Programa in memoriam del compositor italiano
en la sala Nezahualcóyotl
Silvia Cappellini y la OFUNAM rendirán homenaje
a Sinopoli
La pianista y viuda del músico será dirigida
por la batuta del huésped Oleg Caetani
El programa de los dos conciertos se completará
con obras de Ruzicka y Berio
ANGEL VARGAS
Como parte de su temporada de Otoño, la Orquesta
Filarmónica de la UNAM (OFUNAM) ofrecerá este fin de semana
un programa-homenaje in memoriam del compositor y director orquestal
Giuseppe Sinopoli, uno de los más relevantes e influyentes músicos
de la segunda mitad del siglo XX.
Para
la ocasión fueron invitados a presentarse con la orquesta universitaria
la pianista Silvia Cappellini y el director Oleg Caetani, viuda y amigo
cercano del creador italiano, quien falleció en abril del año
pasado de manera intempestiva, a los 54 años, tras desmayarse en
un ensayo de Aída en la Deutsche Oper de Berlín (La
Jornada, 21/04/01).
El programa -que será presentado el sábado
y el domingo en la Sala Nezahualcóyotl a las 20 y 12 horas, respectivamente-
fue concebido con criterio monográfico, pues se incluyen tres obras
de Sinopoli y un par más escritas en su memoria por Peter Ruzicka
(actual titular del Festival de Salzburgo) y Luciano Berio, dos de sus
más allegados amigos y colaboradores.
Las obras del autor veneciano son el Concierto de cámara
para piano, alientos, percusiones, arpa y celesta; Tombea d'amor II,
y el Concierto para piano. Las de Rusicka y Berio, en tanto, Memorial
per G.S. y Contrapunctus XIX de El arte de la fuga de Johann
Sebastian Bach.
Pasión por la arqueología
Nacido en 1946, Giuseppe Sinopoli estudio música
y medicina. Con el paso de los años encontró otra pasión,
la arqueología e inclusive, al fallecer, estaba por presentar su
examen para obtener el doctorado en esa materia por la Universidad La Sapienza,
en Roma. Su premisa de vida y artística se basó en el análisis,
porque, según decía, éste permite que las emociones
afloren de manera libre.
''Entendía a la música como fenómeno
no disociado de otras ramas del conocimiento, entre ellas la filosofía,
la religión o la historia. Sus partituras, en lo estructural, son
de enorme complejidad, aunque en términos melódicos están
dotadas de profundo lirismo. Así logró dar cauce a sus inquietudes
intelectuales e irracionales y consiguió una sonoridad sui generis.
A ello debe agregarse que en muchas ocasiones utilizó instrumentos
ajenos a la tradición europea, como la marimba, el tam tam, el gong,
que le permitieron confeccionar atmósferas particulares y un sonido
muy onírico", señala Silvia Cappellini.
Dentro de la creación musical, Sinopoli se distinguió
por ser una voz a contracorriente desde que comenzó su carrera,
a finales de la década de los 60, cuando optó por no seguir
la tendencia de la época, el estructuralismo, y se concentró
en una propuesta más personal, subjetiva, apegada a Arnold Schoenberg.
Para gran parte del público resulta un misterio
por qué el autor italiano dejó de componer en 1981 y se abocó
sólo a su faceta de director musical.
La pianista devela la incógnita: ''Después
de escribir su última gran obra, la ópera Lou Salomé,
decidió darse un momento de reflexión, porque pensaba que
la música contemporánea había llegado a un momento
de saturación. Así pasaron 20 años y, cuando había
determinado volver a escribir, ocurrió su muerte".
Sinopoli no dejó obra inconclusa y sólo
dos de sus partituras no han sido interpretadas a la fecha: una realizada
en 1968, que si no es la primera, sí es de las primeras que él
escribió; y otra de características monumentales, compuesta
para tres orquestas, tres coros y tres directores.