Mi conciencia está limpia y haré
lo mejor, señaló Pierluigi Collina
No es mi papel reivindicar la imagen arbitral
AFP
Yokohama,
28 de junio. Con la "conciencia limpia", el italiano Pierluigi Collina
se prepara para silbar la final del Mundial 2002 entre Alemania y Brasil,
momento culminante de una carrera basada en su rigor y autoridad en la
cancha, y su perfil alto y "comercial" fuera de ella.
"Ser designado en un partido así es la gloria para
un árbitro. Es algo increíble, así que trato de mantener
los pies sobre la tierra, pero es difícil", confesó en conferencia
de prensa el italiano de 42 años, hombre particular con su calva
total y ojos saltones que le dan un aire a ET.
Aficionado a la lectura y al basquetbol, diferente a la
mayoría de sus colegas, es el único nazareno que tiene una
página propia en Internet, y que sorprendió con su polémica
participación en el mundo de la publicidad al vender su imagen para
la marca que lo patrocina junto a jugadores como Zinedine Zidane, Pablo
Aimar y David Beckham, entre otros astros.
"Todos, jugadores, árbitros, técnicos, tenemos
equipos provistos por nuestros patrocinadores. Uno puede ser respaldado
por una empresa, pero la conciencia no tiene patrocinadores.
"Mi conciencia está limpia, pueden estar seguros
de eso", subrayó el asesor financiero, licenciado en economía
y comercio de la Universidad de Bologna.
"Mi papel no es mejorar la imagen arbitral de este Mundial.
Mi tarea y la del equipo de cuatro árbitros para la final es hacer
lo mejor, pero sólo porque es nuestra obligación", dijo,
y eludió todo comentario acerca de los errores atribuidos a sus
colegas durante la justa.
Collina estará acompañado en las líneas
por el sueco Leif Linbdferg, el inglés Philip Sharp y el escocés
Hugh Dallas.