ANDANZAS
Colombia Moya
Sasha Waltz en el Cervantino
SASHA WALTZ ES la coreógrafa más joven y
talentosa de la compañía Schaubühne am Lehniner Platz,
de Alemania, A sus 32 años es considerada por la crítica
europea como la heredera de la rancia tradición de la danza expresionista
alemana, implantada por celebridades como Greta Paluca, Mary Wigman y Rudolf
von Laban, de quien fueron de sus mejores alumnos la propia Wigman y Kurt
Joos, y cuya filosofía del movimiento y la danza fue una base importante
para el desarrollo de este arte no sólo en Europa sino en Estados
Unidos y Chile.
SUS
TEORIAS SE expandieron de importante manera durante el primer cuarto del
siglo XX entre reconocidos bailarines y coreógrafos de la época,
que sentaron las raíces en lo que hoy se conoce como danza contemporánea.
Antiguo es el vasto tejido genealógico de esta búsqueda interminable
por expresar a través del cuerpo la infinita variedad de sensaciones,
ideas y emociones que el cuerpo humano es capaz de traducir, aun a través
de las diversas estructuras académicas que han surgido en el devenir
de los años como nuevas propuestas en la danza. Sin embargo en la
obra Körper, o Cuerpos, presentada en Guanajuato dentro
del 30 Festival Internacional Cervantino, la danza de ésta joven
coreógrafa parece haber logrado desprenderse de todo artifugio académico
convencional, discurso y gramática corporal establecida para expresar
con sus cuerpos una dislocada realidad en el absurdo desorden de la permanente
incongruencia de la sociedad humana.
EL CLAROSCURO DOMINANTE en el espacio escénico,
la tenebrosa mole de un enorme edificio sobre cuyas paredes parecen embarrarse
los cuerpos en franca paranoia, va desarrollando ante nuestros ojos el
espíritu fracturado de la sociedad moderna sin que todos los mensajes
del mundo, escritos frenéticamente sobre los ennegrecidos muros,
logren más coherencia que la locura desesperada que ha logrado distorsionar
no sólo la mente y el orden de la vida, sino el lugar reconocible
de nuestros propios miembros, ojos, manos e ideas. Así, los bailarines
hablan de su estómago mientras señalan una pierna, o de la
nariz como si fuera una oreja, en una especie de cubismo corporal que ha
deformado la sensación del ser y estar.
LOS CUERPOS APILADOS, desnudos en un hueco iluminado por
una implacable luz blanca, sus lentos deslizamientos y acomodos, no sólo
podrían remitirnos a la superexplotada memoria de los campos de
concentración del terror nazi, sino a los miles de campos de concentración,
exterminio y tortura que el mundo vive actualmente, donde prácticamente
sobrevivimos en una lata de sardinas, devorándonos unos a otros
como gusanos con hambre milenaria.
LA ESTRUCTURA MUSICAL, debida a Hans Peter Khun, como
la danza misma, parece no tener ni pies ni cabeza. Los sonidos van desde
la raspadura de papel sobre alguna superficie rugosa hasta el penetrante
y obsesivo golpe de un tubo o algo que quedó colgando en alguna
parte y es movido por el viento... como la gota de agua que penetra el
cerebro en la soledad de una celda.
LOS CUERPOS, EN extravagantes rutinas, se azotan con fuerza
en el suelo, como reafirmando una gravedad, su peso y su existencia, para
luego lograr la sutileza de una larva viajando, avanzando en su laberinto
hacia alguna parte.
SASHA WALTZ NOS presenta una nueva dimensión en
su peculiar expresión escénica, hurgando incisivamente en
las formas del cuerpo humano para mostrarnos el lamentable estado del cuerpo
interior de manera tajante y casi brutal. En ello no existe bailoteo ni
muleta alguna, ha trascendido la danza y el teatro mismo para impactarnos
con su genuina traducción del mundo con valor y entereza. Su divorcio
o ruptura con lo que se ha hecho hasta ahora es total, adueñándose
así de una estafeta en el camino de la danza alemana que ni Pina
Bausch quiso presentar tan crudamente.