El corazón de la noche reúne
relatos escritos por la periodista hace más de 12 años
Cristina Pacheco escribe con la memoria y la imaginación
y a veces para el olvido
En asuntos relacionados con la dignidad, lejos de avanzar
retrocedemos, dice
''Crecí en un medio en el que contar historias
era lo más importante''
RENATO RAVELO
Escribir es una forma de amor y de egoísmo, opina
Cristina Pacheco, quien ofrece una prueba de que sus textos resisten el
peor de los jueces: el tiempo, ya que los relatos que aparecen en El
corazón de la noche fueron escritos hace más de 12 años
pero no perdieron actualidad estética en la nueva edición
con Plaza & Janés. ''Escribe uno con la memoria y la imaginación,
a veces incluso para el olvido.''
A
Cristina Pacheco le pasa, concede, como en su tiempo a Fernando Benítez,
a quien los periodistas consideraban investigador y los investigadores
periodista: ''Sé que muchos escritores ven mi trabajo con desconfianza,
porque tengo una actividad periodística muy fuerte y se preguntan
cómo puedo dedicarme a la literatura. Me dedico, primero, porque
me interesa muchísimo. En segundo lugar, el tiempo que otros usan
para otras cosas lo utilizo para escribir. Cuál es el resultado,
no sé si es bueno o malo, pero eso le da sentido a mi vida".
Estos 29 cuentos de El corazón de la noche
visitan esos personajes que Cristina Pacheco acostumbra en su mirada, lo
mismo periodística que literaria. Pertenecen a un momento politizado,
pero no por ello se contextualizan (''fue gracias a Manuel López
Gallo de Ediciones El Caballito en 1990, en un momento difícil").
No se basan en personajes que haya conocido, salvo el que le da nombre
al libro: un muchacho me habló a mi casa para decirme que una patrulla
golpeaba a una prostituta. A veces creo que en asuntos relacionados con
la dignidad lejos de avanzar hemos retrocedido".
Gusto por el detalle
Pacheco admite que en sus textos la emoción la
arrastra, y trata de equilibrarla. Muchos, cuenta Cristina, ''se acercan
conmigo para contarme su historia y que a su vez yo la cuente. Nunca lo
he hecho porque por obligación ética tendría que hacerlo
de la manera que ellos quieren y no me parece. Crecí en un medio
donde contar historias era lo más importante".
Dos horas diarias dedica Cristina Pacheco a la escritura
y puede lanzarse desde una imagen, ''como en un terreno, a construir esa
casa que me gustaría" o sólo divagar. Gusta mucho del detalle,
pero sabe que el género que escogió la limita a contar de
la manera más sencilla y directa, sea en su Mar de historias
o en otras colaboraciones.
-¿Esto permite la evolución para llegar
a la madurez literaria?
-Estoy muy lejos de alcanzarla. He vencido el temor de
no poder rebasar un límite de espacio. El hecho de haber escrito
tanto tiempo para La Jornada (cosa que me llena de alegría),
temí que me hubiera condicionado a no rebasar las cinco cuartillas
semanales. Antes abarcaba 10 temas en un cuento, ahora no, pues desnudo
completamente el texto. Hago sencilla la escena que me cuesta mucho trabajo.
En compensación acabo de escribir una novelita para niños
en la que me demoro mucho más, juego con los detalles.
Experimento con la libertad
-¿El gran salto sería la novela?
-Sería escribir de repente fuera de los límites,
detenerme menos con los personajes. Escribo otro texto mucho más
grande. El formato que he manejado hasta ahora me sirvió para disciplinarme
y contener la imaginación. Ahora experimento con la libertad.
-¿El corazón de la noche se parece
al cuento en que una señora es protegida por sus 11 hijos, todos
unidos alrededor?
-No lo creo, son cuentos como individuos que incluso no
me protegen, creo que me exponen, siento que muestro demasiado. Escribir
le da a uno miedo. No traslado personajes de la realidad a la literatura,
algún gesto se queda y, un día que necesito una señora,
aparece de las gavetas de la memoria.