Ugo Pipitone
Francia: Ƒun indicador del futuro?
La impresión que deja la primera ronda de las elecciones presidenciales en Francia es que estamos aquí frente a un equilibrio inestable entre pasado y futuro.
El pasado se nos muestra con el rostro bonachón de un viejo racista que hace pocos años decía que el Holocausto era un detalle de la historia. Para no hablar de la fragmentación política medieval con la que la izquierda francesa entrega el gobierno a Chirac y convierte a Le Pen en un gran protagonista nacional. Siempre por el lado del pasado, está una izquierda "radical" francesa que sigue enarbolando con tres partidos trotskistas (para entendernos, como en Bolivia algunas décadas atrás) la pureza del comunismo que no fue. Una fórmula para vivir en el ayer y entregar el poder, en el presente, a la derecha.
Por el lado del futuro, estas elecciones parecen indicar dos cosas. Primera: una elevada fragmentación social que crea comportamientos electorales tan erráticos como peligrosos. Segunda: una especie de irresponsabilidad nacional basada en la confianza que, de todo modo, el cuadro básico de estabilidad política se ha transferido a nivel europeo. He ahí signos perversos de tendencias que van más allá de Francia y embisten (en formas distintas) a gran parte de la sociedad europea.
Las manifestaciones nocturnas del pueblo de izquierda en París, en las horas sucesivas a la noticia de la derrota de Jospin, eran expresión viva de vergüenza, asombro y aflicción. ƑLe Pen a la segunda vuelta? Una humillación nacional que alguien expresaba en un cartel: J'ai honte d'être français.
Los trotskistas obtuvieron 10 por ciento de los votos: una gran victoria que significa la derrota de la izquierda francesa y que convierte a Le Pen en un polo político peligroso para Francia y para Europa. šUna gran victoria! Para no mencionar el antiguo partido comunista francés reducido a 3.5 por ciento, después de haber llegado a representar cerca de una cuarta parte de los electores. Moraleja: la resistencia al cambio se paga y estar tercamente amarrados a ilusiones derrotadas, también. En manos de sus herederos, el comunismo se convierte en la forma laica de una fe impermeable a la realidad. Escudo infranqueable frente a las disyuntivas y los dilemas del presente. Tenemos aquí una izquierda que, en nombre de un sueño derrotado del cual sigue sin despertarse, entrega el gobierno a la derecha. Ayer a Berlusconi. Hoy a Chirac. Y, dicho entre paréntesis, es mucho mejor el segundo que el primero.
Y a uno le vienen ganas de pensar en México, donde una izquierda igual de arcaica que una parte de la izquierda francesa sigue pasando de derrota en derrota sin el menor asomo de reflexión, de autocrítica. Una izquierda que es capaz de convertir al otoño del patriarca cubano en su propio símbolo político. Me pregunto si los trotskistas franceses habrán enviado alguna vez alguna delegación a Libia para "desagraviar" a Muamar Kadafi.
ƑQuiénes son los electores de Le Pen? En una medida considerable obreros, habitantes de barrios pobres con graves problemas de convivencia con los inmigrantes y mayores problemas de competencia con ellos en los sectores más bajos del mercado del trabajo. Los trotskistas franceses, obviamente, ni se enteran que el cuerpo social que debería privilegiarlos electoralmente no sólo no va hacia la izquierda sino hacia la derecha más arcaica.
Pasemos a Europa. Antes España, después Italia y ahora Francia. Y las señas son preocupantes en Alemania, donde la mayor reserva de votos conservadores se concentra en los estados de la antigua República Democrática Alemana. Pero lo peor es la consolidación de las bases sociales de la extrema derecha. Justo en el momento en que Europa se encamina a un futuro cargado de incógnitas y de retos en los terrenos de la solidaridad y de la construcción de instituciones posnacionales, he ahí que resurge, como una locura adormilada, una beligerancia xenófoba y ultranacionalista.
Sólo nos queda esperar ahora que en Francia no haya nadie que haga ironía sobre el voto útil. Eso nos faltaría, convertir a Le Pen en presidente. Por ahora eso no ocurrirá, pero Ƒpodemos excluirlo para el futuro?