Directora de Los cosechadores y yo, filme
incluido en el Tour de Cine Francés en México
Combinar emoción inmediata y reflexión,
leitmotiv de Agnès Varda
''Pertenezco a la 'escuela del ojo', del encuadre y
de los objetivos con la cámara fotográfica''
El tiempo nos enseña a abrirnos al conocimiento,
a los demás y a la verdadera vida, dice
ERICKA MONTAÑO GARFIAS
No soy narcisista, pero hablar con honestidad de mí
hace que las personas crean en mi trabajo, afirma la directora francesa
Agnès Varda, quien en 1954 comenzó su carrera sin haber estudiado
cine y sin siquiera ser cinéfila. Hoy, 48 años después,
no está casada con la técnica o con un género específico;
ama la experimentación y que sus películas, sean de ficción,
documentales o cortometrajes, lleven al espectador a la reflexión
más que al divertimento.
Varda (Bruselas, 1928), en entrevista, revisa los cambios
dentro de su quehacer cinematográfico: ''Comencé con una
cámara grande, pesada, y ahora trabajo con una que cabe en mi bolsa.
Hay una evolución de la técnica, pero también del
espíritu de creación".
Empecé
a filmar, recuerda, ''de manera autodidacta, sin ir a la escuela de cine,
sin ser asistente de nadie y sin ser cinéfila. Pero era fotógrafa
de teatro y de grandes reportajes. Por ello puedo decir que pertenezco
a la 'escuela del ojo', del encuadre, de la técnica, de los objetivos
de la cámara de fotografía".
Hacer cine, agrega, ''es un impulso, algo que me mantiene;
pero en lo que más pienso es en una sala cinematográfica,
en los espectadores, porque el regalo más grande para un cineasta
es tener personas que ven la película, ríen, escuchan y piensan.
Siempre me ha gustado combinar la emoción inmediata y después
la reflexión".
En la Orilla izquierda
Agnès Varda es considerada a menudo ''la abuela
de la Nouvelle vague (Nueva ola)" del séptimo arte
francés, porque rodó su primer largometraje cinco años
antes de que los entonces cineastas jóvenes franceses tomaran por
asalto el mundo cinematográfico. Sin embargo, no gusta de ser encasillada
dentro de esa corriente, en la que se inscriben Claude Chabrol, Jean Luc
Godard y François Truffaut, asociados a la revista Cahiers du
Cinema, quienes, señala, ''constituían un grupo que hacía
el cine joven. Eso nunca me ha interesado, joven o no joven, no me importa".
Y aclara: ''Estoy dentro de la corriente de la Nueva
ola históricamente. Mis películas pertenecen a esa época,
por ejemplo Le bonheur (La felicidad, 1964), pero en realidad
lo veo como metáfora: como si hubieran llegado varios barcos juntos
y después navegué por mi lado. No formo realmente parte del
grupo. Me han asociado con dos cineastas que tienen un poco el corazón
a la izquierda, como yo: Alain Resnais y Chris Marker. Eramos amigos, pero
no teníamos teorías comunes".
Resnais, Marker y Varda conforman el grupo que el crítico
de cine Richard Rould bautizó como Rive Gauche, de la Orilla
izquierda, quienes mantenían una relación cercana con
los escritores y los artistas plásticos y se sumaban a los ideales
socialistas.
Varda prefiere definir su trabajo de ''alternativo", porque
''respondo a la necesidad del público de un cine que no sea de espectáculo
o de guerra, pues éste me da asco. He hecho cine más o menos
difícil y alternativo toda mi vida como Sans toit ni loi
(Sin techo ni ley, 1984), filme muy duro. Mi posición es
ir adonde tengo que ir con fuerza y sinceridad. Después ya se verá
si las películas tienen éxito o no".
Recolectora de sensaciones
La realizadora continúa con la reflexión
social en su documental Les glaneurs et la glaneuse, que se presenta
en el sexto Tour de Cine Francés como Los cosechadores y yo
(aunque también puede traducirse como Los pepenadores y la pepenadora,
Los espigadores y la espigadora o Los recolectores y la recolectora), en
el que Varda recoge las historias de aquellos que, por necesidad o convicción,
viven de los desperdicios de los demás: quienes buscan en la basura
en las ciudades o los que recogen los restos de la cosecha de papas, uvas
o higos en el campo, y también de los que utilizan los desperdicios
para crear arte.
En ese filme, la directora no se queda fuera, sino que
se integra a la cinta; cuenta por qué decidió filmar, cómo
lo hizo y describe al espectador la forma en la que asume su vejez y su
necesidad de aprender de todo y de todos. Ella misma se convierte en recolectora
de imágenes, de sensaciones.
Homenaje a la energía
''Me gusta aprender -manifiesta Varda- y luego compartir
esos pequeños conocimientos. Pienso que hay placer en encontrar
a las personas y aprender", y Les gleneurs et la glaneuse ''es un
homenaje a la energía de estas personas, porque su fuerza de vivir
me impresionó mucho. La valentía que se necesita para recoger
esto y aquello y finalmente comer un poco. Aprendí mucho con esta
película".
Con el paso de los años ''he aprendido del tiempo
y a ser indulgente. De joven era muy dura, con opiniones más tajantes,
pero con el tiempo uno se enseña a abrirse a todo, al conocimiento,
a los demás y a la verdadera vida".
Agnès Varda finaliza: ''Tal vez no hice una bella
carrera, pero hice películas".