En 1971 dijo a Heberto Castillo: él tramó
y dirigió la masacre del jueves de Corpus
Alfonso Martínez Domínguez deja sin ratificar
acusación contra Echeverría
Los halcones atacaron a los estudiantes por órdenes
del ex presidente, confesó al ingeniero
BLANCHE PETRICH
El neoleonés Alfonso Martínez Domínguez
intentó en dos ocasiones desligar su imagen pública y su
nombre de la agrupación paramilitar que en 1971 masacró una
marcha estudiantil. No lo logró. Murió marcado por la sombra
de los halcones, sin saldar su cuenta pendiente con el proceso de
esclarecimiento sobre lo que ocurrió aquel jueves de Corpus. Al
final de su vida tuvo oportunidad de ratificar su versión de los
hechos, de sostener ante la Fiscalía Especial para Movimientos Sociales
y Políticos del Pasado aquella confesión que hiciera tres
décadas atrás a Heberto Castillo, cuando sostuvo que el ex
presidente Luis Echeverría Alvarez tramó y dirigió
la masacre.
No
lo hizo. Al morir, cerró filas con el sistema al que perteneció;
con la clase política que le exigió en 1971 una renuncia
vergonzosa, pero que lo premió, ocho años después,
con el gobierno de su estado.
Este año tuvo dos oportunidades para ratificar
ante el fiscal Ignacio Carrillo Prieto la versión que él
relató en 1971, y que el ingeniero Castillo reveló ocho años
después: que los halcones sí existieron como grupo
de choque; que el Departamento del Distrito Federal incluso pagaba su nómina,
pero que días antes de la marcha estudiantil recibió órdenes
del presidente Luis Echeverría de delegar el mando de esa agrupación
al gobierno federal.
"Jura AMD -escribió en 1979 Heberto Castillo en
Proceso- que ni él ni el general Rogelio Flores Curiel (jefe
de la policía del DF) tuvieron nada que ver en el asunto, que las
reuniones del subsecretario Gutiérrez Barrios con las fuerzas policiacas
del Departamento del Distrito Federal y con miembros del Ejército
se dieron en la Secretaría de Gobernación". El saldo de esa
represión fue de 35 jóvenes muertos.
En 1997, ya retirado de la política, Martínez
Domínguez volvió a culpar a Echeverría, su rival de
toda la vida, en una entrevista concedida a una televisora local de Monterrey.
Ahí confirmó la existencia de los halcones, reveló
que ese cuerpo contaba con cerca de mil elementos y que la tarde de Corpus,
coordinados por el Ejército bajo órdenes directas de Echeverría,
atacaron la marcha estudiantil.
Estas afirmaciones, sin embargo, no tienen valor ministerial.
En dos ocasiones, el fiscal que investiga la masacre del 10 de junio le
preguntó concretamente sobre lo que, recién destituido del
Departamento del Distrito Federal, le dijo a Heberto Castillo. En lugar
de ratificar su dicho, Martínez Domínguez entregó
al fiscal una declaración escrita de tres cuartillas. "En ésta
solamente afirma que él no es responsable de la matanza de estudiantes
y que la noche de la represión acudió a Los Pinos a una reunión
con el Presidente para tratar un asunto relacionado con el sistema de agua",
informó Jesús Martín del Campo, uno de los demandantes
de la causa abierta por los hechos del jueves de Corpus.
Martín del Campo lamenta que Martínez Domínguez
haya negado la oportunidad de conocer lo que sucedió esa noche en
las altas esferas del poder. Pero estima que la muerte de este actor principal
no corta de manera definitiva el hilo de la investigación. "La versión
de Heberto sigue siendo un indicio importante. Se puede conectar con otras
pruebas y otras declaraciones. Lo que sí, es que la muerte de Martínez
Domínguez debe ser una señal de alerta para el fiscal. Si
no agiliza la investigación, si no concluye con los elementos que
ya tiene, nunca vamos a ver cumplido el objetivo para el cual fue creada
la fiscalía especial."
Hombres del sistema, corresponsables, enemigos
Nacieron el mismo año, 1922, Martínez Domínguez
y Echeverría. Fueron hombres del sistema y enemigos acérrimos.
El primero fue líder nacional del PRI cuando Echeverría hacía
su campaña electoral para la Presidencia. Ahí tuvieron su
primer gran choque, cuando el seguro sucesor de Gustavo Díaz Ordaz,
intentando sacudirse el estigma de la matanza de Tlatelolco, accedió
en un mitin a guardar un minuto de silencio por los caídos del 68.
Martínez Domínguez le confesó a
Heberto Castillo: "El Ejército estuvo a punto de abandonar la campaña".
Para reivindicar el orgullo de los militares, Díaz Ordaz dispuso
que el candidato leyera en público un discurso de rectificación
redactado por los generales. Martínez Domínguez fue el encargado
de transmitirle la orden.
Para 1971, según la cadena de mandos de entonces,
el presidente Echeverría era el único jefe de Martínez
Domínguez. Y bajo las órdenes de éste trabajaba el
entonces coronel Manuel Díaz Escobar, entrenador y comandante de
los halcones. Este fue premiado con un ascenso y la agregaduría
militar en Chile después de la matanza. Ya falleció.
El ex regente le "juró" al ingeniero Castillo que
para esos días ese cuerpo paramilitar pasó a la jurisdicción
de Gobernación. Y que el día de la matanza estaba comiendo
en Los Pinos con Echeverría y otros funcionarios. Durante la sobremesa
sonó el teléfono. El Presidente respondió:
"Sí, dígame. ¿Heridos? Llévenlos
al Campo Militar. No permitan fotografías". Así fue como
el regente conoció el desenlace de la marcha universitaria. Después
el mandatario le ordenaría dar una conferencia de prensa donde negó
la existencia de los halcones. Y días más tarde se
produciría aquel otro célebre intercambio. Echeverría
le dijo a Martínez Domínguez: "Alfonso, vaya usted a su hogar,
reúna a su esposa y a sus hijos, y dígales que va usted a
servir al Presidente. Dígales que ha renunciado usted".
Ya gobernador de Nuevo León, el ex regente, quien
nunca pudo deshacerse del mote que le impuso la juventud de esa época:
Halconso, relató a los antiguos activistas del movimiento
estudiantil neoleonés: "Le llevé mi carta de dimisión
a Los Pinos, y al momento de entregársela le dije: 'Aquí
tiene usted mi renuncia. Y chingue usted a su madre'".
Treinta años después, Martínez Domínguez
pudo haber hundido con una declaración al ex presidente. Pudo haber
explicado lo que supo de aquellos hechos, de aquellos años. Pudo
haber ayudado a correr la cortina de silencio. Murió el martes,
sin hacerlo.