ISRAEL: GANO LA GUERRA
Ayer,
mientras el primer ministro israelí, Ariel Sharon, ganaba las elecciones
para encabezar su partido, el Likud, el terrorismo volvió a cimbrar
a Israel: en Beit Shean, al norte del país, dos atacantes suicidas
perpetraron una matanza de civiles en un centro de votación del
Likud, con resultado de seis muertos y 34 heridos; en los alrededores de
Mombasa, Kenia, fue volado con explosivos un hotel frecuentado por israelíes,
y no lejos de ahí un avión de la compañía Arkia,
de esa misma nacionalidad, estuvo a punto de ser alcanzado por un par de
misiles antiaéreos que dispararon manos anónimas y, al parecer,
poco diestras.
Sharon comentó que los atentados tenían
por propósito "influenciar las elecciones" inminentes de Israel,
y muy probablemente tenga razón: en la medida en que tanto los grupos
radicales e integristas palestinos como el propio Sharon están empeñados
en destruir el proceso de paz y llevar a sus respectivos pueblos a una
guerra generalizada y sin limitaciones, es razonable suponer que los autores
de los ataques terroristas busquen fortalecer al propio Sharon frente a
su rival laborista, Amran Mitzna, quien, al contrario que los actuales
gobernantes israelíes, apuesta por una convivencia pacífica
entre israelíes y palestinos.
La alianza tácita y el triunfo deplorable de los
guerreristas de ambos bandos ha sido posible, en gran medida, por la exasperante
hipocresía de Estados Unidos, la Unión Europea y otros centros
de poder mundial, los cuales aplican regularmente un doble rasero para
calificar el terrorismo palestino y el terrorismo israelí.
Atentados como los perpetrados ayer en Kenia y en el propio
Israel contra civiles inocentes son, sin duda, inadmisibles, condenables
y merecedores de un repudio moral y político sin atenuantes. Pero
debe considerarse que, con medios militares y tecnológicos muy diferentes
-y abrumadoramente superiores- el gobierno de Israel hace ahora en Gaza
y Cisjordania, y antes en Líbano, exactamente lo mismo que los terroristas
palestinos: asesinar civiles inocentes. Ayer mismo, la impactante información
del bombazo en el hotel de Mombasa, el fallido atentado contra el avión
civil y el tiroteo de Beit Shean eclipsaron el hecho de que las tropas
ocupantes en Hebrón asesinaron a balazos a un niño que no
cometió más infracción que asomarse a la ventana de
su casa.
De esta manera, el régimen de Tel Aviv ha terminado
por lograr la materialización de una amenaza que empezó siendo
un mero lema de campaña del Likud. Sharon ha conseguido hundir a
su país en una guerra en todos los frentes, y sumir a sus conciudadanos
en un estado de inseguridad e indefensión que se extiende mucho
más allá del mapa legítimo de Israel.