Clara Meierovich presenta un libro sobre el tema
Registra la historia vergonzosas exclusiones de compositoras
Documenta la investigadora numerosos casos de sexismo
ANGEL VARGAS
En su libro Mujeres en la creación musical de México, la investigadora Clara Meierovich sostiene que la historia registra ''innumerables y vergonzosos'' ejemplos de sexismo en la música. Sustenta su afirmación al recordar el caso de los falsetistas españoles del siglo XVII, que ''monopolizaban los registros propios de las sopranos", y el de los descendientes artísticos de éstos, los castrati, cuyo desempeño tuvo mayor aceptación que el de las cantantes, en las centurias XVII y XVIII.
También alude a la formación de grupos o sociedades instrumentales de mujeres que se dio desde mediados del siglo XIX, ante ''la exclusión o la segregación" en su perjuicio dentro de las "orquestas masculinas".
Explica: ''Se aunaba a este consenso reprobatorio, la absurda premisa de endilgar a los instrumentos de orquesta cualidades o atributos que debían coincidir con la condición de género. Ante tal consideración, había instrumentos 'masculinos' (contrabajos, toda la familia de alientos y toda la sección de percusiones) e instrumentos 'femeninos' (piano, arpa y guitarra)".
En el prólogo a su libro Mujeres en la creación musical de México, publicado por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, en la colección Cuadernos de Pauta, Meierovich señala que en las postrimerías del siglo XIX los críticos europeos y, con posterioridad, los estadunidenses, ''aguzaron su misoginia hacia las compositoras, a partir de un sistema de evaluación estética sexista, que pensaba la música en términos de rasgos femeninos o masculinos".
Cita a su colega Carol Neus-Bates, quien recogió las peculiaridades sonoras a las que se referían los críticos de esa época según el género: ''Música femenina: por definición, graciosa y delicada, plena de melodía y reducida a pequeñas formas, como canciones y música pianística. Música masculina: poderosa en los efectos e intelectualmente rigurosa en la armonía, contrapunto y otra lógica estructura. Por tanto, se consideraba que las sinfonías y las óperas pertenecían a la jurisdicción de la 'música masculina'".
Inclusión subrepticia a mediados del XIX
Meierovich apunta que la inclusión de compositoras en la vida musical mexicana ''comienza a producirse de manera tímida, subrepticia y casi imperceptible a mediados del siglo XIX".
Advierte que ninguna de las historias mexicanas de la música contempla la presencia o la huella de alguna compositora en la literatura universal, salvo excepciones, como la de Otto Mayer-Serra, quien menciona Quaderno de María Guadalupe (1804), debido a la marquesa de Vivanco, y un cuarteto y la obertura para grande orquesta de Guadalupe Olmedo.
En su libro, que se presenta hoy a las 19 horas en el aula magna José Vasconcelos del Centro Nacional de las Artes (Churubusco y Tlalpan), Meierovich no se planteó ''enmendar olvidos ni restituir omisiones" de la historiografía musical mexicana.
Los objetivos que se fijó son, entre otros, confrontar a tres generaciones de compositoras mexicanas actuales con un sector extenso de lectores, y acercarlas mediante sus opiniones a otros artistas y colegas, mujeres y varones, para ''enlazar coincidencias y enfocar particularidades que develen de manera rigurosa su ubicación estética, ideológica y social".
El volumen incluye entrevistas con 17 compositoras, entre ellas Gabriela Rodríguez, Ana Lara, Gabriela Ortiz, Leticia Armijo, Hilda Paredes y Gloria Tapia.