Demanda a FMI-BM dejar de apoyar políticas
sociales y ambientales destructivas
Abandonar programas de ajuste y condonar deuda externa
de pobres, exige la AFL-CIO
Trabajadores dieron testimonio de la ''ola de crimen
empresarial'' que dejó sin empleo a 2 millones de trabajadores estadunidenses
y a 30 millones en todo el mundo
JIM CASON, DAVID BROOKS Y ROBERTO GONZALEZ AMADOR CORRESPONSALES
Y ENVIADO
Washington, 26 de septiembre. En una convocatoria
a la solidaridad internacional de los trabajadores para enfrentar tanto
la globalización empresarial como el comportamiento criminal de
empresas particulares, la central obrera AFL-CIO exigió hoy que
el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI) abandonen sus
programas de ''ajuste estructural'', cancelen la deuda externa de los países
pobres y dejen de apoyar políticas sociales y ambientales destructivas.
John Sweeney, secretario general de la AFL-CIO, declaró
que los movimientos laborales tienen que ''retar y cambiar no sólo
el modelo empresarial de la globalización sino también a
las empresas... que han sido parte de esta ola de crimen empresarial''.
En el Foro de Trabajadores Globales celebrado hoy en la sede de la central
obrera estadunidense, seis trabajadores de diversas partes del mundo ofrecieron
testimonios de cómo las empresas trasnacionales y las políticas
del FMI y el Banco Mundial que las favorecen los han afectado.
Sweeney
señaló que en una economía que el presidente George
W. Bush considera ''fundamentalmente sana'', 2 millones de trabajadores
han perdido sus empleos y a nivel mundial se pronostica que serán
eliminados 30 millones de puestos de trabajo, mientras millones de personas
sufren por los reducidos salarios y escasos beneficios.
Declaró que las mismas políticas que fomentaron
el gran poder empresarial de Enron, WorldCom y otras empresas en Estados
Unidos -la privatización, desregulación, erosión de
derechos laborales y la especulación en lugar de la inversión-
son las que el Banco Mundial y el FMI han aplicado a países en otras
partes del mundo. Los resultados y consecuencias también son parecidos,
y señaló que esto se ha manifestado a través de una
crisis tras otra, desde Rusia, en el este asiático, hasta Argentina.
Todas estas políticas ''defienden los derechos
de la propiedad, del capital, pero no los derechos de los trabajadores''
y por lo tanto ''la economía global no trabaja para la gente trabajadora''.
A pesar de la retórica militante, el líder obrero concluyó
exigiendo una ''reforma'' ambigua, tanto en el comportamiento de las empresas
como del Banco Mundial y el FMI, donde estos organismos rindan cuentas
a los trabajadores e incorporen sus intereses.
Una joven llamada Karen contó que consiguió
empleo en WorldCom, donde pensaba trabajar toda su vida, impresionada por
el tamaño y solidez de la empresa trasnacional. Pero su futuro fue
interrumpido por el desastre financiero de la corporación y se dio
cuenta de que todo ''había sido una mentira''. Concluyó que
''la avaricia empresarial no sólo destruyó la empresa, sino
14 mil empleos como el mío. Los trabajadores son los que pagaron
la cuenta, y eso jamás debe ocurrir otra vez''.
Cristina Alves, de Recife, Brasil, refirió que
la empresa estatal de teléfonos en su país fue adquirida
por WorldCom, con lo cual perdieron todos sus logros sindicales, y ahora
con la quiebra de la empresa miles de trabajadores como ella viven en el
perpetuo temor de perder sus empleos.
Dos enfermeras, una de un hospital en Los Angeles y otra
de Puerto Elizabeth, en Sudáfrica, hablaron de la privatización
del sector salud. En Los Angeles, contó Rosa, su hospital comunitario
sin fines de lucro fue comprado por una gran empresa y el resultado es
que ahora ya no cuentan con suficiente personal ni equipo para atender
a los pacientes. La empresa que adquirió el hospital también
es dueña de otros 115 hospitales, y mientras Rosa -enfermera que
ha trabajado durante 40 años- gana ahora 75 mil dólares al
año, el ejecutivo en jefe ganó 116 millones el año
pasado, ''mil 600 veces más que yo''.
Sostuvo: ''Ellos están invirtiendo en acciones,
no en pacientes''. Cuando algunas enfermeras comenzaron a protestar y a
organizarse, ella y 18 de sus compañeras fueron despedidas. ''Esto
es una enfermedad de todo el país: convertir la salud en negocio'',
concluyó.
Miyaneca Assani, de Sudáfrica, describió
el impacto de la privatización de los servicios de salud en su país
en medio de una crisis por la epidemia de sida. ''Si uno no puede pagar,
muere'', afirmó.
Dan Pedrosa, maquinista de Pittsburgh, trabajó
en la empresa Dresser durante 30 años. Cuando la firma Halliburton
la compró para hacer una fusión, a él y a sus compañeros
se les anunció que la nueva compañía había
decidido cerrar la planta y trasladar el equipo a otras no sindicalizadas
o a maquiladoras en México. ''Unos 300 de nosotros -contó-
perdimos nuestras chambas y (Richard) Cheney -ahora vicepresidente
de Estados Unidos y entonces ejecutivo en jefe de Halliburton- ganó
18 millones con esta transacción''.
Raquel Salazar, de El Salvador, dirigente del Sindicato
de la Industria de las Maquiladoras, trabajaba en una maquiladora de confección
para GAP. Cuando los trabajadores, en respuesta a los abusos y explotación,
lograron la titularidad del contrato colectivo y la empresa se dio cuenta
de que contaban con la mayoría, cerró la planta y dejó
sin empleo a mil 200 trabajadores.
En una carta enviada hoy a los líderes del Banco
Mundial y del FMI, Sweeney declaró que la AFL-CIO y sus aliados
demandan ''transparencia'' tanto de las empresas como del BM y el FMI,
y una reforma de las políticas que promueven para incorporar entre
sus prioridades los derechos laborales.
La AFL-CIO, indicó, está trabajando con
la comunidad religiosa y con otros sectores en la campaña por la
reducción de la deuda externa de los países pobres; con los
estudiantes en la campaña internacional contra los ''talleres de
sudor''; con médicos y grupos de derechos humanos contra la industria
farmacéutica en torno a la crisis del sida, todo como parte de la
demanda de una ''reforma'' en el comportamiento de las empresas y la políticas
económicas internacionales.
Al concluir el foro, los asistentes realizaron una pequeña
manifestación frente a un hotel donde se celebraba un foro empresarial,
y ahí distribuyeron avisos de despido para los ejecutivos.
Pero la AFL-CIO se limitará a este foro y mitin
durante su participación en las actividades de protesta contra las
reuniones del Banco Mundial y el FMI esta semana. No tendrá parte
oficialmente en las acciones de protesta ni en las marchas.