Mediante amenazas a disidentes ha mantenido
el control sobre el sindicato del Metro
La intimidación, recurso constante de Espino
La impunidad, otra característica de su gestión:
Frente de Trabajadores Democráticos
ANGEL BOLAÑOS SANCHEZ
En la foto, Fernando Espino Arévalo, dirigente
del Sindicato Metropolitano del Sistema de Transporte Colectivo (STC)-Metro,
camina flanqueado por Humberto Gutiar Tobón a su izquierda y por
Ruperto Martínez, El Mexicano, a su derecha, momentos antes
de reprimir una manifestación del Frente de Trabajadores Unidos
del Metro, la tarde del 25 de febrero de 1994 en la Plaza de la Constitución.
A
ocho años de la agresión, José Guadalupe Castro González,
uno de los líderes del Frente, quien en aquella ocasión tuvo
que ser internado en el hospital Rubén Leñero por las lesiones
que sufrió, recuerda que Espino Arévalo ordenó el
desalojo, en la estación Cuitláhuac del Metro, de un tren
que había salido de la terminal Cuatro Caminos de la línea
2, para conducir a sus "golpeadores" al Zócalo. Esa fotografía,
junto con otras seis, fue integrada en el expediente de la denuncia penal
por lesiones que en su momento se inició en contra del dirigente
sindical en la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal,
la cual actualmente se encuentra en reserva.
Se trata, sin embargo, de una denuncia de varias, pues
durante el tiempo en que Espino Arévalo ha permanecido al frente
del sindicato, o como su líder moral en el puesto de asesor
del comité ejecutivo general, han sido una constante los actos de
represión, intimidación y despido de trabajadores disidentes.
También la impunidad ha sido una constante, señalaron
integrantes del Frente de Trabajadores Democráticos del Metro, al
extremo de que uno de los principales operadores de Espino, Carlos Daniel
Martínez, ocupa actualmente un cargo administrativo en el STC, en
el área de modernización de trenes.
Carlos Daniel se encargaba de "ponerle cuatros"
a los trabajadores disidentes para despedirlos, con la complacencia de
las autoridades. Sin embargo en la mayoría de los casos estos despidos
se han revertido contra la empresa, pues los laudos del Tribunal Superior
de Conciliación y Arbitraje han ordenado la reinstalación
de los trabajadores y el pago de salarios y prestaciones que se dejaron
de devengar durante el tiempo que duró el proceso.
Un caso que costó al STC más de 100 mil
pesos es el de Jorge Santibáñez, empleado de los talleres
en Zaragoza, a quien el delegado sindical Domingo Arleguín acusó
de estar ingiriendo bebidas alcohólicas, cuando el jefe de la sección
de mecánica, por instrucciones de Carlos Daniel, ordenó que
le ofrecieran la bebida. No obstante que ni siquiera probó el alcohol,
le levantaron un acta administrativa. Fue llevado al servicio médico,
donde el doctor que lo examinó confirmó que no había
ingerido bebida embriagante, pese a lo cual lo despidieron "por trabajar
en estado inconveniente". Santibáñez llevó el caso
al tribunal y lo ganó.
Espino Arévalo se ha valido del sindicato también
para agredir a sus adversarios políticos; así, por ejemplo,
en agosto de 1991 el entonces candidato a diputado federal por el Partido
Popular Socialista para el distrito 37 del DF, José Remedios Maldonado
Sotelo, fue agredido por varios sujetos -identificados como gente
del líder del Metro, quien competía por el mismo distrito-
cuando colocaba propaganda en la Unidad Modelo, sobre la calzada Ermita
Iztapalapa.
También la consejera del PRD en el mismo distrito
electoral, María del Refugio Luna García, denunció
haber recibido llamadas telefónicas en las que le advirtieron que
la golpearían y la matarían si seguía haciendo labor
proselitista y denunciando irregularidades como las que se detectaron en
el padrón electoral.
Luna García y los candidatos perredistas a diputados
y a la entonces Asamblea de Representantes por el distrito 37, José
Luis Hernández Jiménez y Gloria Duarte, denunciaron que unos
300 trabajadores del Metro que no pertenecían a dicho distrito estaban
inscritos en el padrón.
El ex dirigente del sindicato Horacio Esparza Jaramillo
permaneció más de dos años y medio en la cárcel,
acusado por el sindicato de Espino de robo y daño en propiedad ajena,
luego de que le disputó en las elecciones internas del 2 de julio
de 1987 la secretaría del trabajo en una de las planillas y, pese
a que ganó por considerable mayoría, el resultado fue desconocido.
Trabajadores inconformes protestaron y se enfrentaron a golpeadores de
Espino. El sindicato acusó a Esparza de causar destrozos en 16 vehículos
y en mobiliario, y de saquear las oficinas, valuando los daños en
casi 3 millones de pesos.
A diferencia de las numerosas denuncias contra Fernando
Espino, la presentada contra su adversario sí procedió, en
un proceso que el acusado calificó de "amañado" desde el
Ministerio Público. Al final fue absuelto por el juez y puesto en
libertad.