José Antonio Rojas Nieto
La miopía de una propuesta
La propuesta gubernamental de nueva organización industrial del sector eléctrico debía venir acompañada ya no sólo de la plena y nítida justificación de los números más importantes que ahí se citan (crecimiento de la demanda, inversión necesaria, endeudamiento actual, magnitud de la reserva laboral, debilidad financiera, entre otros), sino -todavía más- ofrecer un cuidadoso diagnóstico de lo que pasa con la desregulación eléctrica en el mundo, concentrándose -por razones obvias- en los problemas y en su solución. Y debiera hacerlo, entre otras cosas porque al proponer la apertura para los más grandes usuarios, también debiera proponer los mecanismos para sortear los problemas que ya, hoy mismo y sin lugar a dudas, son identificados en diversas experiencias de liberalización en el mundo. Cito dos: 1) la contradicción entre dos lógicas, la de la actuación cotidiana de un mercado eléctrico, y la que se deriva de su dinámica de mediano y largo plazos; 2) la enorme tendencia a la colusión y al ejercicio del poder de mercado en las experiencias ya existentes.
Hoy abordaré un poco el primero, el que diversos teóricos de la organización industrial catalogan como el problema central de la liberalización del sector energético: el de la grave contradicción entre el ánimo y la necesidad sociales de que, por un lado, la industria eléctrica sea eficiente, sea competitiva, opere al menor costo posible, sea confiable y suministre un fluido de óptima calidad, además de ser capaz de responder a los cambios drásticos y volátiles de la demanda de un bien que -recordémoslo siempre- no puede almacenarse; y, por el otro, la necesidad de inversiones y garantías para que el abasto del hoy de mañana (perdón por la expresión), es decir, del mediano y largo plazos (seis, siete, 10 años y más) sea, precisamente, robusto, firme y también al menor costo.
Pero Ƒpor qué constituye esto una contradicción? Por una simple razón. Porque lo importante de hoy es que el suministro sea rentable y lo importante de mañana que sea seguro. Un poco simplificado el asunto pudiera decirse que es la contradicción entre el fluido eléctrico como mercancía y el fluido eléctrico como servicio público. Se trata de dos cosas difícilmente compatibles, cuya coincidencia lleva a severas contradicciones y problemas. Muchos sistemas liberalizados tienden a hacer descansar en el Estado ese mañana, al hacerlo responsable de mantener una capacidad instalada que -por decirlo así- respalda las variaciones cotidianas, el llamado margen de reserva. Y lo cierto es que el margen de reserva de hoy, la robustez de un sistema eléctrico de hoy, su capacidad de respuesta a las variaciones del consumo de hoy, todo ello se vincula a decisiones tomadas varios años antes. Por eso el pronóstico de la demanda (volumen de energía y potencia máxima requeridos) resulta consustancial al buen funcionamiento de un sistema eléctrico, independientemente de su forma de organización. En México hoy la hace el Estado. ƑQuién mañana y con qué grado de responsabilidad?
Es muy importante comprender esto, que la solvencia de un sistema eléctrico, es decir, su capacidad para un abasto de calidad en el hoy, tiene que ver no sólo con la capacidad operativa del día, de la hora, del instante, sino con las decisiones tomadas al menos cinco o seis años antes, y desarrolladas durante ese periodo. Por eso, entre otras cosas, es altamente pertinente la discusión de hoy en un México que tiene garantizada su capacidad para los próximos seis o siete años y que puede extenderse aún más si Comisión Federal de Electricidad (CFE) amplía -como por fortuna parece que lo va a hacer-, su capacidad de generar electricidad, aprovechando la enorme producción de vapor para sus procesos. Esto, además de otras cosas más, deja por tierra los razonamientos amenazantes de apagones. Estamos en excelente momento para tomar decisiones. Y una de las decisiones más importantes es la garantía de la capacidad futura y la disposición de ese margen de reserva. Pero igualmente importante es la garantía de suministro de combustibles, elemento clave en atenuar un poco esa tensión entre el hoy y el mañana de un sistema eléctrico. Se trata de una garantía que hoy debe traducirse en combustibles no sólo baratos, sino limpios, lo que no es trivial. En la industria eléctrica de hoy -notablemente influida por el desarrollo tecnológico de los llamados ciclos combinados-, el combustible a garantizar es el gas natural.
De todo esto se podrá comprender que la disposición tanto de la capacidad y del margen de reserva futuros como de gas natural, resultan ser elementos que bien podemos caracterizar como de seguridad nacional. šQué curioso y qué extraño que no se haya hecho así en la propuesta gubernamental! Sin esa capacidad y sin ese gas natural no funciona el país. šQué curioso, asimismo, que se quieran hacer descansar estos aspectos estratégicos y de seguridad nacional (Ƒquién lo va a negar?) en los capitales privados nacionales y extranjeros! šSorprenden mucho esta visión y esta concepción del gobierno de hoy! La llamada de atención más importante de los estudiosos actuales del mercado eléctrico es el tremendo descuido de la capacidad futura y del margen de reserva, por la inmersión prácticamente absoluta en los problemas del mercado de hoy que en algunos casos ya está próximo a la comercialización de electricidad en tiempo real, es decir, casi instantáneamente.
Bueno, pues la miope propuesta gubernamental no sólo no ofrece los números que hemos señalado al principio. Ni siquiera visualiza o imagina cómo enfrentar esos problemas que ya se viven hoy, en un entorno liberalizado. Todavía más, ni siquiera los menciona. šPero, eso sí, ya quieren cambiar la Constitución!
[email protected]