"Echarle tierra" equivaldría a "aprobar
la impunidad y violar el estado de derecho"
La investigación sobre la guerra sucia debe
seguir, dice el obispo Sergio Obeso
Expresa su rechazo a la tesis del cardenal Norberto
Rivera de "dejar el pasado atrás"
JOSE ANTONIO ROMAN
Aunque desde una visión pragmática sería
mejor olvidar los crímenes del pasado, no se puede aprobar que actos
tan graves queden sin justicia, afirmó el presidente de la Comisión
de Pastoral Social del Episcopado Mexicano, Sergio Obeso Rivera. "Renunciar
a seguir el cauce de la investigación o echarle tierra significaría
aprobar la impunidad y la violación del estado de derecho", advirtió.
El prelado se manifestó por continuar con las investigaciones de
la llamada guerra sucia.
Contrario a la opinión del cardenal Norberto Rivera
Carrera, quien hace unos días declaró que sería mejor
que México tomará el ejemplo español y construyera
su futuro dejando atrás el pasado, el también arzobispo de
Jalapa sostuvo que la justicia tiene un valor incalculable, y que cuando
ésta se aplica correctamente tiene una infinidad de repercusiones
positivas en la sociedad.
"Respeto las declaraciones de otros arzobispos. No me
estoy haciendo portavoz de la Iglesia mexicana, sólo estoy diciendo
mi opinión. Pero renunciar a seguir las investigaciones suena como
favorecer la impunidad", dijo Obeso Rivera, quien durante tres periodos
ocupó la presidencia de la Conferencia del Episcopado Mexicano.
En
conferencia de prensa, junto con el obispo de Saltillo, Raúl Vera,
la Comisión Episcopal de Pastoral Social (CEPS) dio a conocer una
declaración que es fruto del encuentro entre defensores de derechos
humanos, realizado hace un par de semanas en Tlapa, Guerrero. En el texto
se exige al gobierno de México ratificar la declaración sobre
los derechos y deberes que tienen los individuos, grupos e instituciones
dedicadas a la defensa de los derechos humanos.
A más de un año de la muerte de Digna Ochoa,
defensora de derechos humanos, la comisión pide también que
el gobierno federal emprenda una real lucha contra la impunidad de quienes
siguen violando derechos humanos, mientras la sociedad es invitada a fortalecer
aún más su compromiso con esas garantías.
Se reconoce que en años recientes se ha ido ganando
terreno en el campo de los derechos humanos, lo que ha incidido en procesos
electorales imparciales. "Sin embargo, de manera paralela la construcción
de un estado de derecho respetuoso de los derechos humanos es una de las
tareas pendientes de nuestra transición, pues las viejas prácticas
de abusos, corrupción, discriminación e impunidad por parte
de agentes públicos todavía prevalecen, especialmente en
contra de habitantes de regiones rurales y urbanas pobres en el norte,
centro y sur del país", se expone en la declaración, leída
ayer por el presbítero José Antonio Sandoval, secretario
ejecutivo de la CEPS.
Durante la conferencia de prensa, Raúl Vera López,
antiguo obispo coadjutor de San Cristóbal de las Casas, dijo que
la violación de los derechos humanos también se da en el
plano de la "violencia estructural". El actual sistema económico
neoliberal tiene sumida a gran parte de la población en la pobreza
y la marginación, subrayó.
"La primera gran violación a los derechos humanos
es la pobreza y el hambre", indicó el prelado, quien aseguró
que el país "ya está en el camino del colapso, del caos y
de la protesta", pues se reducen cada vez más las posibilidades
de que las personas salgan adelante.
Recordó las cifras oficiales y las declaraciones
de diversos funciona- rios públicos y de la banca nacional e internacional
en el sentido de que ni en éste ni en el próximo año
habrá una recuperación real en la generación del empleo,
situación que se agravará todavía más con la
crisis del campo, tras la liberalización de los aranceles a las
importaciones de los productos agropecuarios a que obligará el Tratado
de Libre Comercio de América del Norte en enero próximo,
.
Tanto Obeso Rivera como Vera López criticaron severamente
el modelo económico neoliberal. Coincidieron en señalar que
en reiteradas ocasiones la jerarquía eclesiástica ha expresado
la necesidad de "estudiar correcciones sustanciales". El modelo actual
genera un mayor número de pobres, es excluyente y notoriamente desigual,
enfatizó el obispo Vera.
Mientras los países desarrollados y la banca internacional
exigen a los países pobres y en desarrollo reducir el gasto social
y eliminar todo tipo de subsidios, principalmente al campo, ellos hacen
todo lo contrario, es decir, invierten grandes recursos económicos
en la cuestión social y subsidian con "millones y millones" de dólares
a sus productores agropecuarios, dándoles la posibilidad de exportar
sus productos con ventajas respecto de los campesinos de las naciones pobres,
añadió. "Este es un sistema verdaderamente lleno de iniquidad",
expresó.
En el documento sobre derechos humanos dado a conocer
ayer, elaborado durante varios días de trabajo de diversos organismos,
se describe la situación que vive el país en esta materia.
Por ejemplo, se denuncia que los defensores de los derechos humanos son
objeto de obstáculos de diversa índole e inclusive de actos
de hostigamiento directo.
Tanto en el pasado como en el presente, se puntualiza,
se les intentó silenciar de diversas maneras, incluyendo campañas
públicas de desprestigio; vigilancia y actos de espionaje telefónico;
allanamiento de sedes, robos de información y hostigamiento mediante
amenazas y mensajes intimidatorios. Los autores de tales hechos, se apunta
en la declaración de la comisión episcopal, regularmente
se amparan en el anonimato y en la "impunidad institucional" sin ser castigados.
Agrega que la erradicación de estas prácticas
ha sido especialmente difícil en contextos sociales o frente a situaciones
en las que los afectados por la acción legítima de los defensores
concentran un gran poder político, económico o de información.
"La acción del Estado, responsable inmediato de
la tutela del derecho a defender los derechos humanos, aún no es
suficiente como para enfrentar efectivamente y sancionar a los responsables.
Por ello los defensores deben ser vistos como un grupo social que requiere
solidaridad y protección emergente", se concluye.