Alejandro Nadal
Alegría en el mercado de derivados
ƑServirá el mercado de derivados para reducir el riesgo que rodea el manejo de los fondos de pensión en México? O, por el contrario, Ƒpuede el mercado de derivados generar nuevos riesgos, incluso para todo el sistema financiero?
Para el director general del Mercado de Derivados, Jorge Alegría, las empresas que no usen el mercado de derivados podrían sufrir pérdidas de unos 25 mil millones de pesos y un impacto negativo en la utilidad de 23 por ciento. "Afortunadamente", el Banco de México ya abrió el régimen de inversión de las Sociedades de Inversión Especializadas de Fondos para el Retiro (Siefores) y ahora pueden operar en el mercado de derivados.
La Comisión Nacional de Fondos para el Retiro (Consar) ya dio a conocer los requisitos que deben cumplir las Siefores para poder hacerlo (Diario Oficial, 7/10/02.) Entre otras cosas, toda administradora deberá tener un responsable de riesgos, modelos y sistemas de control de riesgos. Así que la mesa está puesta para que las Siefores entren al mercado de derivados.
El manejo de los fondos de pensión por las Siefores no está exento de riesgos. La apertura hacia el mercado de derivados no alterará sustancialmente esta situación.
Esencialmente un derivado es un activo cuyo valor depende de la evolución de una o más variables. Estas variables son las bases de los contratos en ese mercado. Las partes en esos contratos reciben recompensas o sufren costos, dependiendo del movimiento de esas variables.
Los contratos a futuro son tipos de derivados. Si un productor agrícola ofrece vender su cosecha a un determinado precio en el futuro, y alguien acepta comprársela a ese precio, ambas partes correrán un riesgo. Si el precio es más alto o más bajo a la fecha de entrega, el comprador o el vendedor (respectivamente) estarán obteniendo una ganancia. Para reducir la exposición, otras transacciones diversifican el riesgo.
Al mismo tiempo que se diversifican los riesgos, se abren nuevas oportunidades para asumirlos a cambio de una ganancia. Así operan los mercados de derivados. Y como los contratos de derivados se prestan a un fuerte apalancamiento financiero (la diferencia entre la ganancia esperada de una operación y el costo de financiarla), el incentivo especulativo es muy poderoso.
El origen de los mercados de derivados se encuentra en la liberalización financiera iniciada en los años 70. Hoy día la mayor parte de las empresas trasnacionales recurre a los contratos de derivados para cubrirse frente a riesgos por las variaciones en tasas de interés y tipos de cambio. La demanda de derivados aumenta cuando hay mayor volatilidad en el comportamiento de estas variables.
Los contratos sobre derivados pueden estar fuertemente estandarizados, como los contratos de futuros, opciones y swaps de divisas. Pero también existen contratos menos estandarizados, conocidos como OTC por sus siglas en inglés (over the counter). Los contratos OTC mantienen una relación estrecha con el perfil de riesgos de las partes y por eso escapan a restricciones legales sobre volumen y plazos de vencimiento. Además, normalmente no tienen límites al apalancamiento financiero y cuando hay pérdidas las repercusiones son enormes.
Por la estructura de los mercados de derivados y la complejidad de operaciones y contratos, aumenta la opacidad de las transacciones y la posibilidad de administrar y controlar los riesgos se ve fuertemente limitada.
Incluso los agentes privados pueden enfrentar grandes dificultades para administrar los riesgos. El caso del Banco Barings, reventado por las irresponsables operaciones en el mercado de derivados, es notable. La debacle en 1998 del fondo Long Term Capital Management (LTCM) es otro ejemplo clave. Entre sus accionistas se encontraban Merton y Scholes, receptores del premio Nobel de Economía en 1997 por sus modelos sobre derivados. Desgraciadamente, los supuestos de esos modelos carecen de lógica económica y su uso condujo al LTCM a la quiebra. Como el apalancamiento era colosal, la Reserva Federal de Nueva York organizó un (sospechoso) rescate de más de 3 mil millones de dólares.
Las lecciones de la crisis asiática de 1997 también son claras. Los abusos en los mercados de derivados pueden contribuir de manera decisiva a generar un riesgo sistémico para todo el sistema financiero de una economía (no sólo para los fondos de pensión). Eso se agrava cuando hay menos barreras regulatorias. No hay motivo para estar tan alegres.
La especulación no es muy dañina cuando es una pequeña burbuja en el caudal de la empresa privada, escribió Keynes en un famoso pasaje hace 66 años. Pero, continuó, sí lo es cuando la empresa privada es una burbuja en un torbellino de especulación; cuando el desarrollo del capital de una economía se convierte en residuo de las actividades de un casino, el resultado es desastroso. Keynes dixit.