Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Domingo 1 de septiembre de 2002
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Política
No ha podido concretar las reformas estructurales que "cambiarán el rumbo del país"

El gran Informe de Fox tendrá que esperar otro año

Los mexicanos siguen esperando mucho más de la democracia y la alternancia en el poder

JUAN MANUEL VENEGAS

Vicente Fox Quesada, el Presidente que prometió proteger el patrimonio de los mexicanos con la misma fuerza y coraje que de niño defendió sus canicas, no ha podido concretar ninguna de las "grandes reformas estructurales" que, asegura, cambiarán el rumbo del país.

Sin "la varita mágica de Harry Potter" (Vicente Fox, dixit), ni en lo económico ni en lo político sus propuestas han encontrado aún puntos de convergencia. Y si hace un año, en su primer Informe de gobierno, debió reconocer que los grandes cambios anunciados en su toma de posesión tendrían que esperar, pasados 12 meses las mismas asignaturas siguen pendientes.

La reforma del Estado, la energética, la fiscal y laboral; el desarrollo social y humano de los mexicanos; las grandes inversiones que generarán más de un millón de empleos al año, y la expansión de los sistemas de salud y educación parecen ser sólo eco del voluntarismo presidencial.

Si a eso se añade el fracaso al que lo llevaron sus "asesores" y secretarios de Estado en el caso de la construcción del nuevo aeropuerto internacional de la ciudad de México, lo más probable es que este domingo, cuando el mandatario se presente otra vez ante el Congreso, su mensaje retome la insistencia: los mexicanos siguen esperando "mucho más" de la democracia y la alternancia en el poder, "¡urge un acuerdo!"

Por lo demás, su mensaje a la nación no variará de lo que ha venido diciendo en las recientes semanas ni en los pasados 12 meses: que se puso fin al autoritarismo y al presidencialismo omnipresente; que su apuesta es por el diálogo y jamás por la represión, a pesar de las voces que "lo presionan" para hacerlo; que se ha mantenido la estabilidad, aun en la turbulencia internacional; que se respetan los derechos humanos; que se está armando un blindaje contra la corrupción... en fin, que el país "no se le desmoronó", como "muchos" habían pronosticado.

Los varios trajes de Fox

En defensa propia y continuas explicaciones a los mexicanos de por qué no se han concretado sus "grandes reformas", Vicente Fox se ha movido en los extremos y usado distintos trajes.
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Ha ido de la confrontación con los partidos a la convocatoria al diálogo; de las acusaciones al Congreso, a la frase conciliadora de que el Legislativo dispone; de la descalificación al que disiente, a la protección y defensa de quienes antes señaló como enemigos y generadores de "todos los males"; de la complacencia a su gabinete, a la desaparición de las oficinas paralelas al gabinetazo y la advertencia de que nadie tiene el puesto seguro; de las conveniencias coyunturales con el PAN, al cogobierno con el PRI.

Pero el hecho es que ninguno de estos trajes le ha quedado a la medida y ninguna de estas posiciones, al final, le ha redituado nada tangible que hoy pueda informar.

Si acaso, la alianza pública que sostiene con la secretaria general del PRI y dirigente moral del sindicato magisterial, Elba Esther Gordillo, le abrió recientemente la posibilidad de crear el Instituto Nacional de Evaluación de la Educación (INEE), por cuya figura Fox había pugnado durante más de un año y que le da, por lo pronto, un tanque de oxígeno para sostener su promesa de "la revolución educativa" y un sistema con "equidad y calidad certificada".

Con el camino abierto por la maestra, el Presidente se apresuró a publicar el decreto con el que se creó el INEE, pero su operación real aún tendrá que esperar diversas pruebas, debido a las impugnaciones legislativas que lo acompañaron desde su nacimiento.

Sin embargo, habrá que reconocer que por lo menos este decreto todavía no está en riesgo de ser invalidado en la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), como ocurrió con otros tres emitidos por el mandatario.

El primero de sus reveses en la Corte fue por cuenta de su intentona de regir los husos horarios en el país. El Poder Judicial determinó, el 9 de septiembre del año pasado, que el Congreso es el único poder facultado para legislar en la materia.

Luego vino la controversia constitucional que todos los partidos, incluyendo el PAN, presentaron por el decreto de Fox que pretendía, en los hechos, modificar las leyes reglamentarias de los artículos 25, 27 y 28 constitucionales, y permitir la entrada del capital privado a la industria eléctrica nacional. El 4 de abril de este año, la SCJN declaró inconstitucional el decreto foxista y acusó al mandatario de "pretender extralimitarse en sus funciones e invadir las atribuciones del Legislativo".

