Silvia Ribeiro
Trasnacionales farmacéuticas contra la salud
Uno de cada seis habitantes en Sudáfrica es seropositivo.
En el 2000 Sudáfrica decidió importar medicamentos de la
India, ya que ese país produce versiones genéricas de medicamentos
para el tratamiento del sida a precios mucho menores que las trasnacionales.
Cuarenta y dos empresas farmacéuticas transnacionales reaccionaron
organizando una campaña contra Sudáfrica argumentando que
esto violaba sus derechos de patente. Estados Unidos las secundó,
amenazando a Sudáfrica con sanciones comerciales y condicionando
el dinero de la cooperación internacional. Luego de una fuerte campaña
iniciada por Médicos Sin Fronteras, apoyada por cientos de organizaciones
de todos los continentes, se terminó el conflicto. Cinco empresas
multinacionales ofrecieron venderle a Sudáfrica sus medicamentos
patentados con descuentos de 60 al 85 por ciento. Sin embargo, los analistas
estimaron que aún con descuentos de hasta 90 por ciento, el precio
que pagó Sudáfrica fue diez veces más caro que las
alternativas genéricas más baratas.
Jean Pierre Garnier, director ejecutivo de Glaxo Smith
Kline, en ese momento la mayor farmacéutica del planeta, explicaría
posteriormente: "Había un sentimiento de que si un país deliberadamente
desafiaba los ADPIC [acuerdos sobre propiedad intelectual de la Organización
Mundial de Comercio, OMC], habría un efecto de castillo de naipes.
Sin patentes, la industria dejaría de existir". Sin embargo, tanto
las licencias obligatorias -que permiten que se obligue a los poseedores
de una patente a licenciarla- como las importaciones paralelas -que permiten
comprar un producto con patente válida en el país importador
en otro país donde se vende más barato- están previstas
en la OMC, por razones de salud pública y otras, "para promover
el interés público en sectores de importancia vital".
Aunque este fue uno de los casos más conocidos,
no fue el primero ni el único. En 1993, Estados Unidos presionó
a Tailandia hasta que aprobó una ley prohibiendo las importaciones
paralelas. En 1998, Tailandia intentó producir un medicamento genérico
para el SIDA, patentado por Bristol Myers Squibb. Estados Unidos amenazó
con boicotear varios productos clave de exportación tailandeses.
En el 2000, le obligó a aprobar una ley que restringe severamente
las licencias obligatorias.
Brasil, también con alto porcentaje de seropositivos,
intentó reducir los precios promedio de aplicar licencias obligatorias
para la producción genérica de varios medicamentos para el
sida. Estados Unidos amenazó en el 2001 con llevarlo ante el panel
de disputas de la OMC, lo cual finalmente retiró debido a la ola
de protestas internacionales. Actualmente produce como genéricos
ocho de los 12 fármacos más usados para el sida a un costo
decenas de veces menor que las multinacionales.
Hay muchos más ejemplos. Entre 1986-1994, las multinacionales
farmacéuticas, en un emprendimiento histórico para mundializar
sus derechos monopólicos, redactaron el primer borrador sobre patentes
para la Ronda Uruguay del GATT, posteriormente OMC. Junto a otras industrias
de Estados Unidos, Europa y Japón cabildearon a los delegados de
esos países hasta que lograron introducir en la OMC el tema de la
propiedad intelectual -incluyendo la de seres vivos. Según Edmund
Pratt, de Pfizer: "Nuestras fuerzas combinadas nos permitieron establecer
una red de gobiernos y sector privado que sentó las bases para lo
que luego se convirtió en los ADPIC."
No contentos con esta regulación que obligó
a todos los países miembros de la OMC a establecer legislaciones
de propiedad intelectual que instrumentalizan la biopiratería y
globalizan los monopolios en medicamentos y alimentos, a mediados de los
años 90 elaboraron una lista de países que consideraron "inadecuados".
El gobierno estadounidense usa esta lista para "vigilar" esos países
y amenazar o aplicar sanciones comerciales unilaterales. Los países
con capacidad de producir medicamentos genéricos, como India, Argentina,
Brasil y Egipto fueron sus primeros objetivos. Países como México,
Corea y República Dominicana también la integran. En 1998,
Estados Unidos integró a sus leyes de comercio estas cláusulas,
y desde entonces las ha usado contra más de 30 países. A
finales de 1999, por conducto de su oficina de Representación Comercial,
tenía 46 acciones en curso contra países del Tercer Mundo,
por haber aplicado medidas permitidas en la OMC como importaciones paralelas
y licencias obligatorias.
Las industrias multinacionales farmacéuticas son
el sector industrial que percibe mayor porcentaje de ganancias del planeta
y tiene una enorme disponibilidad de dinero para el cabildeo. Los lazos
entre éstas y el gobierno de Estados Unidos son estrechos, particularmente
a través de la campaña en este tema liderada por Glaxo Smith
Kline, Pfizer y otras a través de la asociación PhRMA (Pharmaceutical
Research and Manufacturers of America), a su vez conectada con diversas
asociaciones "nacionales" de las multinacionales en otros países,
tales como la AMIIF (Asociación Mexicana de las Industrias de Investigación
Farmacéutica).
En la más reciente reunión ministerial de
la OMC, en Doha en el 2001, estos ejemplos, por su inhumanidad, obligaron
a que la OMC declarara que mantendría los mecanismos para acceder
a medicinas más baratas. Pero ya en una reciente reunión
de la OMC en Ginebra (25-27 de junio 2002), Estados Unidos plantéo
que el uso de estas medidas sea solamente como excepción. Las multinacionales
farmacéuticas siguen trabajando para endurecer los ADPIC, extendiendo
aún más sus monopolios e incluyendo también las patentes
de plantas y animales. Es uno de los temas clave de la próxima reunión
ministerial de la OMC en Cancún en el 2003, y también de
las negociaciones del ALCA.
Quienes, complementariamente, están promoviendo
patentar plantas medicinales y conocimientos tradicionales diciendo que
es una protección para las comunidades, no son más que un
eslabón más de las cadenas que estas insalubres multinacionales
quieren ponerle a todas las poblaciones.
La autora es investigadora del Grupo ETC