Magnaofrenda en Ciudad Universitaria
busca preservar las tradiciones mexicanas
Estudiantes de la UNAM recuerdan a la plétora
miserable del modelo neoliberal
KARINA AVILES
Lo menos que podría decirse es que éste
es un cementerio singular, porque ahí están enterrados los
restos de la globalización neoliberal. Entre olores de cempasúchil
y nardos yacen la soberanía, la justicia, la tolerancia, la igualdad
y la paz, entre muchas más víctimas de la ceguera de nuestro
tiempo.
Pero para darle luz al que no ve, en el camposanto también
hay lugar para Carlos Marx y su revolución proletaria; para Frida
Kahlo y su lucha al lado de los obreros mexicanos; para Benito Juárez
y sus ideas que tanto pretenden menoscabar en estos días.
Aquí
no se excluye a nadie; hay espacio para todos. También tienen su
lugarcito los que murieron a causa de enfrascarse en tanta botella e ingerir
tanta sustancia maligna.
Los creadores de este panteón son jóvenes
universitarios que con sus ideas y creaciones se burlan de las ideas exportadas,
como esas calabazas con ojos y nariz de triángulo.
De manera que los visitantes a este cementerio ubicado
en Ciudad Universitaria podrán iniciar un recorrido por el pasado
y el presente, donde se recuerda desde a los muertos del 68 hasta los muertos
por la miseria neoliberal.
Por aquí el silencio de algunos difuntos se parece
también al de los vivos, que en estos tiempos de revisión
contractual y de ansiado aumento salarial, aceptaron sin chistar 4.3 por
ciento de incremento.
Los muertos de este camposanto, quienes ayer no votaron
en la universidad para aceptar o rechazar la oferta de la autoridad, seguramente
estarán más flacos y flacas el próximo año,
porque no hay lana.
Lo importante, de cualquier forma, es que existen jóvenes
que trabajen días y más días en la creación
de esta ancla que impide que las tradiciones de México se vayan
a la deriva.
Por ejemplo, la historia de Frida no se muere. Los jóvenes
le dan vida a nuestra pintora sentada muy guapa frente a su caballete,
luciendo en el cabello sus listones multicolores, sus collares prehispánicos
en el pecho y su recordado orgullo mexicano en el cuerpo.
No muy lejos de Frida vive Carlos Marx, rodeado por un
campo de hojas de maíz. Como era de esperarse, los estudiantes de
Economía fueron los encargados de recordar al maestro que revolucionó
la ciencia que estudian. Afortunadamente, a Marx no lo pusieron de vecino
de un búho que anda por ahí con los ojos vendados -construido
por los alumnos de Derecho- y que hace alusión a la justicia que
no ve. A los pies del búho yacen la soberanía, la tolerancia,
la igualdad y la imparcialidad, entre otros valores.
Pero en este cementerio donde se hallan enterradas tantas
tragedias de la humanidad también hay tiempo para la sonrisa obligada.
En una de las esquinas, los siete pecados capitales salen de sus tumbas
para tentar con sus excesos al que se deje. Con un tubo en el fleco y un
antifaz de dormir para los ojos, escena recurrente en las señoras
de la high society, una de las calacas apenas se está levantando
de su cama, mientras otra se está atragantando con fideos que hasta
le cuelgan como aretes en sus orejas; otra, muy cachonda, de portentosos
pechos, quiere resucitar al muerto de enfrente.
La megaofrenda estará en las islas del campus
hasta el 3 de noviembre, acompañada de una serie de actos culturales
realizados por los estudiantes, como danzas, obras de teatro, lectura de
poemas y de cuentos alusivos al más allá.
La exposición mortuoria comenzó con una
procesión por las diversas facultades, donde monjas, viudas y demás
almas en pena llegaron a la universidad por un costado de la rectoría
para hacer una visita.
La universidad reconocerá a los alumnos de bachillerato,
licenciatura y posgrado que contribuyeron a mantener esta tradición,
con premios que serán de 5 mil pesos para el primer lugar, 3 mil
para el segundo y mil pesos para el tercero.