Amputación por error en hospital
de la Ssa
Un enfermo de diabetes, de 81 años, sin piernas
por negligencia médica
ANGELES CRUZ
Miguel Godínez tiene 81 años y padece diabetes.
Hace seis meses apareció una llaga en su talón izquierdo,
que se complicó hasta ser una herida profunda. La amputación
era la única alternativa. A media mañana entró al
quirófano del hospital Juárez de la Secretaría de
Salud (Ssa) y a las cinco de la tarde regresó a su cama, pero sin
la pierna sana.
La vida de don Miguel cambió. A los tres días
los doctores lo operaron por segunda ocasión. Aunque esta nueva
cirugía no estaba incluida en la bitácora de ese día,
se le tenía que amputar la pierna izquierda, la que sí estaba
afectada.
Ahí terminó una vida llena de actividad.
El hombre de campo que añoraba regresar a su pueblo, Ostotipac,
en Otumba, ahora está postrado en una cama, inmóvil, dependiente,
deprimido.
Este es el relato de sus hijos, Angel y Vicente. Lo que
vieron y escucharon, porque no tienen ningún documento. Tampoco
saben los nombres de los médicos que operaron a su padre porque
en esos casos "uno no anda preguntando cosas a los doctores, si apenas
medio entiendo lo que hablan".
La familia sobrevive con el ingreso del jefe de la familia,
Angel Godínez. Lo único que tiene seguro es su pensión
del IMSS, de mil 400 pesos al mes, con los que mantiene a su esposa y a
tres hijos, y ahora, también a su padre.
Trabajaba de chofer para ganar por lo menos unos 60 pesos
diarios adicionales. Pero ahora ni eso. Con lo de su papá, Angel
prefiere quedarse a verlo, pero en realidad no sabe cómo ayudarlo.
Don
Miguel salió del hospital sólo con una receta médica
y una cita posterior para retirarle los puntos quirúrgicos. Sus
hijos, todavía perplejos por lo ocurrido e incrédulos ante
la explicación del doctor, rememoran las palabras del galeno: "Posiblemente
en el traslado al quirófano el señor tuvo alguna alteración
en las arterias... se le afectó la circulación por unos coágulos
que se le podían subir al corazón, a los pulmones... para
extraerlos hubo que cortarle la pierna derecha... algo así dijo".
La duda de los hijos de don Miguel se acrecentó
el 18 de junio, cuando fue dado de alta. Recibieron una llamada telefónica
de una mujer que dijo ser trabajadora del hospital Juárez. No quiso
dar su nombre, pero le recomendó a Angel que presentara una denuncia
"porque lo de su papá fue un error".
El señor Godínez sufrió de angiopatía,
una de las complicaciones más comunes de la diabetes. Los casos
graves llegan a la amputación, pero una decisión de ese tipo
-explicaron especialistas consultados por La Jornada- requiere de
una serie de estudios clínicos previos.
Angel y su hermano Vicente aseguran que la pierna derecha
de su padre estaba sana. Le dolía, pero al señor siempre
le han dolido sus pies y los médicos nunca dijeron que pudiera haber
algún problema. "Incluso nosotros no queríamos que le cortaran
nada. Ya antes en el hospital de Aragón nos habían dicho
que era la única opción. Pero como no quisimos nos mandaron
al Juárez", ubicado en avenida Instituto Politécnico Nacional.
A principios de año, en el talón izquierdo
del señor Godínez apareció una llaga que al paso del
tiempo se fue haciendo más grande hasta convertirse en una herida
que llegó al hueso. Según los médicos que lo atendieron
en el nosocomio de Aragón, la única alternativa era la amputación.
Con ese diagnóstico, los familiares se llevaron
al señor Godínez al hospital Juárez, donde permaneció
internado cerca de un mes. Durante las primeras dos semanas estuvo en observación.
Tenían que hacerle curación en la herida dos veces al día,
pero sólo se cumplía una vez, de lunes a viernes. "Los fines
de semana quedaba a merced de las enfermeras... si estaban de buenas le
curaban, y si no lo dejaban hasta el lunes que llegaba el doctor", refiere
Angel.
Los especialistas consultados por La Jornada explicaron
que la micro o macroangiopatía -mejor conocida como pie diabético-
aparece después de cinco años de evolución de la diabetes.
La alteración de los niveles de glucosa provoca daños irreversibles
en los vasos sanguíneos, atrofia la circulación, daña
los tejidos y no hay buena cicatrización. En los casos más
graves, previos estudios clínicos, se decide la amputación.
A los 10 días de su ingreso al hospital, el pie
izquierdo de Miguel Godínez empezó a despedir hedor. Entonces
los médicos tratantes, cuyos nombres no fueron conocidos por los
familiares, decidieron que se debía amputar la extremidad para evitar
mayores problemas.
La cirugía se programó para el 11 de junio.
Al término de la misma, un doctor llamó a los hijos del señor
Godínez para informarles que a su padre le habían cortado
la pierna derecha. A los tres días el paciente fue intervenido nuevamente
para amputarle la extremidad que sí estaba afectada.
Sin embargo, empezaron a pasar "cosas raras". El paciente
fue cambiado de cama y aislado del resto de los enfermos del hospital.
La segunda operación se realizó el viernes 14 de junio, pero
a diferencia de la primera, los trabajadores de apoyo del nosocomio señalaron
en diversas ocasiones que no estaba incluida en el programa de cirugías
de ese día. De cualquier manera se realizó.
Los expertos consultados por La Jornada comentaron
que cuando una extremidad resulta dañada por la angiopatía
es factible que la otra también presente alguna afectación.
Sin embargo, aclaran, si ese era el caso del señor Godínez,
los médicos debieron saberlo mucho tiempo antes de la cirugía.
De ninguna manera es aceptable que el problema se detecte en el quirófano.
Cualquier decisión médica, como la amputación, requiere
necesariamente de una serie de estudios clínicos previos y, por
supuesto, de una información amplia al paciente y su familia sobre
la situación, explicaron.
No hubo tal. El paciente fue dado de alta el martes 18
de junio. Le dieron cita para retirarle los puntos quirúrgicos 15
días después.
Eso no fue todo. Debido a que Angel y Vicente Godínez
no creyeron la explicación que les dieron los médicos, decidieron
presentar una denuncia ante el Ministerio Público, primero en la
que está ubicada en San Agustín, municipio de Ecatepec, estado
de México, donde ellos tienen su domicilio, y luego en la agencia
de la Procuraduría de Justicia capitalina ubicada en el hospital
Magdalena de las Salinas del IMSS. En ninguna de las dos pudieron iniciar
la averiguación "porque eso no se hace aquí", les dijeron
los titulares de las agencias señaladas.
En cambio, les recomendaron que acudieran a la Comisión
Nacional de Arbitraje Médico (Conamed), pero "yo no tengo para los
gastos y tampoco quiero irme por ahí porque si no ¿quién
cuida a mi papá?" Además, "ya ve que en este país
nada más le hacen caso al que tiene dinero... ¿usté
cree que sirva que vaya yo a esa comisión?".
Desde que salió del hospital, el señor Godínez
está muy triste. No come. El alimento le provoca vómito y
sólo admite un poco de leche. "Se está dejando morir porque
él no quería perder una pierna, imagínese cómo
se puso cuando se dio cuenta que le quitaron las dos", afirmó su
hijo Angel.
Don Miguel está en su cama, tiene los ojos cerrados
y sólo los abre para ver a los visitantes. Dice que le duele su
cuerpo, que ya no quiere vivir, pero "señorita, que sea lo que Dios
diga".