Otro traspié ante el máximo tribunal del país lo tuvo Fox con el decreto que eximía a la industria refresquera del pago del impuesto por el uso de fructosa. El 6 de julio pasado, la SCJN determinó que es facultad exclusiva del Poder Legislativo emitir las leyes relativas a contribuciones y exenciones fiscales. En este caso, y durante el tiempo que estuvo vigente el decreto presidencial, la Federación dejó de recaudar mil 274 millones de pesos por el impuesto al endulzante.

Más allá del discurso oficial que celebra la "división de poderes" y el "fin del presidencialismo", lo cierto es que en cada uno de aquellos decretos impugnados Vicente Fox intentó erigirse por encima del Legislativo.

El acuerdo con los partidos

En octubre del año pasado, en Palacio Nacional, todos los partidos y poderes de la Unión firmaron lo que se llamó el Acuerdo Político para el Desarrollo Nacional. En las semanas siguientes se sumaron a la aceptación del documento gobernadores, sindicatos, empresarios y asociaciones civiles. Fox y su secretario de Gobernación, Santiago Creel Miranda, festejaban las firmas y las adhesiones.

Pero todo ha quedado en el papel y en las mesas y más mesas que organiza Creel para discutir lo que nunca se consensa. Políticos, funcionarios y legisladores de todas las tendencias van, vienen y salen de Bucareli, sin la mínima señal de acuerdo.

Así se ha ido el segundo año de gobierno del que Fox tendrá que informar, y que tuvo como colofón el intento de viraje del pregonado consenso al acuerdo parcial, pero que hace mayoría legislativa.

Nuevamente, con la colaboración y operación de Gordillo Morales, el Presidente sentó en una misma mesa al PAN y al PRI. Unico tema: la reforma eléctrica y el espectro de la vuelta a las concertacesiones como fondo, surgieron las protestas sociales y partidistas por la "política excluyente" del foxismo, a la par que arreciaron las críticas por sus intentos privatizadores.

Mientras en Los Pinos crecía el optimismo por el paso dado con el PRI, el dirigente de este partido, Roberto Madrazo Pintado, se encargó de cambiar todo el panorama, al responder a una convocatoria del PRD, de donde surgió el compromiso firmado de que rechazarán cualquier intento del gobierno de modificar los artículos 27 y 28 constitucionales. A perredistas y priístas se sumaron los partidos Verde Ecologista y del Trabajo.

Fracasados los intentos de asegurar la mayoría y hacer a un lado a "las minorías que todo lo obstruyen" -como festejó por adelantado el senador panista Diego Fernández de Cevallos-, desde Los Pinos se ordenó un nuevo cambio en la estrategia de negociación, invitando ahora a todas las fuerzas políticas.

Siguen, pues, en la misma vuelta. Entre cambios de posiciones, sin control y bandazos de uno y otro lado, la posibilidad del acuerdo se ve aún muy lejana.

Afuera todo sigue igual

Si internamente las cosas no están "como para presumir" o impresionar a nadie", afuera el panorama también se le descompuso al presidente Fox, alejado hoy de las preferencias y prioridades de Washington.

Los ataques del 11 de septiembre y la decisión de George W. Bush de concentrar toda su atención en "la guerra contra el terrorismo", redujo al mínimo el margen foxista para negociar el acuerdo migratorio que, todavía hace un año, casi daba por hecho.

En tanto, la controversia con Cuba y la difusión que hizo Fidel Castro de una conversación en la que Fox le pedía "no agredir" a Estados Unidos ni a su presidente en la cumbre de Monterrey, celebrada en marzo pasado, puso en entredicho la tradicional política internacional de México, y al titular del Ejecutivo lo descubrió -según acusaron legisladores del PRI, PRD y analistas- sujeto a los designios e intereses de Washington.

Finalmente, con la visita pastoral de Juan Pablo II a México y la decisión de Fox de recibirlo besando el anillo papal, volvieron a aparecer las protestas de legisladores y partidos políticos por la "falta de respeto" del Presidente a la Constitución en los actos de protocolo internacional y, sobre todo, las acusaciones por el golpe que le asestó a la tradición laica del Estado mexicano.

Sombras éstas que todavía no desaparecen, menos aún con las declaraciones de los secretarios de Educación, Reyes Tamez, y de Desarrollo Social, Josefina Vázquez Mota, de que la participación de las iglesias son indispensables para abatir el rezago educativo del país...

Llega así, pues, el segundo Informe de gobierno, al que Fox se presentará sin la varita mágica de Harry Potter, pero siempre con la promesa que no deja de lanzar: "no descansaré hasta asegurar que la buena marcha de la economía se refleje en los bolsillos de los mexicanos..."

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