Máscaras de la ficción,
libro sobre el imaginario personal del semiólogo catalán
Alerta Gubern contra la vigencia plena del vampirismo
de los medios
Imponen sus puntos de vista a toda la sociedad, nos
roban las ideas y la identidad, expresa
Frankenstein es un eco de Prometeo y ahora ronda los
laboratorios, opina el investigador
ARTURO GARCIA HERNANDEZ
¿Qué tiene que ver la criatura del doctor
Victor Frankenstein con el sexagenario Supermán? ¿Qué
comparten el mítico Sherlock Holmes victoriano y el Indiana Jones
de la era Reagan? ¿Cuál es la relación entre Lolita,
la púber hipersexuada de la novela de Vladimir Nabokov, y el mentiroso
Pinocho? La respuesta es que todos los personajes citados representan mitos
que han marcado de manera significativa el imaginario popular desde la
Revolución Industrial de los siglos XVIII y XIX hasta nuestros días
de Internet, clonaciones y capitalismo globalizado.
Por eso el semiólogo e investigador catalán
Román Gubern (Barcelona, 1934) los ha reunido en su libro más
reciente, Máscaras de la ficción (Anagrama), en el
que desfilan medio centenar de personajes emblemáticos de la narrativa,
el cine y los medios de comunicación masiva en Occidente. Así,
nos encontramos también con Raskólnikov, el culpígeno
personaje desarrollado por Dostoievski en Crimen y castigo; con
la gitana Carmen, fundadora de la estirpe de ''mujeres fatales" que luego
saltaron al cine; el justiciero Zorro y el dual ''Dr. Jekyll y Mr. Hyde";
Drácula y Alicia, la del País de las Maravillas.
Ciencia: control ético y social
-¿Qué aprendizaje o conclusión obtuvo
de esta revisión exhaustiva y erudita de medio centenar de arquetipos
o personajes?
-Hace mucho me propusieron hacer una antología
de personajes de ficción. Estaba ocupado y no la hice, pero años
después la retomé; hice una lista de nombres y al terminar
advertí que había escrito de mis fantasmas personales. Fue
una selección subjetiva, arbitraria si se quiere. Ahí está
por lo menos parte de mi imaginario. Y aprendí que el hombre necesita
soñar, siempre ha necesitado soñar y esos sueños derivan
de fantasías arcaicas de la humanidad que vienen desde la era de
las cavernas, que sólo cambian de rostro y se acomodan a cada época;
cambian su peinado o su vestido, pero son estables y permanentes porque
el imaginario humano es muy estable; tiene grandes fantasmas colectivos
que nacen de sus carencias, límites, frustraciones, deseos incumplidos.
Esos no cambian.
-Por ejemplo, ¿qué le da vigencia a la criatura
de Frankenstein si el clima social, cultural y científico no es
el mismo que el de la Revolución Industrial?
-El
monstruo de Frankenstein es un eco de Prometeo y es evidente que ahora,
con el desarrollo de las biotecnologías y el tema de la clonación,
anda rondando en los laboratorios. Un eco de Frankenstein ya está
en ''Los replicantes" de Blade runner o en Robocop. Prometeo
roba el secreto de la vida a Júpiter y es castigado. Eso en la cultura
griega pagana, pero llegamos a la Edad Media y vemos que en la cultura
hebrea aparece el Golem y en 2001 Odisea en el espacio Kubrick le
da a la inteligencia artificial la forma de una supercomputadora, la HAL-9000.
Esto es una protofantasía estable de la humanidad, cambian los nombres
pero no el concepto.
-¿Cabe leer en Frankenstein una advertencia de
orden ético?
-Por supuesto. Existe un debate en Estados Unidos y Europa
sobre el futuro de las biotecnologías. Es verdad que la novela de
Mary Shelley en ningún momento condena de forma explícita
al científico, pero en los hechos queda claro que fracasa cuando
quiere copiar, arrogante, el poder de Dios. Me temo que hoy día
entre las multinacionales farmacéuticas y las industrias de bioteconología
a veces no priva el interés ético y social. En el punto al
que llegamos, con la convergencia de las biotecnologías y de la
informática, Los Replicantes están a la vuelta de la esquina.
