No ha podido concretar las reformas estructurales
que "cambiarán el rumbo del país"
El gran Informe de Fox tendrá que esperar
otro año
Los mexicanos siguen esperando mucho más de la
democracia y la alternancia en el poder
JUAN MANUEL VENEGAS
Vicente Fox Quesada, el Presidente que prometió
proteger el patrimonio de los mexicanos con la misma fuerza y coraje que
de niño defendió sus canicas, no ha podido concretar ninguna
de las "grandes reformas estructurales" que, asegura, cambiarán
el rumbo del país.
Sin "la varita mágica de Harry Potter" (Vicente
Fox, dixit), ni en lo económico ni en lo político
sus propuestas han encontrado aún puntos de convergencia. Y si hace
un año, en su primer Informe de gobierno, debió reconocer
que los grandes cambios anunciados en su toma de posesión tendrían
que esperar, pasados 12 meses las mismas asignaturas siguen pendientes.
La reforma del Estado, la energética, la fiscal
y laboral; el desarrollo social y humano de los mexicanos; las grandes
inversiones que generarán más de un millón de empleos
al año, y la expansión de los sistemas de salud y educación
parecen ser sólo eco del voluntarismo presidencial.
Si a eso se añade el fracaso al que lo llevaron
sus "asesores" y secretarios de Estado en el caso de la construcción
del nuevo aeropuerto internacional de la ciudad de México, lo más
probable es que este domingo, cuando el mandatario se presente otra vez
ante el Congreso, su mensaje retome la insistencia: los mexicanos siguen
esperando "mucho más" de la democracia y la alternancia en el poder,
"¡urge un acuerdo!"
Por lo demás, su mensaje a la nación no
variará de lo que ha venido diciendo en las recientes semanas ni
en los pasados 12 meses: que se puso fin al autoritarismo y al presidencialismo
omnipresente; que su apuesta es por el diálogo y jamás por
la represión, a pesar de las voces que "lo presionan" para hacerlo;
que se ha mantenido la estabilidad, aun en la turbulencia internacional;
que se respetan los derechos humanos; que se está armando un blindaje
contra la corrupción... en fin, que el país "no se le desmoronó",
como "muchos" habían pronosticado.
Los varios trajes de Fox
En defensa propia y continuas explicaciones a los mexicanos
de por qué no se han concretado sus "grandes reformas", Vicente
Fox se ha movido en los extremos y usado distintos trajes.
Ha ido de la confrontación con los partidos a
la convocatoria al diálogo; de las acusaciones al Congreso, a la
frase conciliadora de que el Legislativo dispone; de la descalificación
al que disiente, a la protección y defensa de quienes antes señaló
como enemigos y generadores de "todos los males"; de la complacencia a
su gabinete, a la desaparición de las oficinas paralelas al gabinetazo
y la advertencia de que nadie tiene el puesto seguro; de las conveniencias
coyunturales con el PAN, al cogobierno con el PRI.
Pero el hecho es que ninguno de estos trajes le ha quedado
a la medida y ninguna de estas posiciones, al final, le ha redituado nada
tangible que hoy pueda informar.
Si acaso, la alianza pública que sostiene con la
secretaria general del PRI y dirigente moral del sindicato magisterial,
Elba Esther Gordillo, le abrió recientemente la posibilidad de crear
el Instituto Nacional de Evaluación de la Educación (INEE),
por cuya figura Fox había pugnado durante más de un año
y que le da, por lo pronto, un tanque de oxígeno para sostener
su promesa de "la revolución educativa" y un sistema con "equidad
y calidad certificada".
Con el camino abierto por la maestra, el Presidente se
apresuró a publicar el decreto con el que se creó el INEE,
pero su operación real aún tendrá que esperar diversas
pruebas, debido a las impugnaciones legislativas que lo acompañaron
desde su nacimiento.
Sin embargo, habrá que reconocer que por lo menos
este decreto todavía no está en riesgo de ser invalidado
en la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), como ocurrió
con otros tres emitidos por el mandatario.
El primero de sus reveses en la Corte fue por cuenta de
su intentona de regir los husos horarios en el país. El Poder Judicial
determinó, el 9 de septiembre del año pasado, que el Congreso
es el único poder facultado para legislar en la materia.
Luego vino la controversia constitucional que todos los
partidos, incluyendo el PAN, presentaron por el decreto de Fox que pretendía,
en los hechos, modificar las leyes reglamentarias de los artículos
25, 27 y 28 constitucionales, y permitir la entrada del capital privado
a la industria eléctrica nacional. El 4 de abril de este año,
la SCJN declaró inconstitucional el decreto foxista y acusó
al mandatario de "pretender extralimitarse en sus funciones e invadir las
atribuciones del Legislativo".
