COPAS DEL MUNDO
Con el gran retorno de su artillero, la squadra
azurra venció en la final 3-1 a los germanos
Paolo Rossi llevó a Italia a obtener su tercer
triunfo
Alemania Occidental y Austria arreglaron su encuentro
para eliminar a la selección de Argelia
AFP
La gran novedad del Mundial de España fue la ampliación
del número de participantes en la fase final: de los habituales
16 se pasó a 24. También se multiplicaron las sedes -14 ciudades-
para que, además de disfrutar del deporte, los visitantes pudieran
admirar la rica diversidad española.
El
partido inaugural, disputado en Barcelona, deparó la primera sorpresa.
La campeona Argentina cayó 1-0 ante los belgas, a pesar de que el
equipo era prácticamente el mismo de cuatro años atrás,
salvo por los debutantes Diego Armando Maradona y Ramón Díaz,
que nada pudieron hacer para evitar la derrota en un momento en que su
país libraba una guerra por las islas Malvinas.
La primera fase se caracterizó por la buena actuación
de equipos "pequeños", muy eficaces en el contragolpe, como Honduras
o Camerún; este último no perdió un solo partido -cosechó
tres empates- y no pasó a la segunda fase por un gol de diferencia
con Italia, a la postre campeona.
Sin embargo, la que contravino todos los pronósticos
fue Argelia, que ganó a la República Federal Alemana 2-1
y a Chile 3-2. Este resultado obligaba a los alemanes a no perder contra
los austriacos, y a éstos a no dejarse meter más de dos goles
si ambos querían pasar a la siguiente fase eliminatoria.
El encuentro se resolvió con gol teutón
de Horst Hrubesch, a los 10 minutos, y el resto fue una parodia bochornosa
?el balón se "paseaba" de un lado a otro? que terminó con
el sueño argelino y un gran abucheo del público español.
El escándalo sirvió al menos para que la FIFA decidiera unificar,
a partir de ese momento, los horarios de los partidos decisivos.
El despertar
En la segunda fase quedó por el camino la extraordinaria
selección brasileña de Zico, Sócrates o Junior, que
bajó la guardia ante una Italia criticada por su mal juego en la
primera parte, pero que más tarde "despertó" gracias, sobre
todo, a un fabuloso artillero, Paolo Rossi.
Rossi le encajó tres goles a los auriverdes (3-2)
y, en semifinales, contra la Polonia de Grzegorz Lato y Zbigniew Boniek
(2-0), volvió a brillar al marcar los dos goles de la victoria (2-0).
La otra semifinal fue de infarto. En Sevilla y bajo un
sol de justicia, Francia, con un juego potente y deslumbrante gracias a
jugadores como Platini, se enfrentó a una Alemania Occidental menos
consistente, pero con talentos como Rummenigge o Fischer.
Los 90 minutos concluyeron con empate a uno. A los nueve
minutos de la prórroga, los galos vencían 3-1. Faltando 13,
los germanos empataron. Se necesitaron dos tandas de penales y una parada
del portero alemán para resolver un partido dramático.
Sin embargo, las más de dos horas que duró
el encuentro pasaron factura en la final contra Italia. Los alemanes se
derrumbaron en el Santiago Bernabeu ante una squadra azurra que
no tuvo muchos problemas para imponerse por 3-1 y conquistar, sin acabar
de convencer, su tercer título mundial.