Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Martes 24 de septiembre de 2002
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Política
Marco Rascón

El músculo

Un buen gobernante toma decisiones importantes basado en la opinión futura, no en las controversias presentes. En el caso de una obra como los segundos pisos en Viaducto y Periférico, bastaba un buen estudio técnico para exponer los beneficios de mediano y largo plazos por encima las molestias inmediatas.

De esa manera, los capitalinos han soportado cientos de obras, entre ellas la construcción del Metro, el drenaje profundo o la pavimentación de calles. Sin embargo, en el caso del plebiscito del domingo, pareciera más la prisa por estrenar este instrumento o por reventarlo, o por dirimir cuestiones ajenas a la misma obra.

Embarcado el PRD en la campaña por el sí del plebiscito, ahora lo conduce a utilizar los argumentos más vetustos que le escuchamos al PRI durante años, para defender una supuesta mayoría electoral sobre los votos anulados, los votos en contra y las boletas en blanco que sumaron más de 60 por ciento contra el sí, aislado, operativo y clientelar. Es decir, el PRD ha aprendido con sorprendente rapidez a confundir la democracia con un ejercicio muscular de mayorías electorales hechas con los recursos públicos para beneficiar en la permanencia del poder. ¿Ese era el proyecto histórico de la izquierda? ¿Eso era por lo que luchamos durante décadas?

De espaldas a la ciudadanía e inspirados en la soberbia que le dan las encuestas como supuesta fuerza hegemónica en la capital, se toma el resultado del plebiscito como otro "éxito", y con ese mismo triunfalismo indolente y formal se impide ver con profundidad lo que sucede en la sociedad y se renuncia a principios por los que luchamos y murieron miles de mexicanos.

En el caso de un objetivo aparentemente de desarrollo urbano, pero de obvias y miopes motivaciones políticas, sólo se ha visto la lucha de músculos electorales en la que el PRD y el gobierno decidieron poner a prueba y reivindicar su política social como aparato clientelar.

La maniobra para obtener "mayoría" ha sustituido la búsqueda de un proyecto de ciudad; ha atentado contra las formas democráticas que puso la ciudad y ha puesto candados al desarrollo urbano intensivo en favor de que la ciudad se desarrolle, pues hasta la pregunta era mañosa y ahora pretendía acusar de pueblerinos a los capitalinos que votaron por el no, en descargo de conciencia de los promotores del sí. "¿Está usted contra los segundos pisos?" decía la propaganda, como si los ciudadanos estuvieran en contra de vivir en un edificio de departamentos con varios niveles o estuvieran en contra de que la ciudad se desarrollara redensificando los espacios.

Este plebiscito ha ensuciado a la democracia en todos los sentidos. Dentro del gobierno y el PRD se convirtió en un artificio de prueba para la selección y promoción de candidatos a diputados locales, federales y a jefes delegacionales. Se convirtió en parte del proceso interno, donde el jefe de Gobierno pretende ser el gran y único elector de candidatos del PRD para 2003 en todo el Distrito Federal y su región plurinominal.

Para el PRD el plebiscito ha sido "un éxito" medido en función de estos objetivos internos, pues la votación por el sí refleja que se movilizó más de 80 por ciento de su aparato clientelar, que será básico para las elecciones de 2003. En torno a esta votación, los operadores revisarán quiénes aportaron votos y quiénes no y será la proporción para medir el músculo de diputados locales que quieren ser federales o federales que quieren ser jefes delegacionales.

No obstante, estas cifras contrastan con el resultado de las encuestas en las que el PRD sobresale como fuerza política "por su política social". Es el clima de 1991, cuando Carlos Salinas con los anuncios del Pronasol pretendía revertir la usurpación de 1988 con el reparto de despensas y obras entre los más pobres a fin de legitimar la política neoliberal.

La contradicción entre la amplia aceptación en las encuestas de opinión ante el segundo Informe del jefe de Gobierno y el plebiscito con sus resultados, sugiere, o una manipulación de las encuestas o un crecimiento hueco que refleja una gran descomposición de la opinión pública y donde todo parece indicar lo primero, pues el PRD dejó ya de ser una fuerza política de transformación, para convertirse en un instrumento de "estabilidad" política en favor de los intereses oligárquicos que prevalecen.

Los gastos de publicidad del PRD en esta minicampaña o ejercicios de músculo, al medirse entre el número de votantes en favor del sí en el plebiscito, arrojaría una gran incapacidad o derroches como los realizados por Madrazo en Tabasco y en las elecciones internas del PRI.

El PRD ha considerado un éxito gastar como partido y gobierno lo que no es suyo, al mismo tiempo que con la ley seca (anunciada un día antes) demostró irresponsabilidad y ataque directo a la actividad económica con valor de varios millones de pesos.

El PRD va bien y, de seguir así, ojalá cambiara sus objetivos y se dispusiera a luchar por defender su registro en 2003.

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