CON VISTA AL ZOCALO
José Agustín Ortiz Pinchetti
El vicio de escribir
QUIZA EL no muy nutrido (pero selecto) grupo de
lectores de La Jornada que frecuentan mis colaboraciones saben que
he practicado el periodismo político desde hace unos 17 años,
actividad a la que llegué en 1985 alentado por Miguel Angel Granados
Chapa y con la paciente hospitalidad de Carlos Payán Velver, que
se ha mantenido en los años de Carmen Lira Saade y también
con el apoyo de todos mis queridos amigos y cofrades, los jornaleros.
TAMBIEN SEGURAMENTE saben que soy funcionario del
gobierno capitalino. Esta circunstancia me coloca en una situación
difícil que escribir sobre las cuestiones políticas. Muchísimas
veces antes de expresar una opinión tengo que atender una reserva
mental, porque lo que digo, lo dice quien trabaja para un gobierno y un
proyecto determinado, y salvo que los lectores o yo mismo tuviéramos
una personalidad dividida, lo que escribo me compromete y compromete a
quien sirvo.
POR ELLO he espaciado mis colaboraciones e incluso
he dudado en si sería inteligente mantenerlas. Pero fiel al lema
del maestro don Agustín Monsreal: "si puedes dejar de escribir ¿para
que sigues con el vicio?", me he preguntado a mí mismo si podía
dejar de escribir y veo que no, aunque tengo bastante trabajo tengo espacios
breves para unas notas y prácticamente no puedo dejar de hacerlo.
Además, tengo un despacho con "vista al Zócalo", es decir,
una información de primera mano, fresca, rica, sobre la ciudad de
México. La posición de cómo veo las cosas quizá
me obligue a ser cauto en mis opiniones políticas, pero puedo ser
bastante claro y franco para escribir sobre los problemas de la ciudad
y sus soluciones, los estilos de vida y los futuros que nos esperan sin
ser tendencioso.
POR ESO inicio ahora una colaboración semanal
un poco menos larga y en una ubicación distinta, es decir, en la
sección que La Jornada dedica a La Capital. Prometo ser breve
(como prometen todos los que inician un discurso) y les ofrezco que intentaré
ser mucho menos acartonado que en la producción del huevo colérico
semanal al que los tenía acostumbrados.
LES OFRECERE pequeños artículos sobre
los grandes temas capitalinos, orientados sobre todo hacia los lectores
más jóvenes. Por supuesto que los lectores maduros y muy
maduros, como mis coetáneos, están invitados a leerlos si
tienen curiosidad o amor o la mezcla de amor y odio (que recomendaba Efraín
Huerta) por nuestra capital.