El poder que tiene la ciencia es tan grande que si no hay un control ético
y social sobre ella, estamos perdidos. Urge hacer un llamado a las responsabilidades
científicas, porque la ciencia ha adquirido poder autónomo.
La televisión por encima del cine
¿Y la vigencia de Drácula?
Es el personaje que nos sorbe la sangre, las ideas, la
personalidad, la identidad. Es lo que en este momento hacen la publicidad,
los medios de comunicación y las cadenas globales de televisión;
imponen puntos de vista a toda la sociedad, pues nos roban las ideas y
la identidad.
''A Drácula no hay que leerlo literalmente. Por
ejemplo, Africa es el paria del mundo global y está muriendo de
sida y de hambre. Cuando uno ve que en un país de ese continente
hay guerras tribales fratricidas, ¿qué ocurre?; van ahí
corriendo unos reporteros de la CNN o de una cadena global, confeccionan
la noticia, la crónica, la envían por el aire a todo el mundo
y resulta que el sur se ve a sí mismo mediante una versión
mal capturada, porque los camarógrafos y reporteros que van ahí
están cinco días y han recreado la versión de las
guerras tribales africanas. Eso significa despojar de identidad. En ese
sentido el vampirismo tiene plena actualidad.''
Usted asevera en su libro que los medios de comunicación
masiva degradan los arquetipos en estereotipos.
-Cuando el cine y la televisión manufacturan lo
que hacen es poner énfasis en el entretenimiento. Eso ha sido un
reduccionismo, una simplificación. Sobre todo de la televisión,
que ahora es más influyente que el cine. La principal fuente de
ingresos de las majors del cine es la venta de videocasetes y de
dvd; la segunda es la transmisión por televisión y la tercera
del ingreso en salas públicas; se ha invertido el viejo esquema.
El consumo de la televisión generalmente se hace al final de la
jornada laboral, cuando se llega cansado a casa, a las siete u ocho de
la tarde; se quita los zapatos y busca chicle para los ojos. Aprovechando
esta situación objetiva del consumidor, se impone al ley del menor
esfuerzo y el menor esfuerzo es chicle para los ojos. Eso tiende a simplificar
y, claro, cuando las novelas del siglo XIX pasan a la pantalla, pues son
casi versiones de cómic. Eso conduce a que el arquetipo se degrade
a la condición de estereotipo.
Librar la batalla cultural
-La última palabra sobre muchos de los personajes
que usted menciona en el libro la ha dicho Hollywood. ¿Eso es sano
para las culturas nacionales o regionales?
-En Europa, cerca de 80 por ciento de las películas
que se exhiben en las pantallas grande y pequeña son de origen estadunidense.
Hay todo un debate sobre eso, pero el único país con una
política consistente en la defensa de su identidad cultural es Francia.
Con la que estoy de acuerdo. España, cuando gobernaban los socialistas,
estaba en línea con la política francesa. Ahora que gobierna
el Partido Popular, conservador, está en línea con Estados
Unidos. Estamos sometidos a un chaparrón de pensamiento homogénico;
eso es lo que ocurre en el mundo moderno. Debemos dar una batalla cultural,
que es una batalla ideológica, mercantil y básicamente política.
Porque el mundo que vemos e interpretamos lo hacemos mediante las imágenes
que difunden las cadenas de televisión y las majors.
Román Gubern -autor de El eros electrónico
y Del bisonte a la realidad virtual- impartirá desde hoy
el seminario King Kong: del Empire State a las Torres Gemelas. Aunque -en
sus palabras- todo mito es poliédrico, en este caso abordará
desde su ''carácter anticipatorio" del 11 de septiembre de 2001
y su lugar en el imaginario colectivo estadunidense y mundial.