Historia de un yucateco que conoció la
pobreza y el éxito
Adolfo Ojeda: de campesino a ingeniero de la NASA
Inquieto, dice tener todavía un sueño
pendiente: trabajar para el gobierno mexicano en el área de la tecnología,
su especialidad
LUIS A. BOFFIL GOMEZ CORRESPONSAL
Merida, Yuc., 6 de agosto. De la milpa al espacio.
Así podría resumirse la vida de Edward Ojeda Adams, el único
yucateco que trabaja desde hace 23 años en la Administración
Nacional de Aeronáutica y del Espacio (NASA) de Estados Unidos,
y que no oculta que, cuando era niño, tuvo que trabajar las áridas
y pedregosas tierras del Mayab.
Nacido el 6 de febrero de 1945, en Dzidzantún,
un pueblo marginado y ubicado al oriente de Mérida, Adolfo Ojeda
Montalvo (su nombre original) conoció la pobreza, pero su deseo
de superación fue su mayor aliciente.
En julio pasado, de vacaciones por su tierra, Ed Adams
(como mejor se le conoce) relató parte de su existencia.
Casado hace 30 años con la estadunidense Wanda,
con quien procreó dos hijas (Clarisa y Dawn), Ed Adams recuerda
que estuvo a un paso de abandonar su afición por las cuestiones
espaciales cuando una súbita embolia postró a su padre, Adolfo
Ojeda Santoyo, y él, como cabeza de familia, para subsistir se dio
a la tarea, junto con su madre, Dolores Montalvo Perera, de cosechar hortalizas
y fibra de henequén en su pequeña parcela.
No obstante, la suerte le deparaba algo mejor. A los 14
años, atraído por los descubrimientos del científico
alemán Werner Von Braun, conoció a un profesor en su pueblo
que le impartió clases nocturnas hasta que le presentaron a un ministro
de la Iglesia presbiteriana, quien lo apoyó para que cursara estudios
de primaria y secundaria en el Colegio Americano de Mérida, uno
de los planteles más respetados e influyentes en la entidad.
Ed continuó sus estudios con tenacidad, algo que
no pasó inadvertido para míster Riddering, entonces director
del colegio. El joven recibió entonces una invitación de
su maestro para irse con él a Estados Unidos, y no lo pensó
dos veces. Cursó estudios de preparatoria en Pontiac, Michigan y
en Carolina del Norte.
A los 18 años retornó a Yucatán e
ingresó al Instituto Tecnológico de Mérida, pero no
le avalaron sus estudios realizados en Estados Unidos, y al no tener más
remedio tuvo que recursar la preparatoria.
"No me avergüenzan mis orígenes"
"Sí, fue difícil la situación que
enfrenté académicamente, pero afortunadamente conocí
a un sacerdote estadunidense llamado Thomas, que también formó
parte de mi superación personal", dice.
Después de ingresar al Instituto Tecnológico
de Mérida y estudiar allí un par de años, regresó
al país vecino para culminar su "sueño americano".
"Yo fui muy pobre, no me avergüenzo de mis orígenes,
así que le metí ganas y culminé mis estudios profesionales
en la Universidad de Auburn, siempre con excelentes promedios", argumenta.
Ya casado, la vida de Ed Adams transcurrió tranquila
y con éxitos en la parte profesional. Ocupaba su tiempo dando clases
a "niños superdotados" y, realmente, "me sentía bien".
Pero algo le faltaba. Se enteró que la NASA necesitaba
personal y decidió presentarse. Después de una serie casi
interminable de exámenes, ingresó a la famosa "caja de los
sueños espaciales".
Así que, desde 1980, el yucateco Adolfo Ojeda Montalvo
pertenece a la NASA, donde desempeña cargos importantes en la direccción
de ingeniería.
Ingeniero en Aeronáutica, forma parte de una clase
selecta en Estados Unidos: trabaja y conoce los famosos secretos de la
NASA, la todopoderosa instancia gubernamental que proyecta y hace realidad
los vuelos al espacio.
De las peripecias de su vida, narra que tuvo que cambiarse
su nombre original al de Edward Ojeda Adams, porque en Estados Unidos "era
mal visto" llamarse Adolfo, en alusión a Hitler.
"Hace más de 30 años que me cambié
el nombre, no por pesadez ni por creerme superior, simplemente tenía
que beneficiar a mi familia. Ya me acostumbré, todo el mundo me
conoce como Ed", señala.
Fiel al maya, su lengua de origen
De trato amable, con un español que entremezcla
el inglés, el yucateco admite que todavía practica su lengua
de origen: maya. "Saber hablar maya me ayudó a que aprendiera inglés
con mayor facilidad. Todavía en Huntsville, Texas, donde resido,
hay un grupo de mexicanos que mantenemos nuestras costumbres, al mismo
tiempo que practicamos el español", sostiene.
Inquieto, todavía tiene un sueño pendiente:
colaborar, trabajar para el gobierno mexicano en el área de la tecnología,
su especialidad. "Quiero aprovechar la experiencia que tengo por mi labor
en la NASA", comenta.