Marco Rascón
El músculo
Un buen gobernante toma decisiones importantes basado
en la opinión futura, no en las controversias presentes. En el caso
de una obra como los segundos pisos en Viaducto y Periférico, bastaba
un buen estudio técnico para exponer los beneficios de mediano y
largo plazos por encima las molestias inmediatas.
De esa manera, los capitalinos han soportado cientos de
obras, entre ellas la construcción del Metro, el drenaje profundo
o la pavimentación de calles. Sin embargo, en el caso del plebiscito
del domingo, pareciera más la prisa por estrenar este instrumento
o por reventarlo, o por dirimir cuestiones ajenas a la misma obra.
Embarcado el PRD en la campaña por el sí
del plebiscito, ahora lo conduce a utilizar los argumentos más vetustos
que le escuchamos al PRI durante años, para defender una supuesta
mayoría electoral sobre los votos anulados, los votos en contra
y las boletas en blanco que sumaron más de 60 por ciento contra
el sí, aislado, operativo y clientelar. Es decir, el PRD ha aprendido
con sorprendente rapidez a confundir la democracia con un ejercicio muscular
de mayorías electorales hechas con los recursos públicos
para beneficiar en la permanencia del poder. ¿Ese era el proyecto
histórico de la izquierda? ¿Eso era por lo que luchamos durante
décadas?
De espaldas a la ciudadanía e inspirados en la
soberbia que le dan las encuestas como supuesta fuerza hegemónica
en la capital, se toma el resultado del plebiscito como otro "éxito",
y con ese mismo triunfalismo indolente y formal se impide ver con profundidad
lo que sucede en la sociedad y se renuncia a principios por los que luchamos
y murieron miles de mexicanos.
En el caso de un objetivo aparentemente de desarrollo
urbano, pero de obvias y miopes motivaciones políticas, sólo
se ha visto la lucha de músculos electorales en la que el PRD y
el gobierno decidieron poner a prueba y reivindicar su política
social como aparato clientelar.
La maniobra para obtener "mayoría" ha sustituido
la búsqueda de un proyecto de ciudad; ha atentado contra las formas
democráticas que puso la ciudad y ha puesto candados al desarrollo
urbano intensivo en favor de que la ciudad se desarrolle, pues hasta la
pregunta era mañosa y ahora pretendía acusar de pueblerinos
a los capitalinos que votaron por el no, en descargo de conciencia de los
promotores del sí. "¿Está usted contra los segundos
pisos?" decía la propaganda, como si los ciudadanos estuvieran en
contra de vivir en un edificio de departamentos con varios niveles o estuvieran
en contra de que la ciudad se desarrollara redensificando los espacios.
Este plebiscito ha ensuciado a la democracia en todos
los sentidos. Dentro del gobierno y el PRD se convirtió en un artificio
de prueba para la selección y promoción de candidatos a diputados
locales, federales y a jefes delegacionales. Se convirtió en parte
del proceso interno, donde el jefe de Gobierno pretende ser el gran y único
elector de candidatos del PRD para 2003 en todo el Distrito Federal y su
región plurinominal.
Para el PRD el plebiscito ha sido "un éxito" medido
en función de estos objetivos internos, pues la votación
por el sí refleja que se movilizó más de 80 por ciento
de su aparato clientelar, que será básico para las elecciones
de 2003. En torno a esta votación, los operadores revisarán
quiénes aportaron votos y quiénes no y será la proporción
para medir el músculo de diputados locales que quieren ser federales
o federales que quieren ser jefes delegacionales.
No obstante, estas cifras contrastan con el resultado
de las encuestas en las que el PRD sobresale como fuerza política
"por su política social". Es el clima de 1991, cuando Carlos Salinas
con los anuncios del Pronasol pretendía revertir la usurpación
de 1988 con el reparto de despensas y obras entre los más pobres
a fin de legitimar la política neoliberal.
La contradicción entre la amplia aceptación
en las encuestas de opinión ante el segundo Informe del jefe de
Gobierno y el plebiscito con sus resultados, sugiere, o una manipulación
de las encuestas o un crecimiento hueco que refleja una gran descomposición
de la opinión pública y donde todo parece indicar lo primero,
pues el PRD dejó ya de ser una fuerza política de transformación,
para convertirse en un instrumento de "estabilidad" política en
favor de los intereses oligárquicos que prevalecen.
Los gastos de publicidad del PRD en esta minicampaña
o ejercicios de músculo, al medirse entre el número de votantes
en favor del sí en el plebiscito, arrojaría una gran incapacidad
o derroches como los realizados por Madrazo en Tabasco y en las elecciones
internas del PRI.
El PRD ha considerado un éxito gastar como partido
y gobierno lo que no es suyo, al mismo tiempo que con la ley seca (anunciada
un día antes) demostró irresponsabilidad y ataque directo
a la actividad económica con valor de varios millones de pesos.
El PRD va bien y, de seguir así, ojalá cambiara
sus objetivos y se dispusiera a luchar por defender su registro en 2003.