Luis Hernández Navarro
Campo: los beneficios del negocio
Fue el parto de los montes. El proyecto estrella de Vicente
Fox para el campo nació disminuido. Los recursos que llegarán
al agro serán mucho menores de lo ofrecido. Los verdaderos ganadores
no serán los campesinos, sino la banca privada y los vendedores
de maquinaria agrícola e insumos.
El jefe del Ejecutivo, el secretario de Agricultura y
Juan Antonio Fernández Ortiz, director del Procampo y antiguo presidente
de Amigos de Fox, afirmaron reiteradamente que su propuesta de adelantar
a los productores rurales los recursos de Procampo y permitir su utilización
como garantía para contratar más crédito era la gran
opción para capitalizar y hacer despegar al campo. Según
Fernández Ortiz, con esta medida "en 2002 entrarían al campo,
de golpe y porrazo", casi 100 mil millones de pesos.
Distintas organizaciones y analistas vieron en la iniciativa
una desnaturalización del Procampo y una especie de jubilación
rápida de productores excedentarios; otros, en cambio, pensaron
que podía ser una salida viable después de muchos años
de ausencia de financiamiento estructural en el sector.
El Procampo consiste en un pago directo de 873 pesos por
hectárea a los agricultores para compensar sus pérdidas ante
la sustitución de un sistema de precios de garantía agrícola
por uno de precios de mercado y de apertura comercial. En total reciben
este subsidio alrededor de 3 millones de productores, que siembran cerca
de 15 millones de hectáreas. Es el programa más importante
del sector rural, con una erogación aproximada de 12 mil 500 millones
de pesos anuales.
La iniciativa de la nueva administración se formalizó
el pasado 31 de diciembre con algunos cambios y la aprobación de
la Ley de Capitalización de Procampo. Sin embargo, de acuerdo con
las reglas de operación que el pasado 18 de mayo presentó
el secretario Usabiaga al Consejo de Desarrollo Rural Sustentable, la ejecución
del programa está muy lejos de corresponder a la oferta inicial,
ya que se reduce a una vía de operación de crédito
utilizando el FIRA como garantía.
Resulta que no habrá recursos adicionales para
el campo. El crédito del BID, destinado a financiar el programa,
no llegará, pues la ley específica, que debería autorizar
el pago anticipado de recursos, se retrasó. No obstante que de acuerdo
con la ley se debe eximir del pago de intereses a productores de cinco
o menos hectáreas, los beneficiarios tendrán que pagarlos.
Por si fuera poco, la operación no se llevará a cabo a través
de la banca de fomento y desarrollo, sino mediante la banca privada. Un
negocio redondo y prácticamente sin riesgos.
Se refuerza así la tendencia a beneficiar desde
la administración pública al sector privado contra el sector
social, presente también en la adjudicación de programas
de capacitación y contratos que el subsecretario Antonio Ruiz García
dio a la Fundación Mexicana para el Desarrollo Rural (FMDR), organización
no gubernamental en la que se desempeñó como director general.
Lo sucedido con el Procampo adelantado está lejos
de ser una excepción en el gabinete para el campo del nuevo gobierno.
En contra de la oferta de federalizar programas y recursos del sector,
las nuevas autoridades han optado por su centralización, probablemente
para evitar el control de los gobernadores (sobre todo de oposición).
Este año se concentrarán a nivel federal alrededor de 40
por ciento de los recursos, cuando en años pasados se federalizó
hasta 90 por ciento de ellos.
Lo mismo acontece con la promesa de acabar con el corporativismo
de las organizaciones rurales. Entre la disyuntiva de apostar por la interlocución
de nuevos representantes democráticos o mantener el control político,
Usabiaga ha optado por sostener buenas relaciones con los líderes
tradicionales. Al igual que hicieron durante los gobiernos del PRI, las
dirigencias agrarias siguen administrando sus cotos y disfrutando de su
renta institucional, ahora a través de una bolsa de 60 millones
de pesos del Fondo Especial de Apoyo a la Formulación de Estudios
y Proyectos para el Desarrollo Rural y el Desarrollo Humano.
El año pasado la movilización campesina
y el nuevo papel de gobernadores y Congreso (el Legislativo incrementó
el presupuesto destinado a los apoyos a la comercialización a 5
mil 600 millones de pesos, casi el doble de lo propuesto por Fox) permitieron
una mejoría en los precios de las materias primas agrícolas.
Fue, además, un ciclo agrícola de buenas lluvias y un año
excepcional en el envío de remesas: casi 9 mil millones de dólares.
Gracias a estos factores el PIB agropecuario creció poco más
de 2 por ciento.
Hace dos meses el secretario Usabiaga insistió
en que hay que transformar el campo para convertirlo en un negocio rentable.
Con el rumbo que ha tomado el Procampo adelantado habría que preguntarle
si los beneficios del negocio serán para sus amigos o para los campesinos.