ONG, estudiantes y profesores de la UNAM le dieron una calurosa recepción
Exigen castigar a los responsables de la reclusión
injusta de Ericka Zamora y reparar el daño
CAROLINA GOMEZ MENA
Se cumplían casi 24 horas de que Ericka Zamora
había dejado el penal de Chilpancingo, Guerrero, y todo estaba listo
para recibirla en el Aula Magna de la Facultad de Filosofía y Letras
de la UNAM, auditorio que estudiantes, representantes de organizaciones
de derechos humanos y académicos abarrotaron. También se
arremolinaron en pasillos y salones contiguos, en espera de que llegara
Ericka, tras casi cuatro años de ausencia en la casa de estudios
en la que tomó clases, de oyente, en la carrera de sociología.
En los accesos al aula, numerosos carteles, elaborados
a mano, por lo precipitado de los hechos, anunciaban la conferencia de
prensa, la cual comenzó minutos después de las 19 horas.
Ericka se veía cansada pero "feliz". En el podium la acompañaban
Enrique Dussel, profesor de la Facultad de Filosofía; Adolfo Gilly,
académico de Ciencias Políticas y Sociales, y Ana Esther
Ceceña, moderadora, integrante del Instituto de Investigaciones
Económicas y directora de la revista Chiapas, que edita dicho
instituto, así como sus padres. También estuvo el general
Francisco Gallardo, quien se sumó a la demanda de que se castigue
a los responsables de la matanza de El Charco.
A su entrada, en diversas ocasiones durante el acto, que
tuvo una duración de poco menos de una hora, los aplausos, gritos
de apoyo, goyas y demandas de libertad de los presos conmovieron a Zamora,
quien señaló a este diario que su bienvenida a la máxima
casa de estudios fue "emotiva, calurosa y, sobre todo, un acto de solidaridad".
Además manifestó su deseo de visitar la La Jornada,
probablemente hoy, para agradecer la difusión que esta casa editorial
dio a su caso.
Dejó entrever que no esperaba tanto apoyo de la
comunidad universitaria, mismos que horas antes, en conferencia de prensa,
le externaron diversas organizaciones de derechos humanos, las que además
de congratularse por la excarcelación de Zamora consideraron que
ésta es sólo la primera parte de una acción de justicia.
Sobre ello, Silvia Aguilera García, directora general
de la Comisión Mexicana de Defensa y Promoción de los Derechos
Humanos, y Miguel Concha, presidente del Centro de Derechos Humanos Fray
Francisco de Vitoria, coincidieron en señalar que falta que "haya
un reconocimiento amplio de que hubo violación a las garantías,
se castigue a los responsables y se repare el daño".
Habrá denuncias contra generales
En ese sentido, Ericka refrendó que dentro de algunos
días su abogada, Bárbara Zamora, presentará una denuncia
penal contra Alfredo Oropeza Garnica y Luis Humberto Portillo Leal, generales
que estaban al frente del operativo que dejó como saldo 11
muertos en El Charco, porque ahora "se inicia la segunda parte de la lucha:
el proceso de los responsables y la exigencia del pago de los daños,
así como que se den indemnizaciones a los familiares de los asesinados".
Al asegurar que "no tengo rencor, miedo ni deseo de venganza",
pero sí de que se haga justicia, Ericka Zamora comentó que
continuará con sus labores de alfabetización en zonas indígenas,
labor que desempeñaba en El Charco cuando se dieron los hechos que
la llevaron a la cárcel, tras ser acusada de pertenecer al Ejército
Revolucionario del Pueblo Insurgente (ERPI).
Asimismo, tras comentar que su recibimiento le "caló
muy hondo", confirmó que acudirá el próximo 7 de junio,
cuando se cumplirán cuatro años de la matanza, a la ceremonia
conmemorativa que se llevará a cabo en las instalaciones de la Organización
Independiente de Pueblos Mixtecos y Tlapanecos, agrupación a la
que pertenecían los indígenas asesinados.
Ericka insistió en que el gobierno federal debe
"ser congruente con lo que dice en sus discursos", respecto a que defenderá
y garantizará la defensa de los derechos humanos. Consideró
que la mejor forma es dejar libres a todos los presos políticos,
que "hay muchos en las cárceles". Exigió que se promulgue
la "ley federal de amnistía".
Segregación, amenazas y toques eléctricos
Relató que durante su estancia en tres penales
(Acapulco, Puente Grande y Chilpancingo) vivió momentos críticos,
en los que el abuso de autoridad era la norma, más aún en
su condición de mujer. Sin duda los instantes más dolorosos
fueron los de "tortura, cuando me amenazaban con desaparecer a mi familia,
con matarlos, pero lo peor fueron los toques eléctricos".
Fue crítica, por ser mujer, su estancia en Puente
Grande, penal varonil. "Allí, de hecho, las seis mujeres que nos
encontrábamos vivíamos en segregación (...). Vivimos
muchas injusticias, sobre todo porque a nosotras, como mujeres, se nos
trataba de manera diferente. Teníamos que caminar con la cabeza
agachada y las manos hacia atrás (...). El asunto de las toallas
sanitarias era denigrante."
Consideró que su liberación, así
como la de otros presos políticos, más que "a un cambio prometido"
se debe a la "presión social". Y es que, a su juicio, el actual
gobierno (en esta materia) "no nos ha dado nada gratis. Todo esto nos lo
hemos ganado en una lucha constante".
Durante la ceremonia, Ericka dio lectura a dos documentos
que horas antes presentó en Chilpancingo, Guerrero. El primero,
un relato de cómo sucedieron los hechos aquel 7 de junio de 1998.
El segundo, una petición al gobierno federal respecto a la necesidad
de que sean liberados todos los presos políticos.
La recepción en Ciudad Universitaria me "dio más
ánimos para seguir adelante", aseguró Ericka tras subrayar
que "las rejas ni la tortura deben ser elementos que nos hagan olvidar
los principios y convicciones".
Por último, indicó que no pierde las esperanzas
de que México sea pronto un país en el "siempre exista la
justicia y la libertad", y no como ahora, que "se sigue reprimiendo a personas
que piensan diferente, porque el cambio sólo está en las
palabras".