Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Martes 27 de agosto de 2002
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Política

Luis Hernández Navarro

Macbeth en Polanco

Una vez más, como si fuera una moderna Lady Macbeth que goza a la vez del beneficio del sueño pero ejecuta actos que corresponden a la vela, una mancha de sangre se le apareció a Elba Esther Gordillo. El crimen de Misael Núñez Acosta se le atravesó por tercera vez en su camino. El hedor que no desinfectan todas las esencias de Arabia envuelve nuevamente su destino.

El que pone el cadáver de Misael en su senda no es cualquiera. Quien acusa al grupo de Elba Esther de asesinar al maestro democrático es Carlos Jonguitud Barrios, responsable de la meteórica carrera sindical y protector de la maestra, y en enero de 1981, fecha del homicidio, el hombre mejor informado de cuanto sucedía en el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE).

Esta es la tercera ocasión en que la chiapaneca ha sido señalada como autora intelectual del crimen. Pero nunca como ahora por alguien que fue parte de la cúpula gremial. Le sucede cuando se encuentra en el paraíso celestial de la administración pública, a la diestra del primer mandatario, con más poder del que nunca soñó tener, lejos de las puertas del purgatorio en las que se hallaba apenas a comienzos de 1988.

La primera fue cuando Misael murió. La lucha de Núñez Acosta, uno de los más destacados líderes del magisterio democrático, afectaba directamente el control sindical que la profesora tenía en la sección 36. Los maestros disidentes señalaron de inmediato la responsabilidad de Gordillo y su grupo en la eliminación física de su detractor. Ella lo negó. Dijo ser la más afectada por el homicidio, pero nunca hizo nada serio para que se esclareciera. La disidencia democrática en el valle de México se debilitó y ella ascendió en el escalafón sindical y llegó a manejar las finanzas del gremio.

La segunda fue en 1989. Excluida del círculo cercano de Carlos Jonguitud Barrios, líder vitalicio del SNTE, al que ingresó en 1977, coqueteó efímeramente con la Corriente Democrática del PRI y, desde 1987, tuvo que mal saciar su ambición política ocupando posiciones secundarias dentro de la cúpula sindical. Manuel Camacho la rescató de su aislamiento político al hacerla delegada de la Gustavo A. Madero en diciembre de 1988.

Meses después, en una jugarreta del destino, el más grande paro nacional jamás realizado por la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) derrocó a Jonguitud y le abrió -sin proponérselo- las puertas para cumplir su más preciado deseo: fue designada secretaria general interina del SNTE. Los maestros en paro que rodeaban el edificio de la SEP la recibieron durante varios días gritándole šasesina!

Carlos Jonguitud Barrios, fundador del grupo Vanguardia Revolucionaria, responsabiliza al grupo de Elba Esther de la muerte de Misael después de 21 años. Con razones fundadas, en su momento también se le señaló a él como autor intelectual del homicidio. Respondió diciendo que la acusación era pura falsedad y que buscaba dividir al sindicato.

Cuando en agosto de 1981 los asesinos materiales confesaron que habían sido contratados por un comisionado del comité nacional del SNTE, el entonces secretario general, Ramón Martínez, declaró que inculpar al sindicato eran puras calumnias propaladas por pequeños grupos dirigentes.

Misael Núñez no fue el único maestro democrático asesinado por pistoleros de Vanguardia Revolucionaria. El profesor Pedro Palma fue ultimado a balazos en Hidalgo. El oaxaqueño Modesto Patolsin fue secuestrado y su cuerpo aún no aparece. El chiapaneco Celso Wenceslao murió por los disparos que los vanguardistas le hicieron después de perseguirlo. El dirigente morelense Víctor Ariel Bárcenas fue violado. Muchos más, golpeados. Un recuento provisional de 15 años de cacicazgo jonguitudista arroja un saldo de casi 100 trabajadores de la educación muertos o desaparecidos.

Durante 10 años Carlos Jonguitud y Elba Esther Gordillo fueron uña y mugre. La profesora Gordillo participó de las prácticas sindicales de Vanguardia Revolucionaria sin objetarlas. Fue su beneficiaria directa. Comenzó a diferenciarse de ellas hasta que el patriarca la excluyó del círculo de los elegidos. Cuando lo consideró necesario para su carrera, no dudó en traicionar al hombre a quien debía su carrera política y sindical.

Engrandecida por la timidez de sus compañeros de partido, encumbrada por una transición ratonera, desde sus cuarteles generales en Polanco Elba Esther sigue al pie de la letra los consejos de la Aparición a Macbeth: "Sé de corazón de león; ten arrogancia y no te cuides de lo que proteste, te agite o conspire contra ti. Macbeth no será nunca vencido hasta que el gran bosque de Birnam suba marchando..."

Sombra de su sombra, Carlos Jonguitud decidió que es el momento de la revancha y convocó al espectro de Misael Núñez Acosta para hacerse justicia. Profético, le advierte a la maestra: el sistema la desechará como se deshizo de él. Aunque aún no marche el bosque de Chapultepec (o de Birnam), la tragedia de Macbeth llegó a Polanco. La investigación sobre el homicidio de Misael debe reabrirse, la verdad esclarecerse. Jonguitud y Elba Esther tienen que ser llamados a declarar.

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