La exposición temporal
en el Museo del Templo Mayor se inaugura el jueves
Simbolismo de los animales prehispánicos
destaca el antiguo respeto a la naturaleza
Incluye piezas arqueológicas descubiertas en
el Centro, Tlatelolco y Chalco Prevalecía la concepción
mágico-religiosa en las relaciones con diversos seres, como el jaguar
y el águila
FABIOLA PALAPA QUIJAS
En el libro sagrado de los mayas-quichés, Popol
Vuh o Libro del consejo, el murciélago es un ángel que
bajó del cielo para decapitar a los primeros hombres mayas hechos
de madera; el quiróptero celeste que aconsejó a Ixbalanké
y a Hunab Ku qué debían hacer para salir victoriosos de la
prueba en la caverna del dios murciélago. Xólotl (el dios
perro) fue el guía de su hermano Quetzalcóatl al inframundo.
Ahí consiguió los huesos con los que creó a la humanidad.
Los
animales tuvieron especial importancia en la cosmovisión de los
pueblos mesoamericanos, pues fueron enlace con la naturaleza y adquirieron
un estatus mágico-religioso. El Museo del Templo Mayor, ubicado
en Seminario número 8, inaugurará el 11 de abril a las 13
horas la exposición temporal Simbolismo de los animales prehispánicos,
que reúne inigualables piezas arqueológicas y destaca los
atributos por los que se concebían como puente entre lo humano y
lo sagrado.
En la época prehispánica los animales lejos
de considerarse seres distanciados de los hombres eran parte fundamental
en su vida y poseían un gran simbolismo. Tal es el caso del quetzal
que fue símbolo de majestuosidad, belleza, fertilidad, abundancia
y vida para los mayas. Los adornos, atuendos y estandartes confeccionados
con su plumaje eran la materialización del poder, el tributo y la
riqueza. Otro animal muy relevante es el tlacuache, protagonista de varios
mitos: robó el fuego y lo trajo a la tierra.
La muestra incluye representaciones de animales hechos
con diferentes materias primas: piedra verde, cerámica, basalto,
alabastro y hueso, así como esqueletos de especímenes que
fueron depositados en el Templo Mayor. Precisamente por su asociación
con el mundo divino, diversas referencias de piedra, cerámica, hueso
y pintura, entre otras, han perdurado hasta nuestros días en el
interior de los edificios religiosos.
Los animales tenían, tanto en el ámbito
sagrado como en el cotidiano, gran importancia y un papel central. Entre
los animales que destacan se encuentran la serpiente y una especie de dragón
o animal mítico que podía ser acuático, terrestre
o celeste; además, el jaguar, el venado y aves como el águila
tuvieron un culto e importancia especiales.
El jaguar estaba asociado al poder político, a
los poderes ocultos de los magos y de los hechicheros, así como
al mundo nocturno y al inframundo. En el mito de la creación del
Sol se dice que después de que salieron el Sol y la Luna de la hoguera,
se arrojaron un águila y un jaguar; éste se chamuscó
y quedó manchado de negro y blanco. El águila se asociaba
al Sol y las deidades celestes, además se le relacionaba con la
guerra. Lo sacro y lo profano se encontraban ampliamente vinculados y resulta
difícil separarlos: las cosas de la vida diaria estaban constituidas
por algún tipo de carga sagrada.
En lo que respecta a su relación con la sobrenaturaleza,
los animales tienen un papel preponderante en los mitos que explican los
orígenes de las cosas en el mundo humano. Los mayas imaginaron la
tierra como un enorme cocodrilo; encima de este animal habitaron los antiguos
mayas y construyeron los palacios y edificios para sus dioses, mientras
que bajo el reptil se hallaba el inframundo en donde vivían los
muertos en compañía de los animales nocturnos o peligrosos,
como los murciélagos, los búhos y los jaguares.
Fray Bernardino de Sahagún en el libro Historia
general de las cosas de Nueva España describe a las serpientes
y a otros animales de tierra. Sobre la culebra llamada tecuhtlacozauh
escribe que su pellejo es medicinal contra las calenturas, si se dan a
beber molido al que las tiene. La serpiente estaba asociada con el ámbito
terrestre y con aspectos como el inframundo y la renovación de la
vegetación.
El nahualismo y el tonalismo son conceptos
básicos en la cosmovisión. El primero de ellos hace referencia
a que algunos individuos tenían la capacidad de convertirse en animales,
mientras que el segundo remite a que todos los hombres se relacionaban,
por el día de su nacimiento o de su baño ritual, con algún
animal. Se creía que este último sería determinante
para algunos aspectos de su vida. Además de esto, en el ámbito
cotidiano los animales eran ampliamente aprovechados como alimento, por
sus pieles y también como materia prima para elaborar los más
diversos artefactos.
Alessandro Lupo, en su ensayo Nahualismo y tonalismo,
del libro Arqueología mexicana. Los animales en el México
prehispánico, explica: ''mientras sólo a algunos individuos
les está concedido el don de transformarse en animales (nahuales),
todos poseen desde su nacimiento un alter ego, un doble animal que
determina su carácter, su resistencia física y espiritual
y, en última instancia, su destino".
El Museo del Templo Mayor presenta, en el contexto del
Festival del Centro Histórico la muestra Simbolismo de los animales
prehispánicos, basada en algunos conceptos de la propia clasificación
prehispánica. Las piezas arqueológicas y ejemplares que componen
esta muestra proceden de las excavaciones del Templo Mayor de Tenochtitlan,
así como del Templo Mayor de Tlatelolco y del área de Chalco.
Las piezas se pueden ubicar en los periodos clásico y posclásico
tardío, es decir, aproximadamente del 600 al 152. La exposición
temporal busca familiarizar al público visitante con la importancia
y las diversas connotaciones que los animales tenían, antes de la
llegada de los españoles.