Marco Rascón
Amos de la fe, el cambio y el poder
Fueron los instigadores de la guerra sucia, fundadores
del neopanismo, promotores de la derechización, de la obstrucción
de la educación pública, aliados del alto clero católico,
organizadores de rumores y escándalos; beneficiarios de los subsidios,
de la nacionalización y la privatización bancaria; del estatismo
y la globalización. Han sido separatistas, racistas y odian la capital;
creen en la anexión y se fusionaron por incompetencia con las trasnacionales.
Son la dirección real del foxismo.
Nunca se han quitado la capucha de Chipinque, porque consideran
que son lo único bueno de México. Son los admiradores sempiternos
de Franco, Pinochet, Fujimori, Menem, Salinas y Bush. Al calor del salinismo
decidieron el ascenso al poder, rompiendo su poder regional mediante la
adquisición de televisoras y periódicos nacionales. Se distingue
su influencia por sus pésimos gustos arquitectónicos y culturales,
a los cuales consideran un estilo universal de vivir; es decir, el regio
way of life. Son el gran poder triunfante de hoy, el que desplazó
al priísmo septuagenario, pero que conduce con firmeza la decadencia
de la República.
El Grupo Monterrey, los encapuchados de Chipinque,
a lo largo de 30 años construyó un poder paralelo como base
del nuevo régimen, instaurado por ellos a partir de 2000.
Para demostrar que la educación privada era mejor
que la pública, opusieron el ITM (Instituto Tecnológico de
Monterrey) a la UNAM y el IPN. Mientras crecían los campus del primero
se desprestigiaba a los segundos.
Contra el laicismo, respaldaron las modificaciones salinistas
al artículo 130 constitucional y auspiciaron las cinco visitas del
Papa: una vez como "obrero"; otra como jefe de Estado y político
en el restablecimiento de relaciones con el Vaticano; luego en solidaridad
con los "extremadamente pobres" en tiempos del Pronasol de Salinas; en
la cuarta como oráculo de la transición hacia la derecha
regiomontana y ultramontana, respaldando al Lech Walesa mexicano, es decir
a Fox. La quinta, y hasta ahora última visita, para refrendar como
su propiedad al mundo indígena, en proceso de emancipación
y autorrepresentación. (Si el Papa viniera por sexta vez, el próximo
presidente será Carlos Abascal, seguramente.)
Intolerantes y regresivos, en más de una ocasión
han intentado dictar la moral del país, y por ello fueron la base
de apoyo más importante para instigar las salidas represivas al
movimiento estudiantil de 1968, la represión de 1971 y la guerra
sucia como política de Estado.
Si los encapuchados de Chipinque y los grupos oligárquicos
que representan fueron los responsables de hacer crecer la espiral de la
violencia desde 1968; si doblaron a Echeverría y a José López
Portillo haciéndolos sus aliados en la guerra sucia; si con
De la Madrid se beneficiaron y con Salinas y Zedillo se prepararon para
asumir frente a Estados Unidos la conducción de la integración
económica, hoy son los dueños de la fe, el poder y la transición.
Su abandono de las tareas empresariales por las políticas
y financieras especulativas marca indudablemente el rumbo que toma el país
y su propensión a pactar con el régimen que prometieron "sacar
a patadas" de Los Pinos. Vicente Fox es obra de ellos, de un plan largamente
preparado que se cimentó en el chantaje: gracias a esta táctica,
cada golpe los fortaleció, dándoles mayor poder no sólo
económico, sino también político, y facilitándoles
las vías para salirse del contexto regional en el norte y extender
su influencia en el centro y el sur que desprecian.
Esta fuerza del norte, económica y política,
en el poder, es la que da razón y sustento al Plan Puebla-Panamá,
pues coincide con su visión de que sólo el norte de México
es trabajador y rentable, mientras que el centro y el sur, deben ser parte
de una estrategia distinta para los intereses de la globalización
imperial.
En este contexto estamos en la ruta de una fragmentación
territorial y el cercenamiento del Estado-nación, bajo un supuesto
federalismo que pretende proyectar a los estados y los municipios libres
hacia la ruta seguida por Texas hace 160 años, y la de Puerto Rico.
Para redondear el proyecto, era fundamental que México
jugara un papel nuevo frente a Cuba y su posición frente a Estados
Unidos. La Cumbre de Monterrey, convertida en doctrina de la sumisión
contra el orgullo diplomático de la Doctrina Estrada, tiene implicaciones
estratégicas en la política que los encapuchados de
Chipinque hacen como los nuevos conductores e interlocutores del expansionismo
estadunidense.
Por ello, además de instigadores y responsables
directos de la guerra sucia, los encapuchados de Chipinque
constituyen un nuevo y gran poder intocado, que vive al margen de los escándalos,
pero que es y determina las principales decisiones que han debilitado al
país y han hecho del "cambio" el ámbito para descuartizar
el país como a la Coyolxauhqui.