien lo adquirió en los años cuarenta, y lo dejó en herencia a finales de los noventa, sino a identidades más bien ficticias.

No obstante, al ser un libro de ficción, pero escrito por una especialista en el siglo XVIII inglés, amante admiradora de aquella época en general, y de la pareja del lexicógrafo y su biógrafo en particular, es un libro sin ninguna duda interesante, histórico y literario a la vez, escrito, como se advierte en el subtítulo, a la manera de Boswell, es decir, indudablemente muy bien recreado, tanto literaria como ambientalmente. Datos que explican, además, por qué, libro y autor, pasaron inadvertidos. ƑO alguien sabe qué fue de Lillian de la Torre? Tener que formular semejante pregunta, lleva implícita la augurosa terrible respuesta.

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