VENTANAS
Eduardo Galeano
La luz
EN LAS MONTAÑAS más altas de Cajamarca,
las que más demoraron en despertar y levantarse cuando el mundo
nació, hay imágenes de la tierra y signos del cielo. Son
figuras pintadas, hace unos cuantos miles de años, por los artistas
sin nombre. Esos tatuajes de colores en las laderas de piedra han sobrevivido
a la intemperie, a pesar de los golpes de la lluvia y los mordiscones del
tiempo.
Las pinturas son y no son, según la hora. Algunas
se abren cuando se abre el día, y al mediodía desaparecen;
muchas van cambiando de forma y de color a lo largo del camino del sol,
desde el alba hacia la noche; y otras sólo se dejan ver cuando el
crepúsculo llega. Porque las pinturas han nacido de la mano humana,
pero también son obra de la luz, y están a su mandar. Ella,
la luz, la otra artista, reina y señora, las esconde y las muestra
como quiere y cuando quiere.