Orlando Delgado
Diferentes fraudes
Prácticamente desde el momento en que asumió el gobierno federal, el Ejecutivo planteó que las metas de crecimiento establecidas como compromiso central de su campaña sólo serían alcanzables hacia el final de su administración. Su propuesta para el primer año, 4.5 por ciento, fue reducido varias veces, terminando en una caída de 0.3 por ciento. El segundo se propuso un magro 1.8 por ciento, y todavía dicen que es alcanzable. En el Pronafide plantearon que para alcanzar un crecimiento de 7 por ciento al final del sexenio era indispensable la aprobación de las reformas estructurales, de otro modo se llegaría apenas a 3.5 por ciento. Este supuesto diagnóstico del desempeño estructural de la economía y de sus potencialidades, de inmediato se tradujo en una consigna política: que el PAN alcance la mayoría en la Cámara de Diputados en 2003 para estar en condiciones de continuar con el cambio ofrecido y lograr las metas económicas planteadas.
Los primeros 19 meses de un gobierno que ha privilegiado el acuerdo político con el grupo gobernante anterior han tenido un desempeño económico decepcionante. La explicación ha sido, y sigue siendo, la evolución de la economía estadunidense. La disminución de su ritmo de crecimiento es conocido, lo mismo que su relevancia en el desempeño de la economía mundial. Por ello, las grandes economías también redujeron su crecimiento. La nuestra, sin embargo, se contrajo: España pasó de 4.1 a 2.8, Alemania de 3 a 0.8, Brasil de 4.4 a 1.5 y México de 6.6 a -0.3. Obviamente, además del efecto externo tienen que considerarse variables internas para explicar un cambio tan fuerte. El gobierno foxista, igual que los gobiernos priístas, soslaya los hechos y pretende hacernos creer que lo interno sólo cuenta para limitar las potencialidades de la economía.
El informe sobre la inflación abril-junio 2002, presentado por el Banco de México (BdeM), reitera esta visión. Los condicionamientos centrales están fuera del país: crecimiento de Estados Unidos, que estiman en 2.7 por ciento, precio del petróleo de alrededor de 20 dólares el barril y acceso a los mercados internacionales de capitales similar al actual. Con este escenario, BdM sostiene que se logrará 1.8 por ciento de crecimiento, con el mismo déficit en la cuenta corriente, y la meta de inflación de 4.5 se alcanzaría. Este crecimiento es simplemente el rebote de la economía, luego de haber tocado fondo. No puede considerarse un logro. Al contrario, demanda explicaciones verdaderas de las limitaciones internas que están afectando el crecimiento.
Alan Greenspan hace dos semanas hizo una evaluación de las características estructurales y de los factores que animaban el crecimiento de la economía estadunidense. Uno de ellos es el dinamismo del mercado inmobiliario, lo que remite a dos variables: la disponibilidad de crédito y la demanda, sostenida en las expectativas. El crecimiento de 2001 y el de este año se explican por este mercado. La banca juega, en consecuencia, un papel absolutamente decisivo en su funcionamiento. Ortiz, en cambio, no menciona el desempeño de la banca comercial y la estatal en la explicación de los riesgos. Repite la necesidad de las reformas estructurales pendientes y advierte que de mantenerse los desacuerdos políticos se entorpecería el flujo de inversión y habría mayor volatilidad de las tasas de interés y del tipo de cambio.
El gobierno federal sabe que los desacuerdos no se resolverán. La reforma eléctrica, las modificaciones a la Ley Federal del Trabajo no tienen consenso. También sabe que el impacto de estas reformas en la evolución económica no sería significativo en el corto y en el mediano plazos, y aun en el largo estaría por verse si se da. La reforma bancaria, en cambio, tendría efectos inmediatos y es factible alcanzar acuerdos entre los grupos parlamentarios de oposición. Los resultados al primer semestre, publicados por los bancos comerciales, dan cuenta de mejorías en las utilidades, que no son explicadas por la actividad crediticia, sino por los rendimientos de los pagarés del Fobaproa. El presupuesto federal ha asignado cuantiosos recursos para pagar la parte real de los intereses de esos pagarés y tendría que cubrir el principal en 2004, sin que los bancos cumplan con su función básica, crucial para el crecimiento. De ello no habla nadie en el gobierno; como se ve, no sólo hay fraudes contables.
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