Sergio Zermeño
Primero los ciudadanos
La victoria de Lula da Silva no es la de un partido político, sino de una concepción del orden con mirada social, concepción que tuvo la sensibilidad para distanciarse durante más de tres lustros de la lógica del capital y de la política tradicional, es decir, de esa lógica de la concentración de poder en una fuerza propia, distinta de las otras fuerzas políticas, pero diferente también, y a distancia, de la sociedad, de esa materia exterior a la que hay que usar y ordenar en función de los intereses de mi concepción del mundo, de mi partido, de mi corriente.
Hace muchos años que en distintos puntos del territorio brasileño la ciudadanía decide en qué deberá invertirse una parte, cada vez mayor, del presupuesto de las ciudades. Hace muchos años que para que esto sea posible las administraciones locales, que el Partido de los Trabajadores va ganando electoralmente, han descentralizado y territorializado las decisiones, de manera que grupos más o menos restringidos, conglomerados de entre 30 y 50 mil ciudadanos poco a poco fueron conociendo a apropiándose del entorno inmediato y de sus problemas, decidiendo, en consecuencia, la manera en que los dineros públicos deberían ser aplicados, jerarquizando esas necesidades. A eso se le dio el nombre de orzamento participativo y se convirtió, sobre todo en Porto Alegre, en una red social, que no está supeditada al partido y en la que los representantes vecinales fueron empoderándose, concurrenciando incluso la primacía del parlamento local o, al menos, trabajando con él coordinadamente.
Si realmente el PRD mexicano quiere ir hacia allá, como muchos de sus militantes lo reivindican, sobre todo después de la victoria de Lula, muchas prácticas tendrán que ser revisadas. Para muestra, un botón.
Los mil 340 comités vecinales elegidos en 1998 nacieron débiles, extremadamente atomizados y agrupaban en promedio a 3 mil habitantes; el partido tuvo miedo de que una instancia básica, fuera de su control, se desarrollara y se opuso empecinadamente a crear en la ley un piso intermedio en el que conjuntos de comités vecinales se asociaran, se fortalecieran mutuamente reivindicando necesidades zonales y regionales, como en Porto Alegre, logrando un empoderamiento que les permitiera competir con las fuerzas del dinero, dispuestas a apropiarse de lo que sea en el plano local (como en el Casino de la Selva), capaces de ordenar igualmente a las fuerzas del comercio informal y a sus liderazgos y mafias partidistas.
A pesar de todo y a contracorriente, 10 comités vecinales de Villa Coapa -territorio con 50 mil habitantes perteneciente a la delegación Tlalpan- se asociaron durante los pasados dos años y jerarquizaron sus necesidades. Al lado de los asuntos de seguridad y delincuencia colocaron como prioridad el asunto de la vialidad vehicular en la zona, ocupada en los 15 años anteriores por centros educativos, privados en su mayoría (como el Tec, La Salle, Universidad del Valle de México, Colegio Madrid, Unitec, UAM). Los embotellamientos de tránsito son insoportables en los horarios de entrada y salida.
La Asociación de Comités de Villa Coapa intentó poner algún orden, convocando a reuniones con autoridades delegacionales y centros escolares, cuando se enteró de que el Tec construiría una preparatoria más en la zona y que el Unitec ampliaría sus instalaciones para recibir a varios miles de nuevos estudiantes. Se les exigió entonces desplegar sus maquetas y se les recordó que no bastaba con que en ésas anunciaran áreas de estacionamiento si sus tarifas exorbitantes empujaban a maestros y a estudiantes a estacionar en segunda y tercera filas en la vía pública. El Tec se rehusó a mostrar las maquetas, tanto a los vecinos como a la dirección de obras de la delegación encargada de otorgar los permisos de construcción, y prefirió entrar en acuerdos con cada coordinador vecinal y con cada líder político de la zona (entre los que destacaban diputados perredistas). A pesar de esas maniobras, la consulta vecinal -requisito legal indispensable para que esas obras se lleven adelante- resultó desfavorable al Tec en relación de siete a tres; no obstante, hay que subrayar que el delegado de Tlalpan ha sido respetuoso del resultado. Sin embargo, hoy nos enteramos de que los diputados perredistas están intercambiando su apoyo al proyecto del Tec en Villa Coapa, a cambio de que la diputación panista acepte la modificación del uso de suelo en un predio de la delegación Magdalena Contreras, donde habrá de instalarse una de las 16 preparatorias del proyecto de López Obrador.
Es obvio que los ciudadanos no tienen en esta atomización en la que vivimos ningún poder para defender sus intereses y que, a pesar de las buenas intenciones, los gobiernos locales son también marionetas al viento de los acuerdos cupulares entre inversionistas y tribus del poder político. No nos identifiquemos tan rápido con el triunfo de Lula, nos falta mucho para establecer un poder social que contrarreste al tlatoani que los mexicanos llevamos dentro.