Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Lunes 13 de mayo de 2002
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TOROS

Interesante cuarto festejo de la Feria Nacional del Novillero en La Florecita

Gran tarde de la ganadería El Batán y promisorio debut de Cortés y López

Bravura y nobleza en las reses Vocación y clase en los jóvenes Primer resbalón del juez

LEONARDO PAEZ

En el cuarto festejo de la Feria Nacional del Novillero Telmex 2002 celebrado ayer en el coso La Florecita de Ciudad Satélite, hicieron el paseíllo los jóvenes César Augusto, del DF; Paul Cortés, de Tulpetlac, estado de México; Marcos González, de Querétaro; Bruno Vélez, de Morelia; Pepe López, del DF, y Fermín Rivera, de San Luis Potosí, con apenas 13 años de edad, nieto del maestro Fermín y sobrino del maestro Curro.

Se lidió -es mera frase hecha- una bien presentada, brava y noble novillada del hierro de El Batán, ubicada en el municipio de Amealco, Querétaro, propiedad del matador de toros tlaxcalteca en retiro Gabino Aguilar, hace muchos años comprometido en honrar la memoria de sus antepasados toreros y ganaderos criando reses bravas, no su aproximación y menos su caricatura.

Como ocurre siempre que en una plaza saltan al ruedo la casta y el buen estilo, a lo largo del festejo en La Florecita prevaleció la emoción, lejos, muy lejos de la diversión a la que algunos han reducido el misterio de la tauromaquia, pues en el libro de los tiempos quedó escrito: ¡Qué molesta pero qué emocionante es la bravura!

Bravura y valor

Paul Cortés -el hombre hace al nombre- recibió a Escritor (370 kg), segundo de la tarde, cómodo de cabeza, con cuatro templadas y sentidas verónicas, gustándose y gustando, rematadas con la revolera. Luego en los medios realizó un quite por gaoneras con ritmo e idea, clavadas las zapatillas en la arena, para que enseguida el bravo novillo provocara un herradero, pues como se sabe y padece, la casta es cualidad en desuso.

El bravo ejemplar llegó a la muleta con claridad, fijeza y son, pidiendo algo más que quietud y ganas, pero la natural inexperiencia de Cortés -cinco novillos en toda su carrera- impidió el aprovechamiento cabal de tantas cualidades táuricas, sobre todo después de aquel excepcional y desmayado toreo de capa.

"Juez: ¡lento!", demandaron algunos aficionados como postrer homenaje a tan extraordinario novillo. En cualquier caso, Cortés mostró gran potencial en la medida en que lo que sabe sentir y expresar con el capote lo repita con la muleta. La técnica se puede asimilar; la quietud y la entrega, suelen ser innatas.

Pepe López, quien se despidió de niño torero en la memorable tarde en que se consagró Joselito Adame en la Plaza México, realizó con Maestro (375 kg), un novillo bizco del pitón izquierdo pero con trapío y calidad, verónicas aseadas que de inmediato tuvieron la réplica de Paul Cortés en tres chicuelinas con celo y con sello.

Nueva dinastía rehiletera

En banderillas el público se asombró con la precisión y torerismo de Adolfo Sánchez hijo -azul rey y pasamanería blanca-, quien dejó un soberbio cuarteo en todo lo alto, aguantando a ley, cuadrando en la cara y dejándose llegar al encastado novillo, por lo que fue sacado al tercio en la ovación más sonora de la tarde.

Con conocimiento de los terrenos, corriendo la mano y ligando los muletazos en sorprendentes tandas, el espigado Pepe López conmovió a los tendidos no obstante la frialdad de su expresión. "En cuanto lo rechace una novia", comentó un aficionado, "su expresión va a romper". Luego de cuatro pinchazos, los restos del novillo fueron ovacionados en un arrastre lento diferido, pues el que en verdad lo mereció fue el segundo de la tarde. Era el cuarto ejemplar de El Batán aplaudido rumbo al destazadero.

Había abierto plaza Pintor (365 kg), bien presentado y con cara, cuya fuerte embestida lanceó sobre pies César Augusto. Con la muleta consiguió aguantar la también clara embestida de la res en derechazos y naturales bien intencionados, pero sin estar a la altura de la tauridad -bravura con nobleza y transmisión- del de El Batán. Con un pinchazo y media estocada concluyó su labor el novillero, que con un valor que no demostró frente al novillo se arrancó a dar la vuelta por su cuenta. El juez Raúl Espíndola, un tanto precipitado, ordenaría arrastre lento a los despojos del animal.

Fermín Rivera se las vio con Inspirado (350), el menos toreable del encierro, sosillo y menos repetidor que sus hermanos, al que tanto le insistió que se olvidó del público y del tiempo. Su voluntad e intuición hacen abrigar fundadas esperanzas de un buen torero en cierne.

Los jóvenes Marcos González -tan verde como su terno- y Bruno Vélez deberán reflexionar serenamente acerca de su vocación torera, pues una cosa son las ganas y otra las cualidades mínimas.

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