Otro traspié ante el máximo tribunal del
país lo tuvo Fox con el decreto que eximía a la industria
refresquera del pago del impuesto por el uso de fructosa. El 6 de julio
pasado, la SCJN determinó que es facultad exclusiva del Poder Legislativo
emitir las leyes relativas a contribuciones y exenciones fiscales. En este
caso, y durante el tiempo que estuvo vigente el decreto presidencial, la
Federación dejó de recaudar mil 274 millones de pesos por
el impuesto al endulzante.
Más allá del discurso oficial que celebra
la "división de poderes" y el "fin del presidencialismo", lo cierto
es que en cada uno de aquellos decretos impugnados Vicente Fox intentó
erigirse por encima del Legislativo.
El acuerdo con los partidos
En octubre del año pasado, en Palacio Nacional,
todos los partidos y poderes de la Unión firmaron lo que se llamó
el Acuerdo Político para el Desarrollo Nacional. En las semanas
siguientes se sumaron a la aceptación del documento gobernadores,
sindicatos, empresarios y asociaciones civiles. Fox y su secretario de
Gobernación, Santiago Creel Miranda, festejaban las firmas y las
adhesiones.
Pero todo ha quedado en el papel y en las mesas y más
mesas que organiza Creel para discutir lo que nunca se consensa. Políticos,
funcionarios y legisladores de todas las tendencias van, vienen y salen
de Bucareli, sin la mínima señal de acuerdo.
Así se ha ido el segundo año de gobierno
del que Fox tendrá que informar, y que tuvo como colofón
el intento de viraje del pregonado consenso al acuerdo parcial, pero que
hace mayoría legislativa.
Nuevamente, con la colaboración y operación
de Gordillo Morales, el Presidente sentó en una misma mesa al PAN
y al PRI. Unico tema: la reforma eléctrica y el espectro de la vuelta
a las concertacesiones como fondo, surgieron las protestas sociales
y partidistas por la "política excluyente" del foxismo, a la par
que arreciaron las críticas por sus intentos privatizadores.
Mientras en Los Pinos crecía el optimismo por el
paso dado con el PRI, el dirigente de este partido, Roberto Madrazo Pintado,
se encargó de cambiar todo el panorama, al responder a una convocatoria
del PRD, de donde surgió el compromiso firmado de que rechazarán
cualquier intento del gobierno de modificar los artículos 27 y 28
constitucionales. A perredistas y priístas se sumaron los partidos
Verde Ecologista y del Trabajo.
Fracasados los intentos de asegurar la mayoría
y hacer a un lado a "las minorías que todo lo obstruyen" -como festejó
por adelantado el senador panista Diego Fernández de Cevallos-,
desde Los Pinos se ordenó un nuevo cambio en la estrategia de negociación,
invitando ahora a todas las fuerzas políticas.
Siguen, pues, en la misma vuelta. Entre cambios de posiciones,
sin control y bandazos de uno y otro lado, la posibilidad del acuerdo se
ve aún muy lejana.
Afuera todo sigue igual
Si internamente las cosas no están "como para presumir"
o impresionar a nadie", afuera el panorama también se le descompuso
al presidente Fox, alejado hoy de las preferencias y prioridades de Washington.
Los ataques del 11 de septiembre y la decisión
de George W. Bush de concentrar toda su atención en "la guerra contra
el terrorismo", redujo al mínimo el margen foxista para negociar
el acuerdo migratorio que, todavía hace un año, casi daba
por hecho.
En tanto, la controversia con Cuba y la difusión
que hizo Fidel Castro de una conversación en la que Fox le pedía
"no agredir" a Estados Unidos ni a su presidente en la cumbre de Monterrey,
celebrada en marzo pasado, puso en entredicho la tradicional política
internacional de México, y al titular del Ejecutivo lo descubrió
-según acusaron legisladores del PRI, PRD y analistas- sujeto a
los designios e intereses de Washington.
Finalmente, con la visita pastoral de Juan Pablo II a
México y la decisión de Fox de recibirlo besando el anillo
papal, volvieron a aparecer las protestas de legisladores y partidos políticos
por la "falta de respeto" del Presidente a la Constitución en los
actos de protocolo internacional y, sobre todo, las acusaciones por el
golpe que le asestó a la tradición laica del Estado mexicano.
Sombras éstas que todavía no desaparecen,
menos aún con las declaraciones de los secretarios de Educación,
Reyes Tamez, y de Desarrollo Social, Josefina Vázquez Mota, de que
la participación de las iglesias son indispensables para abatir
el rezago educativo del país...
Llega así, pues, el segundo Informe de gobierno,
al que Fox se presentará sin la varita mágica de Harry Potter,
pero siempre con la promesa que no deja de lanzar: "no descansaré
hasta asegurar que la buena marcha de la economía se refleje
en los bolsillos de los mexicanos..."