Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Viernes 27 de septiembre de 2002
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Política
Luis Javier Garrido

El chantajista

La lucha de Fox contra el Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana (STPRM) es un elemento crucial de la estrategia del gobierno republicano de George W. Bush para controlar el mercado mundial de energéticos, y eso es lo que explica las dimensiones que ha tomado el conflicto, en un escenario marcado por la anunciada guerra contra Irak, cuyo objetivo es también el petróleo.

1. La entrega al capital trasnacional de Pemex, la empresa más importante de América Latina, que es el primer abastecedor de crudo a Estados Unidos, constituye desde hace tiempo un objetivo estratégico para Washington, que ahora aparece más cerca que nunca de alcanzarse, de ahí la intervención abierta en el conflicto de la administración Bush, lo mismo actuando en el mercado para evitar un desplome del peso, que con declaraciones y actos de propaganda en favor de Fox, que ha resultado ser el presidente más sumiso a las ambiciones imperiales de ese país en la historia mexicana.

2. El proceso de privatización de Pemex se fue definiendo como se sabe desde el gobierno de Carlos Salinas, que con sus asesores estadunidenses entendió que éste pasaba por la destrucción del sindicato, y por ello (y no sólo por venganza) le fabricó en 1989 una acusación a La Quina y a otros líderes para detenerlos, lanzó una campaña para desprestigiar a los cuadros sindicales, fraccionó la empresa entre otras cosas para dividir la negociación del contrato colectivo en aspectos separados, y así pudo, por la vía reglamentaria y en violación a la Constitución, redefinir en 1993 lo que era la petroquímica secundaria para empezar a privatizar una rama fundamental de la industria. Zedillo, impulsó la contratación de trabajadores de confianza, que llegaron a ser más de 30 mil frente a los 80 mil de planta, y logró desde 1997 dividir la negociación para imponerle siete contratos especiales en los cinco complejos petroquímicos, de manera que a Fox corresponde, desde la perspectiva de Washington, culminar ese proceso y entregar el control del petróleo mexicano a Estados Unidos.

3. Fox abordó el conflicto sabiendo que al luchar contra el STPRM tenía las de ganar, pues contaba con el pleno apoyo del gobierno de Bush, de ahí su descontrol cuando halló las resistencias del sindicato y de un sector del PRI que creía ya subordinado a Washington, y su reciente demanda de apoyo a la Casa Blanca, que el canciller Castañeda gestionó de urgencia. La tarea histórica, para la que las grandes trasnacionales y el gobierno estadunidense impulsaron a Fox a llegar a Los Pinos, fue precisamente la de hacer plenamente de México un espacio estratégico de Estados Unidos; por eso a nadie ha extrañado que ante los infortunios de Fox, Washington haya hecho público que le está brindando todo su apoyo, como anunció el Departamento de Estado en una intervención desvergonzada en los asuntos internos de México (25 de septiembre), en el que culpó al sindicato y exoneró a Zedillo, protegido de Washington, a sabiendas de que éste autorizó los mil 180 millones de pesos del Pemexgate, según mostró La Jornada (22 de septiembre).

4. El enfrentamiento de Fox con el sindicato petrolero no fue accidental, como muchos suponen, como tampoco propiciado por el sindicato, como ha sostenido el gobierno, sino que fue planeado, aunque no muy cuidadosamente, en Los Pinos buscando no nada más a) dar un golpe definitivo al sindicato para, a mediano plazo, dividirlo y destruirlo, sino también y sobre todo a fin de b) hacer una vasta campaña publicitaria sobre la corrupción del PRI con vistas en 2003 y doblegar en lo inmediato a la dirigencia priísta obligándola a llegar a acuerdos para privatizar el sector energético y, de esta manera, c) por la vía de nuevo de la propaganda, levantar la desprestigiada imagen de Fox.

5. Factor clave para entender la evolución del conflicto lo constituyen la forma y los tiempos en que éste se ha dado, ya que, según Fox, los líderes sindicales tratan de mezclar dos asuntos diferentes -la acusación penal o Pemexgate y la revisión salarial-, a fin de hacer prevalecer la negociación sobre la legalidad y chantajearlo con ello. La realidad, sin embargo, es que las cosas son muy diferentes, y que es una vez más Fox quien ha escogido el engaño como forma de hacer política y está mintiendo a los mexicanos, pues el sindicato no escogió el momento para plantear la huelga, con demandas salariales que son justas ante la nación, pues la ley le obligaba a hacerlo en estas fechas en virtud del contrato colectivo de trabajo, y fueron precisamente Fox y Barrio quienes creyendo pasarse de listos eligiendo la fecha para las acusaciones penales para que se cruzaran con la reivindicación social, y así poder mezclar los dos asuntos y doblegar mejor al sindicato y al PRI, precisamente por la vía del chantaje. Es Fox, pues, el chantajista.

6. Las mentiras de Fox están a la vista. El STPRM emplazó a huelga en junio porque ésa es la fecha de la revisión de la cláusula salarial (ya que los contratos colectivos se firman en julio), y el gobierno de Fox no sólo tomó esto en cuenta para la fecha de lanzamiento de las acusaciones penales, sino que de manera injustificada la Junta Federal de Conciliación, dependiente de él, otorgó no uno sino dos meses de prórroga al conflicto, muy probablemente para que los tiempos de la estrategia foxista pudieran cumplirse.

7. Los encuentros de Fox con la cúpula del PRI en Los Pinos son por lo mismo "las negociaciones" entre el chantajista y quienes han sido maestros en esa práctica. ¿O qué acaso la reactivación que hizo Fox del "caso Cabal" no fue otro movimiento para chantajear a los dirigentes priístas?

8. La "transición mexicana ha sido para la Casa Blanca la oportunidad preciada para desmantelar a la nación mexicana y lograr la reconversión del Estado posrevolucionario, y eso ya no se oculta. El gobierno foxista ha buscado en consecuencia arroparse en la tesis del cambio para seguir en la línea del salinismo y tratar de acelerar las privatizaciones a fin de ofrecer al capital trasnacional los recursos de la nación que no alcanzaron a entregarles Salinas y Zedillo.

9. Resulta por ello patético que, en nombre de esa idea prostituida que es "la transición", un sector importante del PRD esté ayudando a la estrategia foxista para privatizar Petróleos Mexicanos y el sector eléctrico. En medio de la gravedad de lo que acontece, a nadie extraña ya que el sector derechista del PRD, desde Demetrio Sodi hasta Jesús Ortega, aparezcan ahora más foxistas que Fox, que el CEN partidista contribuya a la confusión al ser incapaz de asumir una posición que no sea la de la privatización a medias, y que tras las declaraciones de aval a Fox de López Obrador algunos medios como el Canal 40 (25 de septiembre) presenten ya al PRD como un respaldo de la estrategia foxista.

10. De tener éxito la estrategia de Washington hacia México, que Fox está implementando para ayudar a Estados Unidos a tener el control del petróleo en el mundo, se echaría hacia atrás el reloj de la Historia, el daño para nuestro país sería irreversible y pasarían décadas antes de que pudiera volver a levantarse. La privatización de Pemex, que durante más de medio siglo ha sido el símbolo de una América Latina soberana, cancelaría las esperanzas de muchas generaciones, y eso muchos no parecen entenderlo.

Números Anteriores (Disponibles desde el 29 de marzo de 1996)
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