Con cinco lanzamisiles rusos resguarda la zona petrolera de la Sonda de Campeche
Tras el 11-S la Armada de México decidió adquirir defensa antiaérea
JESUS ARANDA
Los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos revelaron la frágil defensa -por no decir nula- que tenían las instalaciones estratégicas mexicanas, particularmente la zona petrolera de la Sonda de Campeche.
Por ello el alto mando de la Armada de México giró instrucciones para adquirir defensas antiaéreas, con el objetivo de resguardar al menos esas instalaciones vitales.
Así, en mayo pasado arribaron al país los primeros cinco lanzadores de misiles rusos Igla; son portátiles, pero tienen la capacidad de fuego suficiente para resguardar la reserva petrolera y de extracción de crudo más importante del país.
Después de analizar diversas opciones en el mercado de las armas la institución optó por los misiles rusos, ya que se le ofreció un paquete que incluía la posibilidad de que marinos mexicanos realizaran prácticas de capacitación sobre el uso de esas armas en Rusia, además de la posibilidad de adquirir equipo complementario de monitoreo, lo que elevaría la capacidad de respuesta en caso de agresión.
De acuerdo con fuentes navales consultadas, esas cinco plataformas de lanzamiento se convierten en el arsenal más moderno con que cuentan las fuerzas armadas.
No obstante, a nivel internacional ese tipo de equipo de defensa aérea forma parte del armamento común que poseen ejércitos y armadas de otros países.
La Armada de México pudo adquirir esas plataformas, aceptaron fuentes oficiales, sólo porque después de los atentados el tema de la seguridad y la posibilidad de un ataque terrorista en instalaciones estratégicas exigía la adopción de medidas eficaces de salvaguarda; de lo contrario, difícilmente contaríamos en este momento con ese equipo.
Los cinco lanzamisiles Igla fueron ubicados de inmediato en plataformas petroleras y los buques que vigilan el área de la Sonda de Campeche.
Este armamento se caracteriza por su poder de fuego, pero también porque, al ser portátil, su movilidad y capacidad de defensa se incrementa de manera sustancial. Debido a que cada artefacto pesa 17 kilogramos y su tubo de lanzamiento mide 1.70 metros, no requiere de mayores instalaciones para ser disparado y puede ser accionado por una sola persona.
El tamaño de las piezas -que en total tuvieron un costo de 21 millones 400 mil pesos, cifra un poco superior al costo de dos de las 40 lanchas interceptoras suecas que tiene la Armada- permite que sean llevadas a bordo de los buques que patrullan constantemente las plataformas petroleras de la Sonda de Campeche.
Eventualmente los lanzamisiles pueden transportarse en cualquiera de las lanchas interceptoras que vigilan la zona y alcanzan velocidad de más de 50 millas náuticas.
Además, pueden ubicarse en lugares estratégicos de las propias plataformas, lo que también permite repeler cualquier ataque vía aérea o marítima en contra de las instalaciones petroleras.
De acuerdo con datos del Ministerio de Defensa de Rusia, el lanzamisiles Igla está destinado a blancos de baja altura que se aproximen a un objetivo determinado.
Cada lanzamisiles incluye un mecanismo para la ubicación de un objetivo, equipo de mantenimiento y entrenamiento, así como misiles 9M39, que tienen un alcance máximo de 12.5 kilómetros a una altura máxima de 3 mil 500 metros. Cada misil alcanza una velocidad de 400 metros por segundo y requiere de 13 segundos de preparación para ser disparado.