Protagoniza En la mente del asesino, Aro Tolbukhin, filme que compite en Donostia
Escasas, las opciones del mercado mundial para actores mexicanos: Giménez Cacho
A los intérpretes ''siempre se nos verán las costuras y los trucos'', considera
Profunda, la mirada del realizador Agustí Villaronga en ese largometraje, opina
MERRY MAC MASTERS ENVIADA
San Sebastian, 26 de septiembre. El actor mexicano Daniel Giménez Cacho ostenta el crédito principal de la película En la mente del asesino, Aro Tolbukhin, coproducción México-España que compite por la Concha de Oro en el Festival Internacional de Cine de Donostia, que se acerca a su fin.
Sin embargo, respecto de las oportunidades hoy día para los actores mexicanos en el ámbito internacional, Giménez Cacho señala que ''sigue siendo muy difícil, incluso en lengua española, que pareciera que por compartir el mismo idioma es una sola. En mi experiencia diría que me ha ido bien, pero aun así es difícil para los actores moverse entre países. Algo sucede todavía en los mercados que en realidad no permite mucha movilidad. Las coproducciones son algo muy útil, pero en realidad es difícil para el actor salirse de su país".
Mezcla de documental y ficción
En la mente del asesino, Aro Tolbukhin, dirigida por Agustí Villaronga, Lydia Zimmermann e Isaac P. Racine, es una cinta extraña que se basa en un hecho real y causa desconcierto al mezclar la ficción con lo documental. Reconstruye la historia de Tolbukhin, un húngaro de 42 años condenado a morir por quemar vivas a siete personas en la enfermería de una misión en Guatemala. Si la premisa de salida era la convivencia de los géneros, después se encontró el material fílmico del asesino, entrevistado en 1981 por dos documentalistas franceses.
Sobre su personaje, Giménez Cacho explica: ''La película se compone de muchos elementos y, como actor, era muy difícil saber qué parte jugaba en ese rompecabezas. Cuando leí el guión me gustó mucho esa combinación de documental y ficción, pero tenía miedo porque algo que me aburre en las películas es justificar a un asesino en función de que su mamá lo trató mal. Esa cosa sicologista que se vuelve muy simple. Luego vi las cintas de Agustí, El mar y Tras el cristal, y advertí que había allí una mirada muy profunda para tratar estos personajes con mucho amor.
''Con eso, más o menos cerré los ojos y me entregué. Sabía que el personaje cargaba un mundo interior muy fuerte: habla muy poco, es introvertido. Allí detecté que Agustí también era así y que quizá lo que buscaba lo tenía dentro de él mismo. Es una manera de ser y de mirar las cosas en la que también me inspiré.
''Estaba preocupado al principio, pues pensé que era competencia desleal para un actor empatarse con alguien que no está actuando. A los actores siempre se nos verán las costuras y los trucos, las cosas que hacemos para interpretar. El otro Aro Tolbukhin es alguien que existe, no actúa. Luego, al ver la película me di cuenta de que es interesante que el público tenga muy claro que un actor interpreta y que ni siquiera físicamente se pretende ser igual. Como actor, creo que la mejor manera de acercarse a la realidad es la ficción, con toda su carga sujetiva y poética."