La beatificación de un par de desconocidos
El papa Juan Pablo II concluye este jueves su quinta visita a México con la beatificación, en la Basílica de Guadalupe, de dos indígenas desconocidos para la mayoría de la población católica del país. La historia de Juan Bautista y Jacinto de los Angeles transita entre el martirio que los llevará a los altares y la traición a su raza.
Los indígenas, oriundos de San Francisco Cajonos, en la sierra Juárez de Oaxaca, murieron torturados y linchados por los demás pobladores el 16 de septiembre del año 1700, luego de denunciar ante los frailes dominicos que se practicaban ceremonias "idólatras" en una casa de la comunidad.
De hecho, los a partir de hoy beatos eran los fiscales de la fe, que tenían la encomienda de velar por el respeto de la doctrina cristiana entre los indígenas conversos al cristianismo. Luego de la denuncia, los frailes dominicos intervinieron para impedir el acto pagano, que consistía en el sacrificio de un venado.
Los restos martirizados de los fiscales aparecieron meses después en un cerro. Hoy serán presentados a Juan Pablo II en el acto de beatificación.
Pero la reacción de la jerarquía eclesiástica tuvo peores dimensiones, pues hubo una brutal represión contra los zapotecos, y 34 indígenas fueron sometidos a juicio. Dos años después, el 11 de enero de 1702, la sentencia fue descuartizar a 15 personas, cuyos restos fueron exhibidos colgados en los caminos de la región; otros dos sujetos fueron condenados a cientos de azotes y sus casas destruidas. El resto apeló de la sentencia, pero se le obligó a reconstruir las casas de los fiscales.