Luis Javier Garrido
El chantajista
La lucha de Fox contra el Sindicato de Trabajadores Petroleros
de la República Mexicana (STPRM) es un elemento crucial de la estrategia
del gobierno republicano de George W. Bush para controlar el mercado mundial
de energéticos, y eso es lo que explica las dimensiones que ha tomado
el conflicto, en un escenario marcado por la anunciada guerra contra Irak,
cuyo objetivo es también el petróleo.
1. La entrega al capital trasnacional de Pemex,
la empresa más importante de América Latina, que es el primer
abastecedor de crudo a Estados Unidos, constituye desde hace tiempo un
objetivo estratégico para Washington, que ahora aparece más
cerca que nunca de alcanzarse, de ahí la intervención abierta
en el conflicto de la administración Bush, lo mismo actuando en
el mercado para evitar un desplome del peso, que con declaraciones y actos
de propaganda en favor de Fox, que ha resultado ser el presidente más
sumiso a las ambiciones imperiales de ese país en la historia mexicana.
2. El proceso de privatización de Pemex
se fue definiendo como se sabe desde el gobierno de Carlos Salinas, que
con sus asesores estadunidenses entendió que éste pasaba
por la destrucción del sindicato, y por ello (y no sólo por
venganza) le fabricó en 1989 una acusación a La Quina
y a otros líderes para detenerlos, lanzó una campaña
para desprestigiar a los cuadros sindicales, fraccionó la empresa
entre otras cosas para dividir la negociación del contrato colectivo
en aspectos separados, y así pudo, por la vía reglamentaria
y en violación a la Constitución, redefinir en 1993 lo que
era la petroquímica secundaria para empezar a privatizar una rama
fundamental de la industria. Zedillo, impulsó la contratación
de trabajadores de confianza, que llegaron a ser más de 30 mil frente
a los 80 mil de planta, y logró desde 1997 dividir la negociación
para imponerle siete contratos especiales en los cinco complejos petroquímicos,
de manera que a Fox corresponde, desde la perspectiva de Washington, culminar
ese proceso y entregar el control del petróleo mexicano a Estados
Unidos.
3. Fox abordó el conflicto sabiendo que
al luchar contra el STPRM tenía las de ganar, pues contaba con el
pleno apoyo del gobierno de Bush, de ahí su descontrol cuando halló
las resistencias del sindicato y de un sector del PRI que creía
ya subordinado a Washington, y su reciente demanda de apoyo a la Casa Blanca,
que el canciller Castañeda gestionó de urgencia. La tarea
histórica, para la que las grandes trasnacionales y el gobierno
estadunidense impulsaron a Fox a llegar a Los Pinos, fue precisamente la
de hacer plenamente de México un espacio estratégico de Estados
Unidos; por eso a nadie ha extrañado que ante los infortunios de
Fox, Washington haya hecho público que le está brindando
todo su apoyo, como anunció el Departamento de Estado en una intervención
desvergonzada en los asuntos internos de México (25 de septiembre),
en el que culpó al sindicato y exoneró a Zedillo, protegido
de Washington, a sabiendas de que éste autorizó los mil 180
millones de pesos del Pemexgate, según mostró La
Jornada (22 de septiembre).
4. El enfrentamiento de Fox con el sindicato petrolero
no fue accidental, como muchos suponen, como tampoco propiciado por el
sindicato, como ha sostenido el gobierno, sino que fue planeado, aunque
no muy cuidadosamente, en Los Pinos buscando no nada más a) dar
un golpe definitivo al sindicato para, a mediano plazo, dividirlo y destruirlo,
sino también y sobre todo a fin de b) hacer una vasta campaña
publicitaria sobre la corrupción del PRI con vistas en 2003 y doblegar
en lo inmediato a la dirigencia priísta obligándola a llegar
a acuerdos para privatizar el sector energético y, de esta manera,
c) por la vía de nuevo de la propaganda, levantar la desprestigiada
imagen de Fox.
5. Factor clave para entender la evolución
del conflicto lo constituyen la forma y los tiempos en que éste
se ha dado, ya que, según Fox, los líderes sindicales tratan
de mezclar dos asuntos diferentes -la acusación penal o Pemexgate
y la revisión salarial-, a fin de hacer prevalecer la negociación
sobre la legalidad y chantajearlo con ello. La realidad, sin embargo, es
que las cosas son muy diferentes, y que es una vez más Fox quien
ha escogido el engaño como forma de hacer política y está
mintiendo a los mexicanos, pues el sindicato no escogió el momento
para plantear la huelga, con demandas salariales que son justas ante la
nación, pues la ley le obligaba a hacerlo en estas fechas en virtud
del contrato colectivo de trabajo, y fueron precisamente Fox y Barrio quienes
creyendo pasarse de listos eligiendo la fecha para las acusaciones penales
para que se cruzaran con la reivindicación social, y así
poder mezclar los dos asuntos y doblegar mejor al sindicato y al PRI, precisamente
por la vía del chantaje. Es Fox, pues, el chantajista.
6. Las mentiras de Fox están a la vista.
El STPRM emplazó a huelga en junio porque ésa es la fecha
de la revisión de la cláusula salarial (ya que los contratos
colectivos se firman en julio), y el gobierno de Fox no sólo tomó
esto en cuenta para la fecha de lanzamiento de las acusaciones penales,
sino que de manera injustificada la Junta Federal de Conciliación,
dependiente de él, otorgó no uno sino dos meses de prórroga
al conflicto, muy probablemente para que los tiempos de la estrategia foxista
pudieran cumplirse.
7. Los encuentros de Fox con la cúpula del
PRI en Los Pinos son por lo mismo "las negociaciones" entre el chantajista
y quienes han sido maestros en esa práctica. ¿O qué
acaso la reactivación que hizo Fox del "caso Cabal" no fue otro
movimiento para chantajear a los dirigentes priístas?
8. La "transición mexicana ha sido para
la Casa Blanca la oportunidad preciada para desmantelar a la nación
mexicana y lograr la reconversión del Estado posrevolucionario,
y eso ya no se oculta. El gobierno foxista ha buscado en consecuencia arroparse
en la tesis del cambio para seguir en la línea del salinismo y tratar
de acelerar las privatizaciones a fin de ofrecer al capital trasnacional
los recursos de la nación que no alcanzaron a entregarles Salinas
y Zedillo.
9. Resulta por ello patético que, en nombre
de esa idea prostituida que es "la transición", un sector importante
del PRD esté ayudando a la estrategia foxista para privatizar Petróleos
Mexicanos y el sector eléctrico. En medio de la gravedad de lo que
acontece, a nadie extraña ya que el sector derechista del PRD, desde
Demetrio Sodi hasta Jesús Ortega, aparezcan ahora más foxistas
que Fox, que el CEN partidista contribuya a la confusión al ser
incapaz de asumir una posición que no sea la de la privatización
a medias, y que tras las declaraciones de aval a Fox de López Obrador
algunos medios como el Canal 40 (25 de septiembre) presenten ya al PRD
como un respaldo de la estrategia foxista.
10. De tener éxito la estrategia de Washington
hacia México, que Fox está implementando para ayudar a Estados
Unidos a tener el control del petróleo en el mundo, se echaría
hacia atrás el reloj de la Historia, el daño para nuestro
país sería irreversible y pasarían décadas
antes de que pudiera volver a levantarse. La privatización de Pemex,
que durante más de medio siglo ha sido el símbolo de una
América Latina soberana, cancelaría las esperanzas de muchas
generaciones, y eso muchos no parecen entenderlo.